tag:blogger.com,1999:blog-80342996829313775042024-02-20T21:35:18.810-03:00Por la Nación contra el CaosCabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.comBlogger12125tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-45138376551741314582012-05-03T22:45:00.002-03:002012-05-03T22:45:22.968-03:00Crítica Literaria<div style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif; text-align: center;">
<b style="color: red;"><span style="font-size: x-large;">NUEVO LIBRO DE JUAN LUIS GALLARDO</span></b></div>
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<div style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif; text-align: center;">
<b style="color: magenta;"><i><span style="font-size: large;">“De memoria nomás. Recuerdos políticamente incorrectos”,</span></i></b></div>
<div style="font-family: "Trebuchet MS",sans-serif; text-align: center;">
<b style="color: magenta;"><i><span style="font-size: large;">La Pata, UCALP, 2011.</span></i></b></div>
<div style="color: blue; font-family: "Trebuchet MS",sans-serif;">
<b> <br />Por lo menos desde cuatro puntos de vista es aprovechable esta valiosa obra. Llamaremos pedagógico al primero.En efecto: quienes estudian y analizan con cuidado el papel protagónico que desempeña la familia en la formación de la personalidad, hallarán en las presentes páginas una prueba contundente del valor de la crianza hogareña. Juan Luis no es ni quiere ser un <i>self made man.</i> No es ni quiere ser un nómade brotado de las piedras. Es un heredero, un legatario y continuador, un gajo nuevo de una rama antigua. A cada paso de su obra, y a cada hoja que da lugar a otra y a otra más en este libro, asoman sus padres, sus abuelos, sus antepasados, su rico entorno parental y amical, signado enbuenahora por una fortísima fidelidad a Dios y a la Patria. Aparece la casa solariega, el paisaje nativo, el arraigo a la tierra. Y hay para todas sus raíces un párrafo de gracias, explícito o implícito, según cuadre. En tiempos de familias deshechas o construidas contra natura, sirva el testimonio de una casa edificada sobre piedra.<br /> <br />En segundo lugar, cabe un aprovechamiento literario de estas Memorias. Juan Luis ha desempeñado una diversidad de tareas en su vida, hasta la abogacía —si alguien le anda buscando defectos— pero bien sabemos que la centralidad de su temperamento y de su obra, es la propia de un hombre de letras. Leídos con apacible detenimiento estos recuerdos, podemos inteligir mejor, por un lado, el nacimiento de algunos de sus títulos, como <i>Operación Algeciras</i> o <i>Canto a la patria argentina.</i> Pero, por otro, podemos alborozarnos con poemas virtualmente inhallables o desconocidos, como <i>“El sueño de una noche de verano”</i> (pág. 101), el <i>“Adiós al General Lonardi”</i> (pág. 108), “Verano campero” (pág. 297-298), o las divertidísimas cuartetas dedicadas a Máximo Gainza, en una cena en su homenaje (pág. 314-315). Quienen rumbeen para la literatura, el periodismo, la historia o el ensayo, encontrarán en <i>“De memoria nomás”,</i> no pocas claves para consagrarse al apostolado intelectual, que bien supo llamarse así, antes de que se inventara la <i>philosophie dans le boudoir.</i><br /> <br />Un tercer servicio prestan estas páginas, y no se ubica el mismo en el terreno pedagógico o artístico, sino eminentemente en el político. Gallardo ha sido y es un patriota formidable, que no dudó en tomar partido por las sucesivas causas justas que se le fueron presentando en su ya larga vida. Causas justas desplegadas dentro y fuera de las fronteras patrias, pero que en razón de su universalidad merecían una adhesión tajante, una disposición a jugarse, más allá del triunfo o del fracaso. No en balde estas Memorias se subtitulan <i>“Recuerdos políticamente incorrectos”.</i> Debemos dejar constancia empero —y es ésta una cordial discrepancia personal— que no todas las tomas de posición política del autor coinciden con las nuestras. Como no es la oportunidad de ahondar en detalles, sólo diremos que son aquellas que no nos parecen, paradójicamente, tan políticamente incorrectas. A salvo siempre las intenciones, que sabemos las mejores en un hombre de la talla de Juan Luis, hemos de tener, como simples lectores, la recta libertad para juzgar prudencialmente algunas de sus opciones eclesiales o políticas. Nada que no se solucione (o se empeore) con un café de por medio.<br /> <br />Al fin, el cuarto aporte de estos dos volúmenes atrapantes es el que, tal vez, nos llegue más de cerca. Gallardo —se lo haya propuesto o no— ha trazado en gran parte la biografía del Nacionalismo Argentino, al menos en su último y largo medio siglo de vida. El anecdotario, la crónica, la reminiscencia, los apuntes personales, la rica experiencia, la inclaudicable militancia, todo se conjuga aquí para probar la fecundidad de nuestro entrañable nacionalismo, que si errores tuvo o tiene, puede exhibir también un sorprendente caudal de aciertos, de actos corajudos, de lúcidas anticipaciones, de intervenciones generosas, de hombres singulares, de escritos que ya han pasado a la historia, e incluso de mártires en el sentido cabal de la palabra. En tiempos de <i>“construcción de la memoria”</i> —eufemismo para designar al macaneo más craso y horripilante— es para dar gracias que alguien se haya decidido, no a “construirla” sino a relatarla con veracidad y fundamentos. Es para dar gracias que alguien no tenga temor mundano, pero sí <i>timor Domini.</i><br /> <br />La obra se completa con dos regalos. Un prólogo del inolvidable Tito Guevara —digno anfitrión para libro tan hidalgo— y una galería de fotos, sobre una de las cuales cabría un piadoso manchón de tinta. Recurso que sugerimos amablemente a los editores, cuando estas páginas se reediten para aleccionamiento de un mayor número de lectores.<br /> </b></div>
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<b><i>Antonio Caponnetto</i></b></div>
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<b> </b></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-79286367682864296192010-06-06T19:45:00.002-03:002010-06-06T19:48:25.828-03:00LIBRERÍA HUEMUL<div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(0, 0, 153);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">LIBRERÍA HUEMUL</span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Toda la buena literatura en nuestra sede.</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Política argentina, autores nacionalistas:</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Leonardo Castellani,</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Julio y Rodolfo Irazusta,</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Julio Meinvielle,</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Ramón Doll,</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Enrique Díaz Araujo,</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Antonio Caponnetto</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">y un largo etcétera.</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Envíos al interior y al exterior.</span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="font-family: trebuchet ms; font-style: italic; color: rgb(0, 102, 0);font-size:180%;" ><span style="font-weight: bold;">Más de 120.000 libros nuevos,</span></span><br /><span style="font-family: trebuchet ms; font-style: italic; color: rgb(0, 102, 0);font-size:180%;" ><span style="font-weight: bold;">usados, raros y agotados.</span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 153);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">LIBRERÍA HUEMUL</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 153);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Avda. Santa Fe 2237</span></span><br /><span style="color: rgb(0, 0, 153);font-size:180%;" ><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">(1123) Buenos Aires.</span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;"></span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">Mails: libreriahuemul@gmail.com</span></span><br /><span style="font-size:180%;"><span style="font-family: verdana; font-weight: bold;">y libreriahuemul@arnetbiz.com.ar</span></span><br /><br /></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-45020461730011215292010-03-24T11:28:00.000-03:002010-03-24T11:33:22.784-03:00Si Rosas viviera…<table bgcolor="#000000" cellpadding="0" cellspacing="0"><tr><td><embed quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" bgcolor="#000" width="328" height="94" src="http://www.esnips.com//escentral/images/widgets/flash/esnips_player.swf" flashvars="theTheme=blue&autoPlay=no&theFile=http://www.esnips.com//nsdoc/0aa2353d-ff4d-4336-92df-decff9accd06&theName=Si Rosas Viviera&thePlayerURL=http://www.esnips.com//escentral/images/widgets/flash/mp3WidgetPlayer.swf"></embed></td></tr><tr><td><table cellpadding="2" style="font-family:Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif; padding-left:2px; color:#FFFFFF; text-decoration:none ; ; font-size:10px; font-weight:bold"><tr><td><a style="color:#FFFFFF; text-decoration:none " href="http://www.esnips.com/CreateWidgetAction.ns?type=0&objectid=0aa2353d-ff4d-4336-92df-decff9accd06"> Get this widget </a></td><td style="font-size:7px; font-weight:normal;">|</td><td align="center"><a align="center" style="color:#FFFFFF; text-decoration:none " href="http://www.esnips.com/doc/0aa2353d-ff4d-4336-92df-decff9accd06/Si-Rosas-Viviera/?widget=flash_player_esnips_blue"> Track details </a></td><td style="font-size:7px; font-weight:normal;">|</td><td><a align="center" style="color:#FF6600; text-decoration:none" href="http://www.esnips.com//adserver/?action=visit&cid=player_dna&url=/socialdna"> eSnips Social DNA </a></td></tr></table></td></tr></table>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-56725139076100212252009-03-01T11:43:00.004-02:002009-03-01T12:18:45.905-02:00Caso Williamson<span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold;">EL JURAMENTO ANTINEGACIONISTA</span><br /></span><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);"><span style="font-size:180%;">H</span>acia mediados de febrero, por vía digital primeramente y en forma gráfica después (Cfr. <span style="font-style: italic; color: rgb(255, 0, 0);">“Cabildo”</span> nº 79, págs. 16-18), hicimos circular un escrito al que titulamos <span style="font-style: italic;">El otro negacionismo.</span> Alude el mismo a la tensa situación eclesiástica desatada a propósito de las declaraciones de Monseñor Richard Williamson, y al drama de que más preocupe hoy negar una versión historiográfica hebrea que los fundamentos esenciales de la Fe Católica.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">La nota tuvo su circulación, y como suele suceder, sus adhesiones y sus objetores. Explicamos las primeras —Dios quiso que abundantes y gratas—porque son muchas las personas que están esperando la mayor claridad sobre estas cuestiones, por dura que resulte. La esperan de los sacerdotes, de los pastores, de los intelectuales prominentes. Y cuando de ellos no procede, agradecen con entusiasmo que hablen los simples laicos con el catecumenado aprobado. Y explicamos las calificadas objeciones porque enbuenahora existen los lectores amigos —sacerdotes y laicos— que nos las hacen llegar con el mejor espíritu de corrección y de enmienda.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pensando en unos y en otros, adherentes y críticos, nos ha parecido oportuno glosar aquí algunas aclaraciones.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 0, 204);">I. La defensa del Papa</span><br /></span></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">No desconocemos los esfuerzos del Papa Benedicto XVI en orden a lo que podríamos llamar —algo simplificadamente— el afán restaurador de la Tradición. Desde sus tiempos de Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe que viene dando concretos testimonios de este anhelo, estampado incluso en algunos hechos relevantes de los que muy pocos tomaron debida nota, como los sendos y magníficos prólogos a las dos obras del liturgista alemán Monseñor Klaus Gamber, traducidas al castellano como <span style="font-style: italic;">¡Vueltos hacia el Señor!</span> y <span style="font-style: italic;">La reforma de la liturgia romana. </span>Esto sin contar su propia obra como liturgo, reseñada en su notable libro <span style="font-style: italic;">El espíritu de la liturgia.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">El periodismo malicioso y ramplón, la feligresía ganada por los dislates modernistas, y aún cierto clero supuestamente ilustrado, fingen desagradable sorpresa, o veramente quedan perplejos en razón de su ignorancia, cuando el Pontífice ajusta ciertas clavijas destornilladas, reponiendo gravitantes cosas en su sitio. </span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">O desconocen completamente su ideario —y el depósito de la Iglesia, claro— y reaccionan como si el Papa acabara de descolgarse con las medidas más insólitas; o por lo mismo que saben de quién se trata, no cesan de declararle la guerra. En cualquier caso, a la vista queda tanto el propósito restaurador del Santo Padre como el talante inmoral y corrupto de quienes lo maltratan, pertenezcan o no formalmente a la Barca que preside.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Si fuera necesario ratificarlo, tras tantos años de andar hablando en público de estas cuestiones, digamos que en tan fiero trance el Santo Padre nos tiene de su lado, cual indignos y débiles escuderos. Como de incondicionales enemigos nos tienen quienes lo desacatan u ofenden, se llamen Karl Lehmann, Christoph Schönborn, Hans Küng, Ángela Merkel, Thomas Michel <span style="font-style: italic;">et caterva.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Para quienes creíamos casi imposible que del trono de Pedro, permitiera Dios en estos tiempos crepusculares, que emergiera un heredero capaz de restituirle su inabolible vigencia al rito tridentino, Benedicto XVI, sin duda, se nos presenta como una señal de austera esperanza. Y al rito secular mentamos, apenas como un ejemplo representativo del buen criterio que nos place reconocer como prevalente en sus frecuentes gestos pontificios.</span><br /><br /><div style="text-align: center; color: rgb(102, 0, 204);"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">II. La disolvente ambigüedad continúa</span><br /></span></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero no sería veraz nuestro diagnóstico si a la par de este bien que intentamos reseñar en prietas líneas, no señaláramos la persistencia paralela de males concretos, de larga data y dolorosa supervivencia. En menguadísima síntesis, y con dolor filial, limitaremos a dos estas penosas dificultades del pontificado de Benedicto XVI.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Por un lado, es dable constatar la continuación de los errores y de las confusiones doctrinales que parecen haber ganado desgarradora carta de ciudadanía en la Iglesia de las últimas cuatro décadas. No pocos de estos yerros lastiman la ortodoxia tradicionalmente enseñada en ámbitos en los que el Catolicismo supo señorear con luz admirable.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);"> Pídasenos un ejemplo reciente de lo que decimos y mencionaremos el Prólogo que el Sumo Pontífice estampó en el libro <span style="font-style: italic;">Porqué debemos llamarnos cristianos,</span> del senador italiano Marcello Pera. Es inconcebible que el mismo contenga una justificación del liberalismo, y también su indisimulado elogio. Está fechado en Castel Gandolfo, el 4 de septiembre de 2008. A partir de este dato —esto es, del elogio y de la justificación del liberalismo— pueden inteligirse otras manifestaciones suyas igualmente desconcertantes, como la aceptación de una laicidad de los Estados, formalmente pregonada en Francia, en el año 2008. Avanzando así por la misma y desubicada línea que lo hiciera su antecesor Juan Pablo II, cuando en la <span style="font-style: italic;">Carta a los Obispos Franceses</span> del 12 de febrero de 2005, ponderó la ley de 1905 de separación de la Iglesia y del Estado. La misma que había condenado San Pío X en la <span style="font-style: italic;">Vehementer nos.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Sabemos que hay quienes podrían y desearían multiplicar largamente estos negativos ejemplos. Baste una afligida cuanto escueta muestra, porque no está en nuestro ánimo ahora desgranar una sufriente nómina que haría ensombrecer a Roma algo más de lo que ya procuran sus adversarios. Aunque a propósito de quienes hacen larguísimas enumeraciones de errores pontificios —comparando textos sin el debido contexto o sin la debida literalidad— también hemos de estar en guardia preventiva. Ni hablar de los que suponen que todos los desgarramientos comenzaron el día después de convocado el Concilio Vaticano II.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">La verdad es que los tales desaciertos existen, ora se manifiesten como tales o por vía de la ambigüedad, y que no alcanza para ponerle coto la socorrida recurrencia a <span style="font-style: italic;">“la hermenéutica de la continuidad”,</span> pedida desde los tiempos de Juan Pablo II. Porque no hay<span style="font-style: italic;"> “interpretación a la luz de la tradición”</span> que valga si se pasa de la consideración del liberalismo como pecado, a su rehabilitación como virtud política. Léase al respecto —y es también un ejemplo de lo mucho que cabría analizar sobre el punto— el valioso ensayo de José María Purmuy Rey, <span style="font-style: italic;">La confesionalidad de los Estados: un deber moral universal e inmutable</span> (cfr. <a href="http://www.arbil.org/97perm.htm">http://www.arbil.org/97perm.htm</a>).</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Declarar en el primer renglón de un documento eclesial que <span style="font-style: italic;">“se conserva intacta la doctrina tradicional”</span> sobre tal o cual tema, y utilizar los cientos de renglones restantes para modificar esa doctrina, no admite la cura de la hermenéutica de la continuidad. Antes bien, admite el desconcierto y la queja fundada ante una conducta que Romano Amerio llamó <span style="font-style: italic;">bustrofédica, </span>esto es, zigzagueante, pendular, anfibológica. Se manifiesta tanto en el terreno de las ideas sociales y políticas, como en otros terrenos aún más delicados y mucho menos opinables.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Todavía no entendemos a quienes ante la vista de estos desaciertos que inducen frecuentemente al error —sea que se determinen por afirmación expresa o por anfibología— deciden hacer de cuenta que no existen, mirar hacia otro rumbo, minimizar su gravedad, o lo que es más grave, denostar a quienes se atreven a protestarlos bajo el cargo de que escandalizan o desobedecen al Santo Padre. Como si atacar los errores fuera atacar la autoridad <span style="font-style: italic;">per se.</span> Como si ya no rigiera la enseñanza de San Gregorio Magno, estampada en sus <span style="font-style: italic;">Homilías</span> sobre la profecía de Ezequiel: <span style="font-style: italic;">“cuando alguien se escandaliza de la Verdad, más vale consentir el escándalo que no el abandonar la Verdad”. </span>Como si no fuera válida, en fin, la advertencia paulina según la cual, para ser siervo de Cristo hay que dejar de complacer a los hombres (Gálatas 1, 10). ¿Por cuánto tiempo más podrán permanecer tranquilos, o fingir y fingirse que nada ha cambiado, aquellos que ante la frecuente repetición de tantos errores, siguen aferrados a lo bueno, pero no quieren señalar ni que se les señalen los síntomas de la heterodoxia? ¿Por cuánto tiempo más será legítimo y conveniente celebrar y gozarse por las verdades rescatadas y preservadas, pero negarse a denunciar lo que todavía lastima y tergiversa la fisonomía de nuestra Santa Madre? </span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Acertaba Juan Carlos Goyeneche, cuando iniciada la década del setenta —esto es, en plena irrupción de la anarquía postconciliar— nos recordaba que hay una unidad viviente y fecunda de la Iglesia, debida interiormente a la sangre redentora que corre por su venas y la torna <span style="font-style: italic;">semper idem.</span> Tal unidad interior es inabolible. Pero fue también en aquellos tiempos, en la primera audiencia general de noviembre de 1969, cuando Paulo VI deploró que <span style="font-style: italic;">“la tradición es una palabra que ya no dice nada a los innovadores de nuestros días”.</span> Si el mensaje encierra un pensado <span style="font-style: italic;">mea culpa</span> —como algún otro que supo deslizar en las postrimerías de su mandato— no podríamos decirlo. Podríamos decir en cambio, en consonancia con lo que venimos reflexionando, que los tales innovadores, a quienes nada dice la Tradición, están presentes ayer y hoy en los entresijos de la conducción de la Iglesia, comprometiendo dolorosamente su continuidad. Y que callarlo para no verse liado en problemas, o por la tentación de sacrificar la verdad entera en aras de la cómoda ubicuidad, es pecar contra el Verbo, como lo repetía el Padre Julio Meinvielle.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(102, 0, 204);">III. La debilidad del mando</span><br /></span></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">De dos inconvenientes penosos hablábamos arriba para caracterizar el pontificado de Benedicto XVI. Quede lacónicamente señalado el primero con lo antedicho. Pero al segundo llamaremos lisa y llanamente <span style="font-style: italic;">debilidad y cesión ante las injustísimas presiones de los enemigos de la Iglesia.</span> Si en este terreno bastara también con un ejemplo, recordaríamos la serie de episodios y de reacciones que protagonizó después de su famoso discurso en la Universidad de Ratisbona, el 12 de septiembre de 2006.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">El discurso, por cierto, tuvo la erudición y la lumbre a las que ya nos tiene acostumbrados el Pontífice. También, lamentablemente, tuvo sus sombras, como reprobar indistintamente toda defensa de la verdad por la espada o guerra justa al descalificar el concepto mahometano de <span style="font-style: italic;">yihad.</span> Pero desatada sobreactuadamente la cólera de los mahometanos por aquella pieza académica, y alimentada dicha cólera por el aparato modernista internacional y la inquina multimediática, la reacción del Pontífice fue el repliegue, la explicación indebida, la rápida contemporización con el mundo islámico, los súbitos pedidos de disculpa, las increíbles majaderías dirigidas a gobernantes y teólogos de los países árabes, y un sinfín de salvedades lamentables que debieron haberse evitado. Mientras los mahometanos dieron señales de desproporcionado encono —sin que faltaran los asesinatos de inocentes— en la Santa Sede se prefirió la orfebrería del efugio y de la elipsis, del aplacamiento de los enunciados taxativos para diluir cuanto antes los efectos de aquella importante pieza académica leída en la Universidad de Ratisbona.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Cuando lo mismo sucede ante las presiones judaicas —todas ellas fabricadas insidiosamente y sin motivos— las debilidades suelen ser todavía más lamentables y estridentes. Más lamentables porque es la misma doctrina sobre el fariseísmo judaico y sobre el deicidio la que entonces resulta escamoteada. Más estridente porque si Israel moviliza a todo el mundo a su favor, monopolizando el carácter de víctima, a todo ese mundo mentiroso, obsecuente y abyecto se dirigen también los incesantes pedidos de perdón. No es imposible ver en estas conductas otras tantas manifestaciones del temor mundano o del temor servil, cifrado en los respetos humanos, y que Santo Tomás reprobara como encarnaduras posibles de cobardía (Cfr. S.Th, II, II, q.19,a.1).</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Difícil ha sido siempre el gobierno de la Iglesia, y va de suyo que más entiende de él no sólo quien posee la gracia de estado para ejercerlo, sino la familiariedad con las cuestiones operativas y prácticas. Admitimos en consecuencia que en ocasiones puede semejar doblez lo que es obligada opción por el mal menor, o que pueda resultar postergado lo que nuestra ansiedad de súbditos sin mando quisiera ver resuelto de un solo tajo. Mas aún cediendo a este razonamiento benévolo —como se debe juzgar el comportamiento de un padre— nos resulta imposible no ver instalado en el ejercicio del mando pontificio una preocupante debilidad ante los enemigos de la Iglesia.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">A casi cuarenta años de haber sido escritas, nos siguen causando temor y temblor aquellas palabras con las que el Padre Julio Meinvielle pusiera fin a su obra <span style="font-style: italic;">De la Cábala al Progresismo.</span> Según el Padre Julio podría darse el doloroso caso de que convivieran en la historia la Iglesia de la Publicidad, gnóstica y judaizante, y la Iglesia de las Promesas, la verdadera y la de siempre. <span style="font-style: italic;">“Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte, produciendo hechos equívocos y aún reprobables, aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia Gnóstica de la Publicidad”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Sentir con la Iglesia, no puede significar nunca sentir con la Iglesia de la Publicidad.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">IV. El deber de los súbditos y la papolatría</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Algunos nos dicen que no hemos de ser nosotros quienes le hagamos más pesada su ya densa tarea petrina al Santo Padre, que callemos lo negro y apoyemos lo numinoso, aceptando que se trata del débil Simón llevando sobre sus espaldas una Iglesia devastada.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Cuando el mal ya no duele se puede callar; cuando el silencio conduce al esplendor de la palabra, será bueno el mutismo; cuando sellar los labios sea el homenaje de la boca clausa y la alabanza taciturna, ofrezcamos los labios sellados. Pero cuando se vive en este tiempo que describiera el Cardenal Danielou, signado por la necesidad de la santa cólera y del necesario coraje, callar equivale a pecar de omisión, a suicidio, a connubio consentido y ultrajante con el adversario.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Y estará bien que hablemos los modestos laicos, los feligreses de a pie; como en su momento lo hicieron Eusebio, Francisco, Juana de Arco, Genoveva o Catalina, antes de que los conociéramos como santos o santas en los altares de nuestros templos. ¿Eran santos cuando protestaron con briosa energía, y por eso estaban habilitados moralmente a levantar la voz ante el mismo Santo Padre, o se santificaron por ser capaces de este último y audaz comportamiento? Ambas cosas. Aquella simplísima aldeana de Siena que exigió virilidad a dos Papas, con palabras impregnadas de fuego y aún de imperativos y de conminaciones, albergaba en su alma las potencias todas de la santificación, y las actualizó, si así cupiera hablar, con cada <span style="font-style: italic;">“voglio”</span> suyo, reclamándole a Urbano VI y a Gregorio XI que se portaran como varones católicos.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">En esto de que el simple bautizado testimonie oportuna e inoportunamente la Verdad, no habrá extravíos si seguimos la regla del Cardenal Newman en su <span style="font-style: italic;">Rambler:</span> si saben de qué hablan, que los fieles hablen. Como no habrá mala recepción de parte de la Jerarquía, si quien recibe la admonición o el apercibimiento tiene la grandeza que manifestara San Pío X en su Carta al Cardenal Ferrari del 27 de febrero de 1910: <span style="font-style: italic;">“el Papa agradece a los censores que le ayudan a conocer el mal que él no ha visto”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero además se equivocan los que quieren disculpar los errores pontificios contemplando en el Papa al <span style="font-style: italic;">“débil Simón”.</span> Ha dejado de serlo cuando Jesucristo le cambia tal nombre por el de Pedro, que significa precisamente piedra (Jn. 1, 40-42). Como en el mundo veterotestamentario, con Abraham o con Jacob, cada vez que Dios cambia el nombre de uno de sus elegidos es porque quiere darle un destino, por decirlo marechalianamente. El destino de la piedra es la dureza inquebrantable, no la fragilidad. La roca es basamento inmóvil, sustento firme, arrecife y sillar.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Así fue en el primer pontífice, signado personalmente por Jesucristo, y así les está exigido a los sucesores, porque <span style="font-style: italic;">“la silla de Pedro exige la conducta de Pedro”, </span>al buen decir de San Norberto de Magdeburgo. Conducta heroica y martirial, que bellamente retratara el fraile Antonio Vallejo en su Cefas: <span style="font-style: italic;">“él no aceptaba condenarse a sudar sobre un parejo ringlero de sudores. No concebía el buen placer, moroso, invernal, de trazar planes caseros a la luz de la lámpara”. </span>Y <span style="font-style: italic;">“siendo viejo, se acordará del Viento ingobernable”, </span>para sujetar con sus manos pétreas, seguras y callosas el timón de la Nave. De él, de Cefas, conservamos un consejo que no es precisamente el del débil Simón que otrora había sido, sino el del valeroso timonel que regaría su sangre para corroborar la Buena Nueva: sed <span style="font-style: italic;">“aptos, firmes, fuertes e inconmovibles”; </span>porque <span style="font-style: italic;">“el demonio ronda como león rugiente buscando a quien devorar”,</span> y es preciso resistirle <span style="font-style: italic;">“firmes en la Fe”</span> (I Pe., 5, 9-10).</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">No somos tan temerarios como para andar diciendo —a secas y sin más— que el Papa es un pecador; y si eso se entendió y en eso hay ofensa estamos prontos a retirarla. Conocemos el principio <span style="font-style: italic;">“de internis non iudicat Ecclesia”,</span> y en su cumplimiento, ninguna intención osaríamos juzgar. <span style="font-style: italic;">“De adentro del corazón salen las intenciones malas”, </span>enseña el Señor (Mt. 15, 19-20). Y adentro del corazón de nadie estamos. Tanto menos en el del Vicario de Cristo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero es posible distinguir con Santo Tomás (S. Th, III, q. 96, a. 4) entre el fuero interno y el fuero externo, siendo el primero aquel en el que habitan esas intenciones no sujetas a ningún juicio humano, y el segundo el de las acciones públicas, visibles, evidentes. Si el primero refugia las disposiciones interiores, la comúnmente llamada vida privada, y es el fuero de Dios <span style="font-style: italic;">(forum Dei),</span> el otro expresa las acciones y las reacciones públicas, es el forum ecclesiæ y puede llegar a ser también, de existir dolo, el forum iudiciale. De allí que una acción o una reacción pontificia pública —como la que sucedió y sigue sucediendo respecto de la insolencia judía con ocasión del “caso Williamson”, por no mentar otros muchos casos— pueda ser descalificada por pusilánime e impregnada de temor servil y mundano, o de respetos humanos reñidos con la virtud de la fortaleza. De hecho, y si se repasan los titulares de los grandes medios, sin excluir <span style="font-style: italic;">L’Osservatore Romano,</span> es común que de <span style="font-style: italic;">“movidas por el temor a irritar a los judíos”</span> se tilden estas acciones y reacciones romanas. Aunque para el mundo que así ofrece las noticias, ese temor se les antoje sacro y ponderable. No lo es, porque remoza aquel miedo a los judíos que tenían los apóstoles antes de la llegada del Espíritu (Jn. 20, 19). Pero el Espíritu Santo ha llegado, y no nos es lícito vivir como si Pentecostés no hubiera sucedido.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Se confunden los papólatras de toda laya —la mayoría de ellos espíritus simples y bien intencionados— que creen ser ultramontanos porque gritan irresponsablemente santo súbito ante la muerte de Juan Pablo II, o porque no quieren distinguir entre infalibilidad e impecabilidad, suponiendo que un Papa no peca, ni necesita enmiendas, contriciones o pésames con el puño golpeado secamente contra el pecho.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Se confunden asimismo los que creen que, ante determinados y específicos casos, no existe el concepto de resistencia privada y pública, entendido como un derecho y un deber de los súbditos frente a la Autoridad. El solo nombre de San Roberto Bellarmino con su <span style="font-style: italic;">Del Romano Pontífice, </span>podría ilustrar largamente el crucial asunto.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Y se confunden, al fin, los que sin horizonte histórico ni escriturístico para analizar el presente, e inmersos en un falso concepto de comunión eclesial que no es católico, ignoran que San Pedro fue amonestado en público por San Pablo, cuando el primero —cediendo precisamente a las contemporizaciones y a las presiones de los judíos— se hizo pasible de una reconvención formal. Es el gran tema del capítulo dos de la Carta a los Gálatas, sabiamente analizado por Santo Tomás en su <span style="font-style: italic;">Super Epistolam Sancti Pauli Apostoli ad Galatas expositio.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Releídos con cautela tanto la Carta como el Comentario del Aquinate, es imposible no encontrar ciertas analogías y aplicaciones a la presente tragedia. Pedro peca de debilidad por temor a los judíos, y con su debilidad induce a otros al error. Pecó <span style="font-style: italic;">“por la fragilidad humana”, </span>porque <span style="font-style: italic;">“temía desordenadamente”,</span> porque <span style="font-style: italic;">“abandonó la verdad por temor al escándalo”. </span>Pecó <span style="font-style: italic;">“por falta de discreción que tuvo, adhiriéndose demasiado al partido de los judíos”,</span> de modo que <span style="font-style: italic;">“no será cuerdo decir que no fue reprensible”. </span>Así lo enuncia Tomás.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Citando luego a I Jn. 1, 8, y pensando en la actitud de Pedro, agrega: <span style="font-style: italic;">“si dijésemos que no tenemos pecado, ni venial, nosotros mismos nos engañaríamos”.</span> Es más, dando por sentado que ha cometido un pecado público, no privado, no aplica el axioma <span style="font-style: italic;">“de internis non iudicat Ecclesia”,</span> sino este argumento: <span style="font-style: italic;">“A los pecadores repréndelos delante de todos (I Tim. 5, 20). Lo cual debe entenderse de los pecados públicos y no de los ocultos, en los que se debe guardar el orden de la corrección fraterna”. </span>Y corona la argumentación con esta nueva cita bíblica:<span style="font-style: italic;"> “No respetes a tu prójimo cuando cae</span> [en pecado público], <span style="font-style: italic;">no reprimas tu palabra cuando puede ser saludable (Eccli. 4, 27)”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Bueno será recordar o saber, que Benedicto XVI, en la Audiencia General del miércoles 1º de octubre de 2008, y a propósito justamente de esta famosa Controversia de Antioquía, hizo el elogio de San Pablo y de su “libertad interior”, de sus “encendidas reacciones” con las que “llegó a acusar a Pedro y a los demás de hipocresía”, pues “este comportamiento [el de Pedro] “amenazaba realmente la unidad y la libertad de la Iglesia”.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Tampoco entenderemos el por qué, los mismos que nos piden emular a los santos, nos inhabilitan por causa de nuestra falta de santidad a querer imitar la recia conducta paulina o el buen consejo entregado por Santo Tomás de Aquino. Volvemos al interrogante ya planteado: ¿era santo Pablo de Tarso cuando se enfrentó con Pedro, y por eso no se le aplicaba a él negativamente el argumento ad hominem? ¿O su camino de santidad estuvo jalonado de pruebas tremendas, no siendo la menor el tener que enfrentarse cara a cara con el mismísimo Pedro?</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">En su obra <span style="font-style: italic;">Las parábolas de Cristo,</span> específicamente en el capítulo 52, analizando la <span style="font-style: italic;">“Parábola de las puertas de la polis”,</span> el Padre Leonardo Castellani vuelve a decir lo que es justo sobre tan espinosa cuestión. <span style="font-style: italic;">“No es necesario para el gobierno de la Iglesia, y la guarda de la Revelación, que el hombre Pedro, o el hombre Pío, o el hombre Juan, sean puros e inmaculados, aunque sea deseable. Pedro representa a Cristo y está en lugar de Cristo; y cuando reconoce, confiesa, profesa y proclama a Cristo, habla con la voz de Dios; pero el mismo Pedro como persona privada, hablando por sus fuerzas naturales y con su entendimiento humano, puede decir y hacer cosas indignas, escandalosas e incluso satánicas. Existen entre nosotros fulanos que piensan es devoción al Sumo Pontificado decir que el Papa «gloriosamente reinante» en cualquier tiempo «es un santo y un sabio», «ese santazo que tenemos de Papa», aunque no sepan un comino de su persona. Eso es fetichismo africano, es mentir sencillamente a veces, es ridículo; y nos vuelve la irrisión de los infieles: lo que cumple es obedecer al Papa y respetarlo en cualquier caso, como Pontífice; y amarlo como persona, cuando merece ser amado. Los defectos y los pecados personales son pasajeros; la función social del Monarca Eclesiástico es permanente”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Y en San Agustín y nosotros, publicada largos años tras su muerte, en Mendoza, hacia el 2000, sigue Castellani especificando el candente tema: <span style="font-style: italic;">“El Papa es infalible, pero no en todo. Cuando declara solemnemente las cosas de la Fe, cosa que hace pocas veces, por cierto. Pero pretender como hace muchísima gente aquí que todos los Papas o tal Papa particular son maravillas de inteligencia y de rectitud, hasta llegar a renunciar al propio sentido moral, cerrar los ojos ante un error y una iniquidad manifiesta, y dar como anticatólico, o poco católico, o no católico al que no puede cerrar los ojos así, al que no puede renunciar a su sentido moral, eso es inventar un nuevo dogma, eso es rendirse a una superstición, eso es morar en plena exterioridad</span> […] <span style="font-style: italic;">En otros tiempos, cuando el Papa se equivocaba, los santos de aquel tiempo le decían tranquilamente: «Non lo sapevate un corno», y el Papa mismo rogaba que se lo dijeran. Había más caridad. Había comunión”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">He aquí la doctrina católica, obediente y amante ante el Vicario de Cristo, respetuosa de su investidura y de su rango, pero tan lejos de la papolatría, de la incapacidad de distinguir los distintos modos de magisterio, de la creencia casi docetista en la inmaculada concepción de cada Papa, de la ceguera y cortedad ante la humana y pecadora natura, y tan cercana en cambio al verdadero amor de caridad. Porque ya sabemos con San Agustín que la mayor caridad es la Verdad.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">V. La mayor mentira de la mentira del Holocausto</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">A pesar de que lleva largo tiempo el alboroto inicuo armado ex profeso por el aparato judeo-modernista internacional contra las razonables declaraciones de Monseñor Richard Williamson, todavía no terminan de inteligir los católicos la verdadera gravedad de sostener la versión oficial del Holocausto. Incluso —y con pesar lo decimos— no terminan de entenderlo ciertos intelectuales católicos de orientación tradicionalista. A muchos de ellos el fastidio que les suscita la sola mención del Nacionalsocialismo, y la posibilidad siquiera indirecta de que puedan quedar defendiéndolo, les impide ver la profundidad del mal que se está consumando ante nuestra vista.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Porque esta versión oficial del Holocausto, que desde antes del pontificado de Benedicto XVI ya Roma se había decidido a sostener y a preservar, y que ahora ha cuasi dogmatizado, no contiene sólo una inadmisible fábula histórica sino una horrenda falsificación teológica. El mito de la <span style="font-style: italic;">Shoah</span> no es principalmente inaudito porque se adulteren las cifras de los homicidios, las causas de las muertes o las condiciones edilicias de los campos de concentración. No radica su nocividad en hacer pasar por gases humanamente letales los desinfectantes del tifus, o en montar hornos crematorios después del triunfo aliado, o en trucar fotos, cifras, testimonios, juicios y acontecimientos. Ni siquiera es su peor culpa haber hecho un negocio multimillonario de esta mentira, como lo probó el judío Norman Finkelstein en su libro <span style="font-style: italic;">La industria del Holocausto. </span>Todo esto y tantísimo más, describen la faz histórica, política y económica de este embuste basal del siglo XX, asegurado por los verdugos inmisericordes de Nüremberg y sellado en las tenidas torvas de Yalta y de Potsdam. Y todo esto, claro, estará bien que se dirima en el ámbito de los estudios historiográficos, distante si se quiere de las cuestiones de Fe.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero todavía hay algo mucho más tenebroso, y es la teología judaica sobre el Holocausto. Una teología dogmática que enseñan y hacen suya las más renombradas agrupaciones hebreas que suelen tener ahora libre acceso al Vaticano, o viceversa, que suelen dar hospedaje al Santo Padre. Según esta teología, Israel, no Cristo, es el Cordero Inmolado. Perseguido durante siglos y ofreciéndose en sacrificio permanentemente, alcanza el punto culminante de su ofrenda cuando muere masivamente bajo las tropelías del Tercer Reich. Tropelías antisemitas que, en esta cosmovisión mesiánica del Israel carnal, no tendrían sino como fundamento último las mismas enseñanzas católicas que durante siglos y siglos habrían predicado la culpabilidad hebrea en la muerte de Cristo. Al nazismo se llega por culpa del cristianismo; y bajo el nazismo la oblación mesiánica de Israel alcanza su punto culminante. Cristo es el gran destronado de su trono de Víctima, y acusados sus seguidores de instigación secular al antisemitismo, colócase en ese trono sangrante el mismo Israel. Del Gólgota ya no pende Aquel cuya sangre pidieron un día que cayera sobre sus testas impías y las de sus propios hijos. Pende sacrílegamente la mano y la mente, el puño y la inteligencia de aquellos que fraguaron la crucifixión del Redentor.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Parodia endemoniada de la economía de la salvación, caricatura infernal del genuino mesianismo, subversión radical del sentido de la Historia de clara inspiración cabalística, esta versión teológica del Holocausto es la que debe saber todo católico honrado que está adquiriendo cada vez que le hacen creer que <span style="font-style: italic;">“quien niega la Shoah no conoce el misterio de Dios ni de la Cruz de Cristo”.</span> Palabras insensatas pronunciadas el 30 de enero por el Padre Federico Lombardi, Director de la Oficina de Información de la Santa Sede y que, lamentablemente, no fueron desmentidas ni enmendadas.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Es por este carácter paródico y endemoniado del mesianismo de Israel, que sus principales ideólogos monopolizan la denominación de holocausto para lo sucedido durante la Segunda Guerra Mundial, no permitiendo que el término se use para los cien millones de cristianos masacrados por el Comunismo a lo largo de la casi totalidad del siglo XX, porque es bien sabido que la dirigencia comunista responsable de este martirio colectivo ha sido y fue en su casi totalidad de origen hebreo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Y es porque este carácter paródico del mesianismo debe quedar asegurado universalmente, que la teología dogmática judía elabora o promueve en abundancia obras como las de Yad Vashem <span style="font-style: italic;">(Jerusalém),</span> M. Polakoff <span style="font-style: italic;">(Iom HaShoá VeHagvurá. Un manual para el recuerdo), </span>Isajar Moshé Teijtel <span style="font-style: italic;">(Alegre madre de hijos),</span> <span style="font-style: italic;">Pasión intacta,</span> de George Steiner, <span style="font-style: italic;">Breviario del Odio,</span> de León Poliakov —con su prólogo meaculpista del cristiano Francois Mauriac—, <span style="font-style: italic;">The destruction of the European Jews,</span> de Raul Hilberg o la de Gustavo D. Perednik, <span style="font-style: italic;">Teología del holocausto,</span> que con interés y provecho puede consultarse digitalmente (<a href="http://www.monografias.com/trabajos28/teologiaholocausto/teologia%20holocausto.shtm">http://www.monografias.com/trabajos28/teologiaholocausto/teologia holocausto.shtm</a>).</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Precisamente en este ensayo dice Perednik, glosando a otros exégetas hebreos, que el capítulo 53 de Isaías, llamado Del Siervo del Eterno, no sería una prefiguración de la Crucifixión de Jesucristo, sino <span style="font-style: italic;">“que puede ser entendido perfectamente como una referencia al Holocausto”, </span>pues en él <span style="font-style: italic;">“los sufrimientos son purificadores en dos sentidos: en lo personal y en un plano social”</span> […] Aquí cabe evocar al filósofo que se basó precisamente en Isaías 53 para fundamentar su teología del Holocausto. Para Ignaz Maybaum, el judío sufre a fin de despertar la conciencia del mundo gentil que es su victimario. A partir del martirio judío, la humanidad entera, por reflejo, ahonda su búsqueda en la senda del bien […] <span style="font-style: italic;">“Mira:yo pongo hoy delante de ti la vida y la bendición, la muerte y la maldición”, </span>concluye por decirnos la Torá. Berkovits, sostenedor de esta idea, agregará que en el tema del Holocausto, el contraste histórico es claro: <span style="font-style: italic;">“desde los humos de Treblinka, irrumpe el Estado de Israel. Lo que Berkovitz denominaría, después del horror, «la sonrisa suficiente». El retorno a Sión da el significado a la historia judía”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero ni este texto representativo ni este artículo agotan lo que cabría saber al respecto. La nómina de expositores de este paródico mesianismo, se engrosaría si incluyéramos en ella a ciertos autores protestantes, como Robert McAfee Brown, o sedicentemente católicos como Harry James Cargas, mucho más entitativo, audaz y heterodoxo que el vocero vaticano Lombardi.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">VI. La Iglesia debe pensar católicamente</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Si se nos ha seguido benévolamente hasta aquí, con especial énfasis en la lectura del parágrafo anterior, un par de necesarias conclusiones podríamos ir elaborando.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">La primera es que la Iglesia no puede asumir como propia la versión oficial sobre el Holocausto, ni mucho menos dotarla de la intangibilidad que se pretende.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Tiene esta versión un cúmulo inagotable de mentiras a designio, fruto principalmente de las llamadas <span style="font-style: italic;">“campañas de desnazificación”, </span>con sus tribunales fiscalizadores, sus lavados de cerebro colectivos y sus programas de reeducación, cuya parcialidad antialemana y aliadófila jamás disimularon. Terminada la guerra, en el Bundesland de Baden-Württemberg se publicó sin rubores: <span style="font-style: italic;">“No debe ser dicho nada favorable sobre el Tercer Reich, y no debe ser dicho nada desfavorable sobre los aliados”. </span>Y en 1960, el Presidente de Alemania Federal, Heinrich Lübke, hablando de <span style="font-style: italic;">“los textos escolares” </span>referidos “<span style="font-style: italic;">al lapso histórico alemán de 1933 a 1945”,</span> solicitó expresamente que trasmitieran <span style="font-style: italic;">“aborrecimiento por el Tercer Reich”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Con sublevante patetismo se advierte que nadie pide estudiar la verdad histórica, investigar serenamente, escudriñar las fuentes, cotejar testimonios, fatigar archivos. Ningún rebelde librepensador se atreve al llegar aquí a pensar libremente. Lo que se pide es instalar de modo unánime y sacramental el pensamiento único elaborado por Israel. Ardid inmoral y escandaloso que viene siendo elaborado perseverantemente desde el infame juicio de Nüremberg, cuyas aberraciones de toda índole jamás se quieren mencionar. Empezando por la que señala Carlos Whitlock Porter en su <span style="font-style: italic;">Not guilty at Nuremberg: </span>se desecharon sin escrúpulos las 312.022 declaraciones notariales presentadas por la defensa, se aceptaron como moneda de buena ley, en cambio, las 8 ó 9 declaraciones presentadas por la fiscalía. Mención aparte significaría recordar la nómina de atentados judíos —algunos de ellos mortales— contra autores e instituciones dedicadas a la revisión histórica. Por probar este aserto, el 3 de enero de 1996, el embajador de Israel en la Argentina, Israel Avirán, ordenó la captura y el secuestro de la revista<span style="font-style: italic;"> “Memoria”</span> que entonces editábamos con un puñado de amigos.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">El Santo Padre, precisamente por su doble condición de patriota alemán y de intelectual destacadísimo, debe ser la persona indicada para advertir que esta versión ruinosa y ficta no puede ser asumida por la Iglesia. Entiéndase bien: no se trata de exigirle a Roma que avale una determinada escuela historiográfica en contra de otra, ni de que tome partido por el revisionismo u otorgue rango de definición ex cathedra a los asuntos meramente terrenos. Pero se trata sí, de rogarle con insistencia que busque celosamente la verdad del pasado, que promueva esa búsqueda con empeño y sabiduría, que apoye a los estudiosos serios y veraces, desdeñando interpretaciones facciosas, preñadas de adulteraciones y de embustes de grueso calibre. Se trata, en suma, de tener bien presente, que el último dogma fue el de la Asunción de María Santísima.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">No podemos conformarnos cada vez con menos, que es una de las definiciones de la tibieza; ni podemos tampoco aceptar la necesidad del doble discurso como constitutivo ineludible de las relaciones diplomáticas. Cierto es que el grueso de las sociedades vive bajo las falacias de la virtualidad y bajo el sometimiento de esos ídolos que supo describir Bacon. Cierto que al amparo de esos ídolos, que entenebrecen la realidad, pocos y cada vez menos son los que distinguen lo que las cosas son, como gustaba decir Gilson. Y cierto al fin, si se quiere, que no le corresponde al Pontífice hacer de historiador, ni andar dirimiendo sobre el <span style="font-style: italic;">Zyklon B</span> o los alambrados de púas en Auschwitz. Pero si ya no hemos de pedirle al Vicario de Cristo que combata a los hijos de las tinieblas, y bregue por la Verdad en la totalidad de sus manifestaciones, ¿a quién entonces deberíamos acudir los católicos?</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">En su confortadora encíclica <span style="font-style: italic;">Spe Salvi,</span> Su Santidad Benedicto XVI memora un texto del <span style="font-style: italic;">Sermón 340</span> de San Agustín, que parece contener toda una respuesta al dilema que estamos planteando. Explica allí el de Hipona que una misión se ha impuesto: <span style="font-style: italic;">“corregir a los indisciplinados, confortar a los pusilánimes, sostener a los débiles, refutar a los adversarios, guardarse de los insidiosos, instruir a los ignorantes, estimular a los indolentes, aplacar a los soberbios, apaciguar a los pendencieros, ayudar a los pobres, liberar a los oprimidos, mostrar aprobación a los buenos”.</span> Todo un programa para estas cruciales circunstancias.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero además, y como quedó dicho, existe otra razón superior para que la Iglesia rechace enfáticamente la versión oficial del Holocausto, y es que tras la misma asoma una teología dogmática judía groseramente anticristiana, burdamente paródica del genuino mesianismo, deliberada mueca hostil de inspiración talmúdica contra la misión salvífica de Nuestro Señor Jesucristo, y su Divina Majestad.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Llama poderosamente la atención que en estos agitados días alrededor del caso Williamson, haya pasado inadvertida toda voz eclesial, empezando por la de Benedicto XVI, que nos haya remitido a la <span style="font-style: italic;">Mit brennender sorge</span> de Pío XI. Allí está todo lo que un católico debe saber para tomar distancias del Nacionalsocialismo, y de cuanto aquella ideología y su concreción política pudieron haber tenido de injusto y aún de ominoso. Pero está todo lúcida y corajudamente explicado en perspectiva católica, para que ningún bautizado confunda el rumbo y la finalidad. <span style="font-style: italic;">“La Cruz de Cristo”</span> —dice Pío XI— <span style="font-style: italic;">“aunque su solo nombre haya llegado a ser para muchos locura y escándalo, sigue siendo para el cristiano la señal sacrosanta de la redención, la bandera de la grandeza y de la fuerza moral. A su sombra vivimos, besándola morimos; sobre nuestro sepulcro estará como pregonera de nuestra fe, testigo de nuestra esperanza, aspiración hacia la vida eterna”</span> [nº 31].</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Los argentinos, además, hemos tenido la gracia del magisterio del Padre Julio Meinvielle. En su opúsculo <span style="font-style: italic;">Entre la Iglesia y el Reich,</span> publicado en el mismo año 1937 de la encíclica de Pío XI, abundan las razones por las que un católico no puede dar su adhesión al Nacionalsocialismo. Pero, insistimos, son las razones de la teología católica, no de la cábala hebrea; y de la historia veraz, no de la fábula del holocausto.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">VII. El juramento antinegacionista</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">La segunda conclusión que debemos ir sacando es que Monseñor Williamson se quedó muy corto. Enbuenahora se haya atrevido a desenmascarar algunos aspectos de la faz histórica de la gran mentira pagando el alto precio de un linchamiento tan injusto cuanto deleznable, sin que las mismas autoridades de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X hayan atinado a algo más que a sacarlo de escena, al compás de las exigencias vaticanas, de las coacciones rabínicas y de las inmundas disposiciones kirchneristas. Pero lo más importante para un católico, y sobre todo si se trata de un Obispo, es la faz teológica de esta ficción hebrea. Y sobre eso nada se dijo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Entiéndase que no es esto un reproche hacia un clérigo que, en este momento de su vida, antes necesita y reclama con equidad un homenaje público que un reto. Pero si le estamos reprochando amablemente todo lo contrario de lo que el mundo le espeta, es para protestar por vía de paradoja, la indignación que nos causa el que no haya prácticamente un solo analista católico y “bienpensante” de esta cuestión que no haya pagado su tributo a la corrección política, diciendo que Monseñor Williamson estuvo imprudente o inoportuno. No faltó tampoco quien le atribuyó la responsabilidad directa en la reacción blasfema de la judería propalada por la televisión del Estado de Israel. Caído el árbol, los incapaces de la altura se abajan dócilmente para fabricar su propia leña.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">No hay nada de cierto en lo que se dice contra Monseñor Williamson; y seguir repitiéndolo agrega estulticia a la ofensiva mundana contra este digno Pastor. Bien y sobradamente se sabe hoy que si no hubiera pronunciado sus traídas y llevadas palabras, cualquiera hubiera sido la excusa para presionar a Benedicto XVI e inculpar al Tradicionalismo hasta impedir su formal inserción en la Iglesia. Bien y sobradamente conocemos también la capacidad del enemigo para instalar un tema, inventándolo, y torcer el rumbo de la realidad hasta sustituirla por la virtualidad. De hecho, no son pocos los informes que vienen circulando desde hace años, incluyendo a Monseñor Lefebvre como una de las cabezas de una supuesta <span style="font-style: italic;">Internacional Negra.</span> ¿Qué hubiera costado cambiar de chivo expiatorio? Sin el reportaje de marras, el montaje judeo-modernista estaría igual en todo su rabioso esplendor. Monseñor Williamson fue la ocasión y la excusa, el pretexto y la coartada. El objetivo era y es mantener en permanente estado de sospecha, de culpa y de marginación a todo lo que represente al Tradicionalismo Católico.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Algunos, movidos por la más noble preocupación, han visto en las declaraciones de Monseñor Williamson un obstáculo para que el Papa pudiera seguir adelante con sus intenciones restauradoras, ya no de los cuatro obispos en apuros canónicos sino de lo que ellos representan desde el punto de vista del resguardo del magisterio tradicional. Pero por lo que llevamos dicho, no sólo es injusto convertir a Monseñor Williamson en un obstáculo —porque desde el instante en que así lo han presentado, artificial e insidiosamente, él no ha hecho otra cosa más que poner la otra mejilla— sino que clama al cielo escamotear a los verdaderos obstaculizadores que se muestran desfachatadamente en centenares de declaraciones judeo-modernistas. Que ante este obstáculo real y concreto —un verdadero montaje internacional contra la Tradición— nada se diga, intramuros o extramuros romanos, es lo verdaderamente preocupante e irritativo. Cambiando la premisa clásica de Tertuliano, se nos quiere hacer creer ahora, que ya no la Sinagoga sino Monseñor Williamson en un reportaje televisivo, es la causa de todos nuestros males.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Quienes en vez de defenderlo a capa y espada —no tanto por la literalidad de lo que dijo, sino por lo que representa y encarna el que haya osado, y el que por eso mismo quieran exterminarlo los honorables criminales de paz—, quienes en vez de sostenerlo, reiteramos, lo han llevado al convencimiento de que debe humillarse hasta el anonadamiento, removiéndolo de sus funciones, se confunden si creen que pueden hacerlo en nombre de la prudencia, de los arreglos temporales, o sencillamente porque lo que debería retractar no es una verdad de Fe. Lo que en el fondo está en debate aquí, encarnado en la figura de este Obispo, no es si existieron o no las cámaras de gas; es si a partir de ahora son los judíos o es la Jerarquía Católica la que manda en la Iglesia y decide la suerte de sus hijos, de su magisterio y de su teología dogmática. Si es el báculo recio del Vicario de Cristo el que tiene que resonar imperativamente entre los fieles, o el cotorreo pérfido de los que siguen vociferando: <span style="font-style: italic;">“¡No queremos que Éste reine sobre nosotros!”.</span> Una vez más lo repetimos: es la integridad del Antiguo y del Nuevo Testamento lo que nos moviliza; no el Manifiesto del NSDAP.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Hemos escuchado y leído decenas de veces el fatídico reportaje que convirtió a Monseñor Williamson en un paria, y al caso que él encarna en un <span style="font-style: italic;">casus belli</span> internacional en el que los litigantes y fiscales se amontonan para castigarlo, pero nunca para debatir académicamente lo que sostuvo. Es curioso. Se trata literalmente de un puñado de palabras racionales, mesuradas, matizadas, dichas sin el menor compromiso con una ideología y sin el mínimo asomo de odio racial o religioso. Sólo una hipocresía de inspiración satánica, y un plan maldito de idéntico origen, pudo convertir ese manojo de serenas, acotadas y eventuales reflexiones históricas en la piedra de escándalo para poner en entredicho la decisión pontificia a favor de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, por un lado, y el derecho del Tradicionalismo a pertenecer a la Iglesia, por otro.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">La reacción de Roma fue la peor de todas. Con fecha 4 de febrero de 2009, la Secretaría de Estado del Vaticano hizo público un Comunicado que, en la parte que nos concierne dice: <span style="font-style: italic;">“Las posturas de monseñor Williamson sobre la Shoah son absolutamente inaceptables y firmemente rechazadas por el Santo Padre, como él mismo ha recordado el 28 de enero pasado, cuando, refiriéndose a aquel salvaje genocidio, reafirmó su plena e indiscutible solidaridad con nuestros hermanos destinatarios de la Primera Alianza, y afirmó que la memoria de aquel terrible genocidio debe inducir a «la humanidad a reflexionar sobre el poder imprevisible del mal cuando conquista el corazón del hombre», añadiendo que la Shoah permanece «para todos como advertencia contra el olvido, contra la negación o el reduccionismo, porque la violencia hecha contra un solo ser humano es violencia contra todos». El obispo Williamson, para ser admitido a las funciones episcopales en la Iglesia, deberá también tomar de modo absolutamente inequívoco y público distancias a sus posturas sobre la Shoah, desconocidas por el Santo Padre en el momento de la remisión de la excomunión".</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Es una declaración de pésima factura doctrinaria y prudencial, que en vano se podrá atemperar adjudicándosela al Secretario de Estado, mientras desde instancias más altas se la refrende, sea tácitamente, por omisión de rectificaciones, o con hechos concretos.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Se trata, en rigor, de la puesta en práctica de un nuevo juramento que sustituye al ya tristemente dado de baja en 1967, y que impusiera en 1910 San Pío X en el <span style="font-style: italic;">Motu Proprio Sacrorum Antistitum. </span>A partir de ahora no es contra <span style="font-style: italic;">“el conglomerado de todas las herejías”</span> que los religiosos deben jurar rechazo y animadversión, sino contra el negacionismo, ridículo efugio de la neoparla hebrea para calificar bajo tal mote a todo aquello que ose poner en discusión racional la amañada versión preponderante del holocausto, con su doble mitología, la histórica y la teológica. Y a partir de ahora, repetimos, Monseñor Williamson y todo aquel que quiera <span style="font-style: italic;">“ser admitido a las funciones episcopales en la Iglesia”,</span> deberá hacer profesión pública de que admite y tiene por válida esta flamante dogmática, incorporada al Syllabus, en tiempos en que este glorioso vademécum de las heterodoxias condenables ha cedido su lugar a la libertad irrestricta de pensamiento.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Las nuevas y escandalosas declaraciones del Padre Federico Lombardi —director de la Oficina de Información de la Santa Sede, recordémoslo— no hacen sino ratificar hasta qué punto las autoridades romanas se han decidido a conferir carácter dogmático al antinegacionismo. En efecto, el viernes 27 de febrero de 2009, la precitada Oficina hace público un comunicado, en el cual —a la par que rechaza las disculpas ofrecidas por Monseñor Williamson, teniéndolas por insuficientes— le ordena que, de acuerdo <span style="font-style: italic;">“con las condiciones establecidas por la nota de la Secretaría de Estado del 4 de febrero de 2009, tendrá que tomar de modo absolutamente inequívoco y público distancias a sus posturas sobre la Shoah”. </span>No encontramos palabras para calificar tamaña obsecuencia al poder judío, tamaña falta de caridad para con el derrumbado Monseñor Williamson, y tamaña osadía como para configurar de hecho este nuevo juramento antinegacionista, a todas luces contrario a la verdad histórica y teológica, y funcional en todo a la estrategia israelita de victimización perpetua.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Ni con el tema de la Inquisición se llegó tan lejos. Urgido Juan Pablo II tras la <span style="font-style: italic;">Memoriali Domini </span>a que aquel Santo Tribunal fuera condenado enérgicamente, el Papa respondió creando una Conferencia Internacional de Estudios, en 1998, asesorada por tres Cardenales y presidida por el Profesor Agostino Borromeo. Seis años después, un enorme volumen titulado precisamente La Inquisición, recogía los resultados de aquellos académicos e investigadores, llegando a la conclusión de que la vilipendiada institución <span style="font-style: italic;">“está lejos de ser como opinan los enemigos de la Iglesia”. </span>Al Holocausto, en cambio, no se le puede conceder este rango de objeto de estudio. Por eso, no nos equivocamos cuando llamamamos “irreflexiva” a la decisión de incorporarlo, de facto, al Símbolo de los Apóstoles, con un status cuasi dogmático, que no se trepidó, por ejemplo, en rechazar para la creencia en el limbo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Extraño caso el de la Santa Madre Iglesia. No se conoce otra religión con una legítima estructura jerárquica bimilenaria, en la cual, agentes externos, y tradicionalmente tenidos por impugnadores de la Fe que esa estructura jerárquica preserva, le indiquen imperativamente a quiénes se puede canonizar, qué oraciones se deben rezar en los oficios cuaresmales, cómo y bajo cuáles formas se han de aplicar sanciones y des excomuniones, y al fin, en qué nuevos dogmas habrá que depositar la certeza a priori e inconcusa como conditio sine qua non para pertenecer al rebaño, ser <span style="font-style: italic;">“admitido a las funciones episcopales”</span> y, perseverando mansamente en esa línea, tal vez, algún día, alcanzar la salvación eterna.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Y extraño caso además, el de esta Iglesia, que asfixiada y coaccionada por estos agentes externos —repetimos: tradicionalmente tenidos, y con razón, por impugnadores de su doctrina— los convoca para darles satisfacciones, concesiones y aún perdones, pero no recibe de ellos gesto equivalente alguno sino mayores e insolentes destemplanzas. Cuando el 12 de febrero, el Santo Padre convocó humildemente a su sede a las autoridades de la Fundación Judía <span style="font-style: italic;">“Appeal of Conscience”,</span> y —tal vez a los efectos de descongestionar tanto entredicho— llamó a los israelitas ya no <span style="font-style: italic;">“hermanos mayores”</span> sino <span style="font-style: italic;">“padres en la Fe”, </span>Arthur Schneier, presidente de la entidad invitada le dijo textualmente: <span style="font-style: italic;">“Las víctimas del Holocausto no nos han dado el derecho de perdonar a los culpables ni a los que niegan el Holocausto”. </span>Y cuando Monseñor Williamson, acosado hasta el límite de sus fuerzas, en soledad absoluta y bajo la presión de quienes debieron respaldarlo, escribió el 26 de febrero, al llegar a Londres: <span style="font-style: italic;">“A todas las almas que quedaron honestamente escandalizadas por lo que dije, ante Dios, les pido perdón”, </span>contestó inmediatamente el vicepresidente del Consejo Central de Judíos en Alemania, Dieter Graumann, diciendo que no aceptaba el perdón. Otras cabezas rabínicas emularon su actitud.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">¡Ellos, los deicidas, los criminalistas rituales, los responsables de homicidios innúmeros, los martirizadores de pueblos cristianos, los apedreadores de Esteban y los acuchilladores del Santo Niño de la Guardia, los cruentos despojadores de Palestina, los recientes invasores de Gaza a sangre y fuego…! ¡Ellos, los carceleros de los soviets, los instigadores de las chekas, los verdaderos dueños de los gulags, los sicarios de San Simón de Trento, los crucificadores de San Guillermo de Norwich, los que hace dos mil años gritaron crucíficale al Justo entre los justos… Ellos, los sepulcros blanqueados, los hijos del homicida desde el principio, los que por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre (Mt. 23, 27-24), no pueden perdonar ante quien se prosterna para pedirles un perdón que no merecen ni corresponde ni cabe! Qué razón tenía el Padre Castellani cuando decía que <span style="font-style: italic;">“si se hacen manteca los leales, se salen de la vaina los protervos”.</span> Qué razón mayor tenían los honrosos hermanos Lémann, cuando ya conversos y sacerdotes ambos, se dirigían a los aún circuncisos de cuerpo y de alma para asegurarles que un día, en reparación de sus muchas ignominias, tendrán que acercar sus labios a las llagas de Cristo, y dejar caer sobre ellas torrentes de lágrimas.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">VIII. La patria es un dolor que no tiene bautismo</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Por esos extraños designios de la Providencia, el caso Williamson puso a la Argentina en el centro de las observaciones mundiales, por las obvias razones de que aquí, en estos lares, residía circunstancialmente el Obispo agraciado primero por la des excomunión pontificia, y caído en cósmica desgracia después, al adjudicársele el pecado mortal de haber leído el <span style="font-style: italic;">Informe Leutcher.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Era toda una ocasión para que la Jerarquía Eclesiástica Nacional estuviera a la altura de las circunstancias, aclarando, distinguiendo, definiendo, ponderando razones, personas, intenciones, circunstancias y fines. Una vez más, sin embargo, mostraron sus miembros la cobardía inmensa que los caracteriza, el contubernio judeomásonico que practican, la ignorancia crasa que los inunda, la complicidad con los enemigos de Cristo y la pusilanimidad femenil para jugarse por la Fe de Siempre. Algo más grave aún mostraron en la ocasión: la incapacidad de alegrarse por la unidad de la Iglesia, propiciada por Benedicto XVI al levantar las excomuniones, y la paralela aunque torva capacidad para irritarse sin disimulos ante la sola posibilidad de que el Tradicionalismo ya no constituyera un cisma formal sino una integración eclesial plena. Desde el Cardenal Primado hasta un imbécil que supo ser su vocero e insiste en llamarse Marcó, todos cuanto mal hablaron o peor callaron merecen nuestro profundo desprecio. Por culpa de sus defecciones y de sus deserciones, de sus mutismos perrunos o sus verborreas medrosas, <span style="font-style: italic;">la patria sigue siendo ese dolor que no tiene bautismo,</span> como llorara Marechal en versos casi póstumos.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Monseñor Williamson fue echado por la tiranía marxista de los Kirchner. Empezaba la Cuaresma, literalmente hablando, cuando la vil determinación se dio a conocer. No hubo un solo pastor que acompañara al cadalso a la víctima, con su palabra, con su gesto, con su pecho fraterno. No hubo un solo pastor despidiéndolo y resguardándolo en el espacio cochambroso donde recibió su último vejamen. Esta marca de la iniquidad difícilmente la perdone y la borre el Señor del rostro ya llagado de la Iglesia en la Argentina. Los inicuos lo declararon persona no grata en el territorio nacional. Los argentinos biennacidos, esto es, a la vera de la Cruz Fundadora, habrán de considerarlo algún día un compatriota digno y respetable.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(102, 0, 204);font-size:130%;" ><span style="font-weight: bold;">IX. ¿Quo vadis, Domine?</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Conocida es la antiquísima leyenda, según la cual, Pedro escapaba asustadizo de Roma para ponerse a salvo de las persecuciones ordenadas por el demente Nerón. En medio de la crispada fuga, se le habría aparecido Jesucristo, colocándosele frente a frente con imperativa mansedumbre. Entonces, cubierto por la perplejidad y el temblor, la pregunta petrina brotó espontáneamente de los labios: <span style="font-style: italic;">¿Adónde vas, Señor? </span>Y el Señor le contesta, con la misma potestad con que lo convenció una tarde sobre el mejor destino de sus redes: <span style="font-style: italic;">“Voy a Roma, a hacerme crucificar por segunda vez, porque tú y mis propios discípulos me abandonan”.</span> No hizo falta abundar más en palabras. Pedro selló la respuesta rotunda de su fidelidad, regresando hacia donde huía para abrazarse al martirio. Con la tierra como cabecera de su torturante cruz, habrá visto más diáfano el cielo ya sin sombras que lo aguardaba victorioso.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Que nadie se confunda ni se escandalice entonces. Que no haya perturbaciones indebidas ni sobresaltos reñidos con la fortaleza que la hora exige. Que cesen los planteos estratégicos, inmanentistas, casuistas. La prudencia falsa, el remilgo presto, la majadería abundante: acaben cuanto antes. Que no sigamos ya debatiendo posibilidades condicionantes: si puede un simple laico —paria en su tierra y huero de todo poder— salirle al cruce al mismo Papa con reconvenciones duras o expresiones terminantes; si puede un simple laico andar recordando la posibilidad de un tiempo parusíaco; si puede un simple laico pedirle al Pontífice que sea piloto heroico atado al timón en la borrasca inclemente; si puede un simple laico, hijo huérfano de padres vivos, rogarle que apaciente a su rebaño, refugiado hoy en el páramo y acorralado por la Sinagoga; si puede un simple laico proclamar el derecho a la Iglesia Triunfante, sin las debilidades de la iglesia de Éfeso que perdió su primer amor, ni la mundana de Pérgamo que mezcló doctrinas, ni la tibia de Laodicea, que no quiso elegir ni lo frío ni lo caliente.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Sí, podemos y debemos los simples laicos hacer todo lo posible por resguardar el honor de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Reconocemos en el Papa —en Benedicto XVI, en quien le antecedió y en quien le suceda— al Vicario de Cristo. En tanto tal, es suyo nuestro amor, nuestro vasallaje, nuestro respeto y nuestra obediencia. Suya también, con el auxilio de la gracia, nuestra decisión irrevocable de vivir y morir en la Iglesia que preside y gobierna.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">Pero precisamente porque el amor nos mueve, es que queremos para el Papa el más alto de los destinos en esta hora de prueba. El destino de Pedro, que tentado por la comprensible y humana debilidad a una fuga indecorosa —como temió antes por la presión judía, como temió aquel viernes cuando el gallo resoplaba tres veces— reciba al Cristo recio e impasible en su camino. Y ya no pueda fugarse sino arraigarse a la sangre redentora.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 153);">¿Adónde vas, Señor? No; ya no vayas tú, <span style="font-style: italic;">El que ha de volver. </span>Es mi turno y mi puesto, mi guardia, mi honor, mi misión indeclinable. No vayas tú, Dios mío. Pero dame las fuerzas para que en mi viaje hacia el Calvario, mi ejemplo arrebate a los bautizados fieles, saque a los débiles de la molicie, a los felones de su ruina, y resulte aguijón punzante con que la voluntad de los virtuosos se despierte aún más resuelta, se enderece como una lanza en la vanguardia, y se disponga sin regreso a la batalla final.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">Antonio Caponnetto</span></span><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="font-style: italic; color: rgb(255, 102, 102);"> </span><br /></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-11763923837593775312009-02-16T17:16:00.000-02:002009-02-16T17:17:34.915-02:00Aviso<p style="text-align: center;"><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Colonna MT';">Producciones<span> </span>en<span> </span>CD/DVD</span><span style="font-size:180%;"> </span><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Colonna MT';">en</span><span style="font-size: 22pt; color: blue; font-family: 'Colonna MT';"> AUDIO y MP3</span> <span style="font-size: 18pt; font-family: 'Colonna MT';">para la </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 20pt; color: rgb(255, 51, 153); font-family: Algerian;">EVANGELIZACIÓN</span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 20pt; color: rgb(255, 51, 153); font-family: Algerian;">y la CULTURA </span><span style="font-size: 20pt; color: rgb(255, 51, 153); font-family: Algerian;">CATÓLICA</span><span style="font-size: 20pt; color: rgb(255, 51, 153); font-family: Algerian;"></span> </p><p><span> <p><span><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(223, 255, 191);">Jordán Bruno GENTA:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Cátedra de ETICA<span> </span>(30 clases en 2 mp3)</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Conferencias de Filosofía ,Teología y política. </span> </p></span></span></p></span></p> <p><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 255, 191);">Padre Alfredo Sáenz s.j.:</span></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Ciclo sobre la Revolución Francesa<span> </span></span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"><span> </span><span> </span>(1 mp3 con 8 conferencias) </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Conferencias Escogidas I, II, III, IV</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Homilías del Año Litúrgico</span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"> </span> <span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 255, 191);">Padre Alberto Ezcurra:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">El Amor humano</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">La sociedad de consumo y los jóvenes</span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Cuestiones de moral y espiritualidad</span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span></span></p></span></span></span></p></span></p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> <p><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 255, 191);">Padre Jorge Loring s.j.</span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Curso de ORATORIA </span><span style="font-size: 11pt; font-family: 'Bookman Old Style';">(6 conferencias en mp3)</span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Conferencias sobre Ciencia y Fe, el Sto. Grial, la Sta. Sábana, Arqueología bíblica, Moral familiar, Espiritualidad.</span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"><span></span></span> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Bookman Old Style';"> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 255, 191);">Padre José Antonio Fortea:</span></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Nociones de Demonología</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Acerca de la posesión diabólica</span> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 255, 191);">Padre<span> </span>Ennio Innocenti:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">La gnosis como clave interpretativa de la Revolución</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Posibilidad de una fundación<span> </span>católica de la estética.</span> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"> <p><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(223, 191, 255);">Padre Julio Meinvielle:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">La Iglesia en la actualidad</span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(223, 191, 255);">Padre Carlos Lojoya:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Sermones de tiempos de guerra (1982)</span> </p><p> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"> <p><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(223, 191, 255);">Padre Leonardo Castellani:</span> </span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Sermones escogidos, Vol I, y II.</span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span></p></span></p></span></p></span></p></span><span> <p style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-size: 18pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(191, 255, 255);">Padre José María Iraburu</span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">(cf. www.gratisdate. org)</span><span style="font-weight: bold; font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Ejercicios Espirituales correspondientes a sus visitas a la Argentina desde el año 2004.</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Conferencias sobre Familia y Educación</span><span style="font-weight: bold; font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Más de 150 exposiciones de 55 minutos, sobre temas de teología espiritual, agrupados en series temáticas: </span><span style="font-weight: bold; font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Serie “Dame de Beber: </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"><span dir="ltr"></span>1</span><span style="font-size: 11pt; font-family: 'Bookman Old Style';">– Dios, Nuestro Señor; 2– La Iglesia y la liturgia, 3– Gracia, Virtudes y Dones, 4– La oración, 5– Ora et labora, 6– La espiritualidad pascual, 7– La santidad, 8– La vocación, 9– Gracia y libertad, 10– Pecado, conversión y penitencia, 11– Los enemigos del alma, 12– Los consejos evangélicos, 13– Sentido católico de la Ley, 14– Las edades interiores y la dirección espiritual, 15– La muerte cristiana y los novísimos, 16– La Eucaristía.</span><span style="font-weight: bold; font-size: 11pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Serie “Luz y Tinieblas”: </span><span style="font-size: 11pt; font-family: 'Bookman Old Style';">1.- El martirio (de su obra “El martirio de Cristo y de los cristianos); 2.- El apostolado; 3.-Reino y Mundo (temas correspondientes a su libro “De Cristo o del mundo”); 4.-La vida Nueva (de su obra “Evangelio y utopía”)</span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">Serie “Liturgia de la semana” </span><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"><span dir="ltr"></span>51 conferencias sobre todo el año litúrgico, ciclo A.</span><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span></span></p></span></p></span></p></span></p></span></p> <p><span> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext'; text-decoration: underline;"><span style="background-color: rgb(191, 255, 255);">Conferencias Escogidas</span></span><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(191, 255, 255);">:</span><span> </span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro';">Alberto Caturelli,<span> </span>Mario Caponnetto, </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro';">Antonio Caponnetto,<span> </span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro';">Mónica del Río, Hugo Verdera, etc</span> </p><p>Además: </p><p><span style="background-color: rgb(252, 250, 225);">Himnos, Marchas y Canciones </span> </p><p><span style="background-color: rgb(252, 250, 225);">de la Falange Española (3 vol.)</span> </p><p><span> <p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; color: rgb(204, 102, 0); font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 223, 191);">Encuentros<span> </span>de<span> </span></span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; color: rgb(204, 102, 0); font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="background-color: rgb(255, 223, 191);">Formación Católica de<span> </span>Bs. As.</span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';">ciclos completos a partir del VI EFC</span><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 12pt; font-style: italic; font-family: 'Bookman Old Style';">(entre 12 y 22 conferencias c/u)</span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Bookman Old Style';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2003)<span> </span>Psicología y Espiritualidad Católica</span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2004)<span> </span>Las mentiras del mundo moderno</span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2005)<span> </span>La política del Bien común</span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2006)<span> </span>Verdad, Belleza e Ideología en Arte y Medios de Comunicación</span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2007)<span> </span>Modernismo y Teología de la Liberación (en el centenario de la encíclica “Pascendi”)</span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';"></span> </p><p><span style="font-size: 10pt; color: black; direction: ltr; font-family: Symbol;">·</span><span> </span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';">(2008) El liberalismo es pecado.</span><span style="font-weight: bold; font-size: 10pt; font-family: 'Charlemagne Std';"></span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-style: italic; font-family: 'Bookman Old Style';"><span> </span>(Puede también adquirirse cualquiera de las conferencias en forma individual o por selección especial de sólo algunas de ellas).</span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-style: italic; font-family: 'Bookman Old Style';"><strong>SOLICITE EL CATÁLOGO COMPLETO DE GRABACIONES</strong> </span> </p><p><span style="font-size: 12pt; font-style: italic; font-family: 'Bookman Old Style';">(con precios), por correo electrónico.</span> </p><p><span></span></p></span></p></span></p> <p><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"> <p style="text-align: center;"><span style="color:#bf005f;"><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Tekton Pro Ext'; text-decoration: underline;">Pedidos<span> </span>e<span> </span>Informes</span><span style="font-size: 18pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">:</span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="font-size:100%;color:#bf005f;">*en Capital : </span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">Librería Santiago Apóstol</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">Riobamba 337 -</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">011-4372-9670</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;"> </span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="font-size:100%;color:#bf005f;">*en Bella Vista: </span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">La Plata 1721</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">011-4666-3817</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-size: 16pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;"> </span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">cfsanbernardo@ <a href="http://yahoo.com/" target="_blank">yahoo.com</a>. ar<span> </span></span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">santiagoapostol_ libros@yahoo. <a href="http://com.ar/" target="_blank">com.ar</a> </span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; font-size: 12pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">02320-492119</span></span><span style="font-size:100%;"> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"><span style="color:#bf005f;">Envíos al interior del país</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="color:#bf005f;"><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">por<span> </span>contra reembolso</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="font-size:100%;"><span style="color:#bf005f;"><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">(Al exterior por Western Union).</span></span> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="color:#bf005f;"><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';"></span></span><span style="font-size:100%;"> </span> </p><p style="text-align: center;"><span style="background-color: rgb(255, 223, 191);font-family:comic sans ms;font-size:130%;color:#bf005f;" ><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">Círculo de Formación</span></span> </p><p style="text-align: center;"><span style="background-color: rgb(255, 223, 191);font-family:comic sans ms;font-size:130%;color:#bf005f;" ><span style="font-weight: bold; font-size: 14pt; font-family: 'Tekton Pro Ext';">SAN BERNARDO DE CLARAVAL</span></span></p></span></p>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-39855944138072312172009-01-14T20:13:00.002-02:002009-01-14T20:20:07.191-02:00Cartas<div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;"><span style="font-style: italic; color: rgb(255, 255, 102);"> </span></span><br /><span style="font-weight: bold;"></span></div><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-weight: bold;">EL PROBLEMA</span></span><br /><span style="color: rgb(255, 0, 0);font-size:180%;" ><span style="font-weight: bold;">DEL 25 DE MAYO</span></span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">Querido Marcelo:</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Me pides que te escriba para <span style="font-style: italic;">El Caballero de Nuestra Señora</span> —publicación que llevo gratamente en el corazón desde los tiempos en que la iniciará, el inolvidable Padre Carlos Lojoya— alguna nota sobre La Revolución de Mayo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Permitime que te diga porqué me resulta tan difícil hacerlo.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Tradicionalmente prevalecía la visión liberal y masónica de Mayo. Mayo era un dogma indiscutido, en virtud del cual debía repetirse que la patria había nacido en 1810, bajo los sacros auspicios de la democracia, del liberalismo y de la macabra Revoluta de 1789. España era una madrastra malísima —como la de las patochadas infantiles de Walt Disney— y habíamos hecho muy bien en sacárnosla de encima. Los realistas eran tiranos opresores, los revolucionarios eran libertadores, y cada quien ocupaba su bando de malo o de bueno en los libros de texto. ¡Manes de parabienes!</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">No le faltaba fundamento in re a esta visión. Porque efectivamente, este Mayo liberal, masónico, antiespañol y aún anticatólico había existido. Quien se acerque a las malandanzas de Castelli, Moreno y Monteagudo —entre tantos otros— podrá comprobarlo. Otrosí queda penosamente al descubierto cuando se consideran los escritos o los actos del curerío progresista de entonces, más confundidos que Casaretto después del<span style="font-style: italic;"> “Summorum Pontificum”</span> de Benedicto XVI. Por eso desde Roma llegaron voces legítimamente recelosas sino admonitorias respecto del movimiento revolucionario, como lo ha probado Rómulo Carbia en su <span style="font-style: italic;">“La Iglesia y la Revolución de Mayo”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Nuestro mismo Himno ratifica penosamente la existencia oficial de ese Mayo en todo contrario a nuestras raíces católicas. Hasta Ricardo Rojas —que le ha encontrado un par de plagios a la letra, y que nos exime <span style="font-style: italic;">“de la admiración estética”—</span> se intranquiliza un poquitín ante aquello de <span style="font-style: italic;">“escupió su pestífera hiel”.</span> ¿No será mucho, Vicente? Cristina lo canta a lo <span style="font-style: italic;">yankee,</span> con la mano en su siliconado pecho. Yo, caro amigo, te confieso, como bautizado, no puedo andar gritando por ahí que la libertad es <span style="font-style: italic;">“un grito sagrado”. </span>Y si tengo que ver<span style="font-style: italic;"> “en un trono a la noble igualdad”, </span>ya no es igualdad, pues está entronizada y ennoblecida.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Como fuere, el Mayo masonete existió y es aborrecible. Existió y fue el que terminó imponiéndose, salvo durante el interregno glorioso de Don Juan Manuel. Los zurdos —que atacan a Roca por lo que tuvo de bueno— suelen decir que <span style="font-style: italic;">“es preferible un Mayo Francés a un Julio Argentino”. </span>Tengo para mí en ocasiones, ante tanta confusión, que es preferible que no haya mayos.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Los revisionistas —salvo alguno que creyó ver en el 25 de Mayo un 17 de octubre avant garde, y en el gorro frigio al famoso pochito con visera— en principio, pusieron las cosas en su lugar. Al menos los mejores de sus representantes probaron que hubo otro Mayo. Monárquico, hispánico, católico, militar y patricio; enemigo de Napoleón que no de España, fiel a nuestra condición de Reyno de un Imperio Cristiano, en pugna contra britanos y franchutes, filosóficamente escolástico, legítima e ingenuamente leal al Rey cautivo, y germen de una autonomía, que devino forzosamente en independencia, cuando la orfandad española fue total, como total el desquicio de la casa gobernante. Federico Ibarguren y Roberto Marfany, entre otros, se llevan las palmas del esclarecimiento y de la reivindicación de este otro Mayo. Mas nadie ha empardado, en claridad y en rectitud de juicio, al<span style="font-style: italic;"> “Mayo Revisado” </span>de Enrique Díaz Araujo. Sólo ha salido un tomo de los tres anunciados que componen la singular obra, pero es para aguardar ansiosos que la tríada se complete.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Tampoco faltan hechos y personajes para probar la existencia de este Mayo genuino. Están las<span style="font-style: italic;"> “Memorias” </span>de Saavedra, la <span style="font-style: italic;">“Autobiografía”</span> de Domingo Matheu, la de Manuel Belgrano, las cartas de Chiclana, Viamonte y Tomás Manuel de Anchorena. Está la obrita curiosa de Alberdi, <span style="font-style: italic;">“El Gobierno de Sudamérica”,</span> y el mensaje magnífico de Rosas a la Legislatura, del 25 de mayo de 1836. Y hasta las fábulas humorísticas de Domingo de Azcuénaga están para nuestro entendimiento de la época.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Leyendo meditadamente este material, es asombroso cómo se intelige el pasado y cómo se disipan las ficciones ideológicas. Lo que surge de estos valiosos testimonios no es el enjambre de conjeturales paraguas populistas, sino la espada de Saavedra <span style="font-style: italic;">“de dulce y pulido acero toledano, y que en su mano parecía una joya”, </span>al buen decir de Hugo Wast. Espada puesta al servicio de la misma causa por la que en España, hacia la misma época, se desenvainaran otras para enfrentar al invasor Bonaparte. Y si surge también el Cabildo de estas veras semblanzas, es porque entonces, el mismo no era aún una figurita didáctica, sino una hidalga institución de raigambre medieval, custodia de los fueros locales y comarcales.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Pero están los documentos que retratan este Mayo porque estuvieron los acontecimientos y los hombres que los protagonizaron. Y esto sería lo más importante por considerar y celebrar hoy, sino fuera que ese “Mayismo” fue derrotado, y prevaleció el otro. No sólo historiográficamente, que ya es grave, sino política y fácticamente, que es lo peor.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Escuchemos a Rosas, en un fragmento de su valioso mensaje precitado: <span style="font-style: italic;">“No se hizo</span> [la Revolución de Mayo] <span style="font-style: italic;">para rebelarnos contra nuestro soberano, sino para conservarle la posesión de su autoridad. No se hizo para romper los vínculos que nos ligaban a los españoles, sino para fortalecerlos más por el amor y la gratitud. ¡Pero quien lo hubiera creído! Un acto tan heroico de generosidad y patriotismo, no menos que de lealtad y fidelidad a la nación española, fue interpretado en algunos malignamente</span> […]<span style="font-style: italic;"> Perseveramos siete años en aquella noble resolución de mantenernos fieles a España, hasta que, cansados de sufrir males sobre males, nos pusimos en manos de la Divina Providencia y confiando en su infinita bondad y justicia tomamos el único partido que nos quedaba para salvarnos: nos declaramos libres e independientes de los Reyes de España y de toda otra dominación extranjera”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Nuestros amigos carlistas, de un lado y del otro del Atlántico, están enojados con el 25 de Mayo. No les faltan razones, ni son pocas las verdades que al respecto han recordado. Puede aceptarse incluso lo que enseñan: que nuestra guerra independentista tuvo algo o bastante de una dolorosa guerra civil, en tanto americanos hubo que se sentían inaboliblemente insertos a la Corona, con un gesto de lealtad que los honra. Puede y debe aceptarse, además, que la fábula escolar de “los realistas” malvados y los “patriotas” impolutos es un cuento de mal gusto. El realista Liniers fue un arquetipo de nuestra lucha soberana; el patriota Moreno, la contrafigura del cipayo. Y hasta tienen razón los carlistas cuando comentan que, en ciertas zonas hispanoamericanas, los negros defendieron la Corona y se batieron por su causa, sin importarle su condición. Claro que hablamos —como lo hace Luis Corsi Otálora— de los bravos negros que enarbolaban orgullosos los pendones de la Orden de San Luis y no de los morochos mercenarios de D’Elía. Por eso decía Ramón Doll que <span style="font-style: italic;">“hay negros de todos los colores”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Pero determinadas cosas vinculadas a nuestro 25 de Mayo, los admirados carlistas parecería que no quieren ver, o ven a medias, y entonces precipitan sus juicios. No quieren ver, por ejemplo,la gravísima crisis moral del Imperio Español, sintetizada en aquella sentencia tan dura cuanto cierta de Richard Heer:<span style="font-style: italic;"> “España estaba gobernada por un galán frívolo, una reina lasciva y un rey cornudo”.</span> No quieren ver que, a comienzos de 1810, sólo quedaban las apariencias de España, con<span style="font-style: italic;"> “los franceses que salen por un lado y los ingleses que entran por el otro”,</span> según afirmación de Benito Pérez Galdós en <span style="font-style: italic;">“El equipaje del Rey José”.</span> No quieren ver que tanto ultraje, tanto vejamen, tanta depredación y anonadamiento de la Madre Patria, eran males causados por sus mismos reyes felones, por su misma borbonidad traicionera, por la vacancia y la acefalía cobarde de una Corona, que ya no era la de los siglos del Descubrimiento y la Evangelización.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Y no quieren ver —como lo ha sintetizado certeramente Luis Alfredo Andregnette Capurro, replicando a Federico Suárez Verdeguer— que <span style="font-style: italic;">“las Cortes de 1810 y 1812, pletóricas de iluminismo jacobino, y Fernando VII con su avaricia absolutista, precursora del liberalismo, sellaron la destrucción del Imperio Católico. Crimen incalificable, porque la Revolución (en el sentido del verbo latino </span>volver hacia atrás), <span style="font-style: italic;">aspiró a una unión más perfecta con la Metrópoli”. </span>Crimen que se ejecutó con varias puñaladas traperas, como cuando el 24 de septiembre de 1810, las Cortes de Cádiz aprobaron la ley por la cual se dispuso la extinción de Provincias y Reynos diferenciados de España e Indias, en clara señal de abolición de los honrosos Pactos sellados por Carlos V en Barcelona el 14 de septiembre de 1519.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿De qué lado estaba entonces la traición? ¿De los americanos que se levantaban jurando fidelidad al Rey cautivo, deseando conservar sus tierras, aunque reclamando la necesaria autonomía para no ser arrastrados por la crisis peninsular, o de la casa gobernante española que pactó la rendición ante Napoleón Bonaparte? ¿Quiénes eran los leales, los que se rebelaban aquí, a imitación de los combatientes hispánicos, para comportarse como súbditos corajudos y lúcidos, o aquellos funcionarios, cortesanos y monarcas que se desentendieron vilmente de la suerte de estos Reynos, como lo gritaba Fray Pantaleón García en el Buenos Aires de 1810? ¿Adónde la fidelidad? ¿En las intrigas borbónicas para convertirnos en pato de la boda, como decía Saavedra; o en este surero Buenos Aires levantado en hazañas, primero contra el hereje britano, y contra los alcahuetes de Pepe Botella después, y en ambos casos, levantado siempre con la bandera de España entre los mástiles?</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">A ver si nos vamos entendiendo. La historia es historia de lo que fue, no de lo que pudo haber sido, o de lo que nos hubiese gustado que fuera. Nos hubiese gustado que el Imperio Hispano Católico no se extinguiera; y que nosotros nos constituyéramos en <span style="font-style: italic;">“la última avanzada de ese Imperio”,</span> como cantaba Anzoátegui. Nos hubiese gustado que Mayo no hubiese sido necesario; y seguiremos repitiendo con José Antonio: <span style="font-style: italic;">“si volvieran Isabel y Fernando, ya mismo me declaraba monárquico”; </span>esto es, vasallo de aquella Corona por la cual la monarquía se reencontró a sí misma como forma pura y paradigmática de gobierno. Nos hubieran gustado tantas cosas.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Pero los hechos se dieron de otro modo, seguramente por permisión de la Divina Providencia. Y no renegamos de nuestro Mayo Católico e Hispánico, ni de una autonomía que no era desarraigo, ni separación espiritual, ni ingratitud moral. No renegamos de aquellos patriotas que, portadores de sangre y de estirpe hispanocriolla, tuvieron que batirse al fin, heroicamente, para que esa autonomía fuese respetada.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Ves, querido Marcelo, por qué es tan difícil hablar o escribir sobre el 25 de Mayo?</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">¿Qué festejamos ese día? El Mayo masón desde ya que no. Ese será el del Bicentenario Oficial. Un festejo tan desnaturalizado y horrible como lo fue el de la gloriosa Reconquista y Defensa de 1806-1807. Será el Mayo falsificado y ruin, liberal y marxista, agravado por el magisterio soez de Felipe Pigna —nuevo Taita Magno de la Historia, como lo ridiculizaría Castellani— según el cual, Moreno fue el primer desaparecido y Saavedra el primer represor. Y lo peor es que a esta obscenidad llaman algunos ahora revisionismo histórico.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">El Mayo de algunos de nuestros entrañables amigos españoles, tampoco podríamos festejar. Para ellos lo de aquí fue una simple traición a España; y aunque traidores hubo, sin duda, tuvo aquel acontecimiento protagonistas centrales transidos de lealtad y de fidelidad, de arraigo espiritual y encepamiento religioso, de recto y fecundo amor al solar natal, de prudente, gradual y legítimo sentido de emancipación americana.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">El Mayo de los revisionistas heterodoxos, que vieron en aquellas jornadas de 1810 un alzamiento de orilleros resentidos y desarrapados rencorosos, tampoco es celebrable. Entre otras cosas, porque no existió. El piqueterismo es cosa de este siglo. Tampoco el Mayo de los católicos liberales, que creyeron calmar sus conciencias encontrando alguna tonsura entre los revolucionarios, aunque enseñaran las peores macanas modernistas.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Si algún Mayo recuerdo con gratitud,emoción y decoro; con absoluta austeridad de manifestaciones festivas, es el que encarna aquel Comandante de Patricios, que afirmando con meridiana claridad que se alzaba contra franceses e ingleses —y contra todos aquellos que aquí o acullá quisieran comprometer el destino de estas tierras franqueándoles las invasiones— puso su condición militar al servicio de Dios y de entrambas Españas.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">De él dijo Braulio Anzoátegui: <span style="font-style: italic;">“Saavedra era un militar que jamás andaba sin uniforme, porque comprendía que un militar sin uniforme es una persona peligrosa que de pronto le da por pensar como un político cualquiera, y piensa y es capaz de olvidarlo todo; es como una dueña de casa que olvida lo que vale la docena de huevos. En esto se parecen las malas dueñas de casa a los malos militares: en que no saben cuánto valen los huevos”.</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Saavedra lo sabía. Y tenía fama de saber estas cosas fundamentales. Por eso, el Capitán Duarte lo quiso proclamar Rey de América. Pero Moreno lo acusó de borracho y lo desterró de la ciudad. También desterrado acabaría Saavedra.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">Curioso destino el de nuestros hombres de armas. Si no saben cuánto valen los huevos los nombran Generales. Si proclaman nuestra soberanía pasan a la historia por borrachos. Te mando un abrazo fuerte.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">En Cristo y en la Patria</span><br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Antonio Caponnetto</span><br /></div><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(255, 255, 0);"> </span><br /></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-14749755349775962942008-07-18T23:11:00.002-03:002008-07-18T23:16:20.002-03:00Novedad editorial<div style="text-align: center;"><span style="font-size: 180%;"><span style="font-weight: bold;">LA PERVERSIÓN</span></span><br /><span style="font-size: 180%;"><span style="font-weight: bold;">DEMOCRÁTICA</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">del Dr. Antonio Caponnetto</span><br /></div><ul style="color: rgb(0, 0, 0); text-align: center;"><li style="font-style: italic; color: rgb(255, 0, 0);">Una respuesta a los católicos liberales de diversos signos</li><li style="color: rgb(255, 0, 0); font-style: italic;">Una réplica a quienes se insertan en el Régimen</li><li style="color: rgb(255, 0, 0); font-style: italic;">Una refutación a los políticamente correctos</li><li style="color: rgb(255, 0, 0); font-style: italic;">Una condena a los que pactan con el sistema</li><li style="color: rgb(255, 0, 0); font-style: italic;">Un curso de acción para los católicos coherentes</li></ul><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;"></span>Un libro de 336 páginas.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">INDICE ANALÍTICO</span><br /><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">Capítulo 1:</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">Reflexiones doctrinales</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">sobre la perversión democrática.</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">La polémica con Cosme Beccar Varela</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">I. </span>La democracia es una religiosidad subvertida<br /><br /><span style="font-weight: bold;">II. </span>La democracia es un conglomerado de perversiones<br /><br /><span style="font-weight: bold;">III. </span>La democracia y el Magisterio de la Iglesia<br /><br /><span style="font-weight: bold;">IV. </span>Lo principal y lo subalterno en la perversión democrática<br /><span style="font-weight: bold;">V. </span>La elección de los gobernantes<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VI. </span>La democracia en concreto<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VII. </span>Epílogo provisorio<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VIII. </span>Las reacciones de dos hombres de bien<br /><br /><span style="font-weight: bold;">X. </span>La reacción de un obtuso<br /><br /><span style="font-weight: bold;">X. </span>Las enseñanzas de Sardá y Salvany<br /><br /><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">Capítulo 2:</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">Los principios olvidados</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">I. </span>Un católico no puede ser democrático<br /><br /><span style="font-weight: bold;">II. </span>Un católico no puede profesar una religiosidad subvertida<br /><br /><span style="font-weight: bold;">III. </span>Un católico no puede aprobar el sufragio universal<br /><br /><span style="font-weight: bold;">IV. </span>Un católico no puede admitir la soberanía popular<br /><br /><span style="font-weight: bold;">V. </span>Un católico no puede creer en el constitucionalismo moderno<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VI. </span>Un católico no puede integrar la partidocracia<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VII. </span>Un católico dedicado a la política, no puede omitir<br />la doctrina de la Realeza Social de Jesucristo,<br />ni el carácter confesional de su misión<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VIII. </span>Juicio moral conclusivo<br /><br /><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">Capítulo 3:</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">Cuestiones disputadas</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">I. </span>La inevitabilidad del sistema y del presente,<br />y el carácter de medio de algunos hechos políticos,<br />como la formación de partidos, otorgan legitimidad<br /><br /><span style="font-weight: bold;">II. </span>Los hechos políticos como el sufragio universal<br />y el ordenamiento constitucional liberal,<br />impuestos por el tiempo,<br />hallan su legitimidad en tal imposición<br />y en su perdurabilidad cronológica<br /><br /><span style="font-weight: bold;">III. </span>La obligación moral de votar<br />y de participar en el sistema es el remedio<br />para evitar el error del abstencionismo político<br /><br /><span style="font-weight: bold;">IV.</span> Los partidos políticos son irreemplazables<br />y el único medio que tenemos de participar en la vida cívica<br /><br /><span style="font-weight: bold;">V. </span>El mal menor<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VI. </span>La apelación a los personajes prestigiosos<br /><br /><span style="font-weight: bold;">VII. </span>El relativismo pragmatista<br /><br /><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">Epílogo:</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">El quehacer político del católico</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">I. </span>Condiciones para inteligir el quehacer<br /><br /><span style="font-weight: bold;">II. </span>El quehacer posible y no regiminoso<br /><br /><span style="font-weight: bold;">III. </span>La necesaria visión sobrenatural<br /><br /><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">Anexo:</span></span><br /><span style="font-size: 130%;"><span style="color: rgb(51, 51, 255); font-weight: bold;">La carta de Enrique Broussain</span></span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">I. </span>¿Controversia en Satania?<br />¿O vocación para héroes vendeanos?<br /><br /><span style="font-weight: bold;">II. </span>La democracia, dominación de la plebe<br /><br /><span style="font-weight: bold;">III. </span>La democracia y el comunismo bolchevista<br /><br /><span style="font-weight: bold;">IV.</span> La democracia tradicional<br /><br /><span style="font-weight: bold;">V. </span>La posibilidad de la democracia tradicional<br /><div style="text-align: right;"><span style="font-style: italic;"> </span><br /></div></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-6821191892656338502007-11-13T10:32:00.000-03:002007-11-13T10:33:38.254-03:00Hebe de Bonafini y el adoctrinamiento<span style="font-size:180%;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">“DAN VIVIENDAS A CAMBIO DE ADOCTRINAMIENTO</span><br /></span><br /><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">“Las Madres de Plaza de Mayo impulsan las ideas de Chávez</span><br /></span><br /><span style="font-style: italic;">“El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tiene en el país importantes difusores de su ideología que, para eso, cuentan con fondos públicos argentinos. La línea de Madres de Plaza de Mayo que comanda Hebe de Bonafini aprovecha subsidios del Estado nacional y de la ciudad de Buenos Aires para difundir «el socialismo del siglo XXI». Entre enero de 2006 y junio de este año, el Gobierno entregó casi dos millones de pesos a la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Otros cuatro millones de pesos en becas fueron aportados por el gobierno porteño, que, a su vez, también dio a esa agrupación 32 millones de pesos para la construcción de 600 viviendas en Villa Soldati.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Con ese dinero, las Madres de Plaza de Mayo organizaron el trabajo en tres villas de emergencia, pero el compromiso social tiene un costo para los habitantes del lugar: la asistencia a cursos de pensamiento político. Esas cátedras son dadas por personal de la Universidad de las Madres, uno de cuyos docentes es el encargado de negocios de Irán, Moshen Baharvand. Hebe de Bonafini estuvo hace dos semanas en Bolivia, invitada a la recepción que el presidente Evo Morales dio al mandatario iraní Mahmud Ahmadinejad, aliado estratégico del gobierno venezolano.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Desde el 14 de agosto último, en la página oficial en Internet de las Madres de Plaza de Mayo se reproduce una conversación entre Bonafini y Chávez referida al trabajo en la villa 15, cuando la dirigente argentina pide permiso para denominar Simón Bolivar a la escuela que fundarán en ese asentamiento; el presidente venezolano le indica entonces a Bonafini: «Tú estás haciendo socialismo, y yo quiero ver ese socialismo en ese barrio». Pese a la transcripción de ese diálogo con Chávez, la líder de las Madres de Plaza de Mayo negó que se adoctrine políticamente a los beneficiarios de las viviendas cuando fue consultada por LA NACION.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“El ingreso de la agrupación Madres de Plaza de Mayo en los asentamientos de la Capital Federal se produjo oficialmente el 10 de octubre de 2006. El gobierno de la ciudad entregó 1.900.000 pesos para un plan de capacitación para la construcción de viviendas en la villa 15, cifra que incluyó 100 becas de 1100 pesos mensuales cada una para quienes ingresen en el programa.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“En la revista de las Madres de Plaza de Mayo pueden encontrarse las formas en la que «se trabaja el barrio». En ese periódico se informa: «Los cursos incluyen uno de formación política, que es obligatorio. ¿Cómo se garantiza la concurrencia de los vecinos? Simple, dictándolo en un momento de la clase de cada curso de oficios».</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Luego de ese plan piloto en la villa 15, el gobierno de la ciudad amplió el 11 de enero último el aporte a la fundación de Bonafini al concederle una licitación para la construcción de 600 viviendas en el barrio Los Piletones, por 32.070.320 pesos. El 18 de abril último, una resolución administrativa del gobierno porteño le entregó a Bonafini la posibilidad de repartir becas de 400 pesos mensuales a quienes se capaciten en su proyecto.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Los fondos desde el gobierno nacional llegan a la Fundación Madres de Plaza de Mayo mediante la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Oscar Parrilli. Según los registros de esa dependencia, el 2 de febrero de 2006 fueron entregados 45.000 pesos para la Fundación Madres de Plaza de Mayo; otro monto igual fue dado el 6 de marzo de 2006 y el 10 de mayo de ese año se derivaron a Bonafini otros 100.000 pesos. Este año quedó registrada una sola asignación, claro que de 1.680.000 pesos, otorgada el 28 de marzo.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Ese mismo mes se había realizado en el estadio de Ferro el acto de Chávez contra Bush, en el cual fue expuesto de manera pública que la organización estuvo a cargo de las Madres de Plaza de Mayo, con fondos nunca antes explicados. Cada fecha de entrega de un subsidio prácticamente coincide con manifestaciones de Bonafini en favor del Gobierno.</span><br /><br /><span style="font-size:130%;"><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">“Más dinero</span><br /></span><br /><span style="font-style: italic;">“En el Boletín Oficial del 13 de junio último, el Poder Ejecutivo asignó una frecuencia radial a la Fundación Madres de Plaza de Mayo, como entidad sin fines de lucro. Unos días después, Bonafini pidió el voto en favor de Daniel Filmus, el entonces candidato a jefe de gobierno porteño del oficialismo, en lo que resultó la primera manifestación electoral en la historia de esa agrupación.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Esa definición en favor de Filmus no impidió que el 27 de agosto último, Telerman permitiese otra entrega de 1.600.000 pesos para la Fundación Madres de Plaza de Mayo, con la finalidad de apoyar el emprendimiento en la villa 15.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">“Tres días antes, el jefe del gobierno porteño y la senadora Cristina Fernández de Kirchner tuvieron la compañía de las Madres de Plaza de Mayo en un acto de campaña en ese lugar. Diez días atrás fue el turno del presidente Néstor Kirchner de visitar la villa 15 con Bonafini”.</span><br /><br /><div style="text-align: right;"><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">(Diario “La Nación”, miércoles 17 de octubre de 2007)</span><br /></div>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-17034058449118723122007-10-06T14:42:00.000-03:002007-10-06T14:49:13.849-03:00Bergoglio en su sitio<span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;"><br />Discurso de del cardenal Jorge Mario Bergoglio, </span><br /><span style="font-weight: bold;">Arzobispo de Buenos Aires, </span><br /><span style="font-weight: bold;">en la Sinagoga Bnei Tikvá Slijot</span><br /><span style="font-weight: bold;">(8 de setiembre de 2007)</span><br /></span><br />1. <span style="font-style: italic;">“El Señor dijo a Abram: Deja tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te mostraré”</span> y <span style="font-style: italic;">“Abram partió, como el Señor se lo había ordenado”</span> (Gén. 12, 1 -3). Así comenzó el camino de la promesa ... y siguió durante siglos a través de pueblos, ciudades, naciones y desiertos. El camino de un hombre elegido que dejó que el Señor le escribiera la historia e hiciera de él una gran nación (cfr. Gén. 12, 2), un pueblo; el camino de un hombre y un pueblo que, sabiéndose elegidos, iban en pos de una promesa e hicieron alianza con su Dios. <span style="font-style: italic;">“Camina en mi presencia y sé irreprochable”</span> (Gén. 17, 1) fue el mandato. Caminar bajo la mirada del Señor, en su presencia, con la voluntad de cumplir su mandato.<br /><br />2. Hoy, aquí en esta Sinagoga, tomamos nuevamente conciencia de ser pueblo en camino y nos ponemos en presencia de Dios. Es un alto en el andar para mirarlo a Él y dejamos mirar por Él; para examinar nuestro corazón en Su presencia y preguntar si caminamos siendo irreprochables. También yo lo hago, como caminante, junto a Ustedes mis hermanos mayores. La interpelación que nos hacemos es doble: ¿Camino en presencia de Dios? ¿Qué tengo que reprocharme? Son muchas las maneras de no caminar o no querer caminar, o de hacerlo no en la presencia de Dios, es decir idolátricamente ... aquel <span style="font-style: italic;">“andar rengueando de las dos piernas” </span>(I Reyes, 18, 26) que el profeta Elías echaba en cara a su pueblo. Y, en este rengueo, ¡Cuántas cosas nos hacen reprochables a los ojos del Señor! Nos detenemos un instante y nos examinamos. Esto entraña un juicio. Le pedimos al Señor que nos mire, que diga su palabra acerca de mi andar o mi estarme quedo, acerca de si estoy habitualmente en su presencia pretendo esconderme como Adán (cfr Gén. 3, 8), acerca de lo reprochable de mi vivir cotidiano ... Y nos dejamos mirar por Él.<br /><br />3. Esa mirada hará su juicio y nos hará sentir en el corazón cómo hemos andado, qué tipo de renguera es la nuestra, cuáles son y cómo se llaman nuestros baales…. ésos que debemos destruir o, mejor dicho, pedirle a Él que los destruya porque solos no podemos. Siempre someterse a un juicio acarrea temor. El corazón comienza a preguntarse. ¿Cómo es el Señor? ¿me castigará mucho? Aquí podemos equivocamos y confundirlo con Un Dios cruel, un ídolo a la medida de nuestros sentimientos mezquinos o egoístas. Pero, así y todo, la pregunta es válida: ¿Cómo es Dios ante el que ahora me pongo en presencia abriendo mi corazón y la conciencia de mis propias miserias?<br /><br />4. <span style="font-style: italic;">“El Señor es un Dios compasivo, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad”</span> (Éxodo, 34, 6), así se le manifiesta a Moisés que cae de rodillas y se postra. Se trata de la manifestación de su bondad, de su fidelidad. El Señor ante quien estamos hoy es fundamentalmente fiel. Tal fidelidad, que es firmeza, nos sostiene, nos da consistencia y —en medio de nuestros pecados— nos ofrece confianza porque el amor de Dios es un amor invariable que permanece firme siempre incluso cuando las personas se muestran indignas de tal amor. Esta fidelidad está unida a la Alianza es la garantía que tiene el pueblo de que Él cumplirá todo lo prometido: <span style="font-style: italic;">“El Señor se acuerda siempre de su alianza, de lo que pactó con Abraham, del juramento que hizo a Isaac”</span> (Salmo 105, 8-9; I Corintios, 16, 15-16). Sin embargo no se trata de una fidelidad externa puramente legal, del mero mantener la palabra empeñada .... No. La fidelidad del Señor es entrañable, es su modo de ser más hondo. Isaías nos lo señala bellamente: <span style="font-style: italic;">“Sión decía: «El Señor me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí» ¿Se olvida una madre de su criatura? ¿No se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré" </span>(Isaías, 49, 14-15; cfr. Salmo 27, 10). Su fidelidad es ternura.<br /><br />5. Por ello, al ponemos hoy en la presencia de Dios, al sometemos a su juicio, lo hacemos confiados en ese Señor de honda ternura, que es fiel y se nos presenta como el que <span style="font-style: italic;">“te amé con un amor eterno y por eso te atraje con fidelidad”</span> (Jeremías, 31, 3). Sí, el Señor nos atrae hacia sí con fidelidad, <span style="font-style: italic;">“con lazos de amor”</span> (Oseas, 11, 4). Sólo nos pide que nos dejemos tomar en brazos por Él, que dejemos que Él nos enseñe a caminar (cfr. Oseas, 11, 3); nos pide que reconozcamos que Él es nuestro Dios, <span style="font-style: italic;">“es el verdadero Dios, el Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones, mantiene su alianza y su fidelidad con aquellos que lo aman y observan sus mandamientos” </span>(DL 7 :9).<br /><br />6.<span style="font-style: italic;"> “Camina en mi presencia y sé irreprochable” </span>(Génesis, 17, 1). Ése es el mandato. Hoy seguramente encontraremos cosas que reprocharnos y situaciones en las que no hemos caminado en su presencia. Se nos pide lealtad para reconocerlas, para aceptar que eso es así, pero fundamentalmente se nos pide que toda esa falencia, esa mezquindad, ese pecado no lo escondamos en la inmanencia oscura de la culpa sino lo pongamos ante la mirada del Dios fiel, de ese Señor que es perdonador y paciente. Y esto lo hagamos con coraje y confianza sabiendo que Su fidelidad conlleva una infinita ternura, conscientes de que es Él quien nos invita a acercamos para derramar esa fidelidad-ternura en abundante misericordia: <span style="font-style: italic;">“Aunque sus pecados sean como la escarlata, se volverán blancos como la como la nieve: nos promete; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana” </span>(Isaías, 1, 18). Que así sea.<br /><br />Buenos Aires, 8 de septiembre de 2007<br />Card. Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos AiresCabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-85445922540126064072007-09-22T23:55:00.000-03:002007-09-22T23:56:31.534-03:00Conferencia de Adolfo Silenzi de Stagni<span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">EL CONTRATO CON LA COMPAÑÍA NORTEAMERICANA CALIFORNIA ARGENTINA</span><br /></span><br /><span style="font-style: italic;">(Versión taquigráfica de la clase dictada el 26 de mayo de 1955 en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires por el Dr. Adolfo Silenzi de Stagni, por entonces Profesor titular de Derecho Agrario y Minero). </span><br /><br />Y ahora ocupémonos del contrato que acaba de suscribir el Poder Ejecutivo con la Compañía California Argentina de Petróleo S. A. , del Estado de Delaware, Estados Unidos de América. Como en una sola clase es imposible analizar a fondo la naturaleza jurídica y cada una de las disposiciones de este complejo y minucioso contrato, comentaremos sucintamente las principales reflexiones que nos sugiere la lectura de su articulado.<br /><br />TÉCNICA JURÍDICA DEL CONTRATO<br /><br />Aunque encierra varias figuras jurídicas, puede afirmarse que, desde el punto de vista de la técnica jurídica, este contrato está bien redactado y se conoce que quienes han intervenido, son personas competentes en la materia.<br /><br />Esta afirmación es válida aunque resulte desacostumbrado el estilo jurídico que emplea. Muchas definiciones (arts. 1 y 29) y sobre todo muchas repeticiones parciales, dentro del articulado, ponen en evidencia una técnica habitual en contratos redactados en idioma inglés.<br /><br />La compañía concesionaria se titula “Argentina” pero, en verdad, de argentina no tiene más que el nombre. Se trata de una sociedad constituida en el Estado de Delaware, Estados Unidos, que llevará su correspondencia y contabilidad en idioma extranjero, pagará en dólares a su personal en el país y cobrará también en dólares el petróleo argentino que entregue como si hubiese sido extraído en East Texas, Estados Unidos; es decir, que en cuanto al precio del petróleo que la compañía extraiga de nuestro subsuelo, quedará determinado según el valor que tenga en un mercado extranjero (art. 42).<br /><br />Además, toda medición de petróleo crudo, gasolina y gas natural se sujetará a publicaciones en inglés de la “American Petroleum Institute” o de la “California Natural Gasoline Association” (Anexo C, partes II y III).<br /><br />Por último, el artículo 67 del contrato autoriza a que éste pueda ser transferido, sin necesidad de la aprobación previa del P. E. a la “Standard Oil Co. of California” del Estado de Delaware, Estados Unidos, o a una sucesora de su giro comercial (…)<br /><br />¿QUÉ ANTECEDENTES Y EXPERIENCIA TIENE LA COMPAÑÍA?<br /><br />En el art. 2º, se expresa: “Reconociendo la conveniencia de un rápido y eficiente desarrollo de los recursos petrolíferos de la República Argentina, hacia la meta del autoabastecimiento en tal producto y que la compañía puede contribuir a alcanzar dicho objetivo con su experiencia mundial y con sus conocimientos técnicos…” La lectura de esta disposición invita a formular las siguientes preguntas: ¿Qué experiencia mundial y qué conocimientos técnicos tiene la Compañía California Argentina de Petróleo S.A., recientemente constituida?<br /><br />Si es que el artículo quiso referirse a la “Standard Oil of California” ¿por qué no fue ésta la que suscribió el contrato? ¿Es que la Compañía California Argentina se ha constituido con la participación de algunos accionistas argentinos interesados en beneficiarse con el generoso contrato que comentamos?<br /><br />EL ÁREA DEL CONTRATO<br /><br />El art. 3° delimita el área de concesión, que representa una extensión de 49.800 km2, que es lo mismo que decir: ¡cuatro millones novecientas ochenta mil hectáreas! Dentro de esta zona, la compañía goza durante 40 años prorrogables, a su voluntad, por 5 años más (art. 4°) y de otras prórrogas (arts. 8; 27, 55 y 63) del derecho único y exclusivo de perforar, explorar y catear, tratar, extraer y explotar petróleo (art. 5).<br /><br />Se trata de la concesión más extensa que se conoce en el mundo. Quizá sólo haya sido superada por algún jeque, califa o sultán del Medio Oriente.<br /><br />De haberse aplicado la ley de petróleo N° 12.161, todavía en vigencia en nuestro país, el máximo que hubiese podido concederse sería de diez permisos de cateo de seis mil hectáreas cada uno, lo que hace un total de 60.000 hectáreas; el plan de duración sería de tres años, con dos prórrogas de un año, siempre que se hubieran hecho trabajos serios de perforación (art. 381 a 383 y 385 del Código de Minería); en otros términos, el contrato suscripto importa otorgar una extensión 83 veces mayor que la del máximo que acuerda nuestra ley vigente sobre la materia.<br /><br />¿SE PRECISARÁ PASAPORTE PARA ENTRAR EN EL ÁREA?<br /><br />El art. 6° acuerda el derecho a la compañía a construir y mantener dentro y fuera del área de la concesión, entre otras construcciones e instalaciones: aeropuertos, campos de aterrizaje, sistemas inalámbricos de telégrafos y teléfonos, embarcaderos, caminos, etc.; además, la compañía “no tendrá el deber ni la obligación de poner tales obras e instalaciones o el uso de las mismas a disposición de terceros”. Lo que significa que sin la autorización de la compañía, al Ministerio de Aeronáutica le estará vedado utilizar los aeropuertos y campos de aterrizaje que dentro y fuera del área aquélla construya. Lo mismo dígase del Ministerio de Marina, con respecto a los embarcaderos; del de Comunicaciones, cuando se trate de servicios telegráficos y telefónicos, y del Ejército, para el supuesto caso que necesitara hacer uso de los caminos de la compañía.<br /><br />Después de leer este artículo, no nos explicamos cómo no se ha autorizado también a cercar el área con alambradas y a organizar y mantener un cuerpo de policía y ejército mercenario bajo la bandera de la compañía.<br /><br />INSÓLITO LENGUAJE DEL CONTRATO<br /><br />Con el objeto de que no queden dudas sobre las amplias facultades con que se inviste a la concesionaria en numerosas disposiciones, se repiten expresiones y giros que colocan al Estado en una posición poco digna y que bien pudieron eliminarse sin debilitar el derecho de la compañía. Veamos:<br /><br />“La compañía tendrá la administración, dirección y control, único y exclusivo, y podrá decidir a su juicio respecto a la manera, los medios y métodos de conducir todas las operaciones sujetas a este contrato” (art. 12). “La compañía decidirá a su exclusiva juicio el tipo, la clase y el diseño de todos los equipos, maquinarias, obras…” (art. 13). “La compañía tendrá la facultad de decidir y podrá hacerlo a su solo juicio, respecto al número, selección, empleo, puesto, colocación, ascenso, reducción de categoría, despido y remuneración del personal…” (art. 16). Y así muchas otras disposiciones que no leemos.<br /><br />INCONCEBIBLES PRIVILEGIOS<br /><br />Respecto del régimen de cambios se inviste a la concesionaria de privilegios tales como ninguna empresa privada ni repartición oficial alguna, inclusive Y.P.F., y aquellas integrantes del Ministerio de Ejército, hasta ahora hayan podido gozar. Veamos:<br /><br />a) el art. 14 dice: “La compañía tendrá en todo momento, durante el plazo de este contrato, el derecho de importar a la República, sin necesidad de autorización previa del Banco Central de la República, ni de cualquier otra dependencia o repartición del Gobierno y libre de restricciones, tasas y gravámenes de cualquier naturaleza…” todas las maquinarias, equipos (inclusive aviones, equipos marinos, automóviles, camiones, etc.), que a su parecer, considere necesarios, extendiéndose esta franquicia aún a los contratistas a su servicio.<br /><br />b) el art. 15 dice: “La compañía y sus empleados y los contratistas al servicio de la misma y sus empleados, podrán en cualquier momento, y de tiempo en tiempo, reexportar libremente de la República, sin restricciones de cualquier naturaleza, derecho de aduana, tasas o cargas…”<br /><br />c) el art. 18 dice: "La compañía tendrá el derecho de remesar a la República, libremente y sin restricciones ni gravámenes de cualquier naturaleza, los fondos en moneda extranjera necesarios, a juicio de la compañía… y podrá libremente y sin gravámenes de cualquier naturaleza y en cualquier momento, convertir dichos fondos a moneda argentina al «Tipo de cambio de contrato» en el momento de la conversión y la compañía podrá convertir a dólares y remesar libremente y sin restricción ni gravamen de cualquier naturaleza cualesquiera fondos así remesados que no hubieran sido gastados…”<br /><br />d) el art. 19 es uno de los más importantes y se divide en siete incisos, de la letra A a la G:<br /><br />Vamos a leer los principales: el inciso A) dice: "Todas y cualesquiera sumas de dinero recibidas o a recibir por la compañía en moneda argentina… podrán ser remesadas al exterior libremente y sin restricción, al presentar la compañía en cualquier momento… una solicitud de remesa…” El inciso G) dice: "El Gobierno por el presente contrato garantiza el cumplimiento por parte de todas sus dependencias y reparticiones, de los procedimientos establecidos en este artículo, y la disponibilidad inmediata al banco o bancos u otra entidad o entidades que efectúen las remesas, en la forma mencionada, de los dólares requeridos para tales remesas. Si el gobierno o cualquier dependencia o repartición del mismo dejare de cumplir con el procedimiento arriba indicado, incluyendo el poner inmediatamente a disposición del banco o bancos u otra entidad o entidades que efectúan dichas remesas, todos los dólares requeridos para tales remesas, esta constituirá causa para la terminación de este contrato por la compañía, en virtud y de acuerdo con lo previsto y establecido en el artículo 55 de este contrato”.<br /><br />INDEMNIZACIÓN LEONINA EN CASO DE RESCISIÓN<br /><br />El artículo 55 trata sobre la rescisión o terminación del contrato y establece que, en el caso de que fuera rescindido por el gobierno, éste deberá pagar a la compañía todas y cada una de las sumas indicadas en las cláusulas A, B y C del mismo artículo y que son:<br /><br />A) “La suma que iguale al importe total de la inversión en dólares no recuperada por la compañía, según el presente contrato a la fecha de la terminación del mismo”.<br /><br />B) La suma que iguale al cien por ciento (100%) del importe total del producido neto… en “la cantidad de reservas de petróleo no recuperado en el área del contrato… determinadas dichas reservas de acuerdo con las buenas prácticas de la ingeniería para reservas petrolíferas, suma que se habría devengado a favor de la compañía con arreglo a este contrato, si éste hubiera continuado en pleno vigor y efecto, de acuerdo con todos sus términos y condiciones hasta la expiración del plazo de 45 años…”<br /><br />En caso de discrepancia sobre la suma total que debe pagar el Gobierno, el monto y el importe de cada pago en cuotas deberán ser determinados por arbitraje, según lo establece el art. 64.<br /><br />Para el supuesto que en el momento de rescindir el contrato el número de pozos perforados fuese insuficiente “para estimar apropiadamente la cantidad de las reservas de petróleo no recuperadas… deberá entonces Y. P. F. comenzar con prontitud y seguidamente proceder con diligencia a perforar y terminar a su cargo en cada una de dichas áreas, aquel número de pozos que fuera necesario para estimar las reservas de petróleo no recuperadas…”<br /><br />Es difícil guardar la serenidad y compostura de un profesor universitario cuando se leen disposiciones como las que comentamos, pero si queremos llegar hasta el final, debemos armarnos de una gran paciencia, pues el art. 55 no ha terminado, falta que el Gobierno entregue algo más, además de su dignidad, y ello está contenido en el inciso c), que establece también el pago de “una participación bruta igual al valor en yacimiento…” del 25 por ciento de todo el petróleo producido y almacenado con anterioridad al vencimiento de los 45 años… “proveniente dicho petróleo de las estructuras geológicas y trampas estratigráficas localizadas dentro del área del contrato” y que "hubieran sido reconocidas por la compañía como potencialmente productivas de petróleo…”<br /><br />LA COMPAÑÍA PUEDE RESCINDIR EN CUALQUIER MOMENTO SIN INDEMNIZAR<br /><br />Lo extraordinario de todo esto es que, después de leer las indemnizaciones o pagos que se asegura la compañía para el supuesto de que fuera rescindido el contrato por el Gobierno, no encontramos disposición parecida en el caso de que sea la compañía quien haya hecho abandono de los trabajos. Muy por el contrario, el Art. 51 dice: "La compañía, podrá, a su elección, en cualquier momento, mediante notificación dada por escrito al Ministerio de Industria, terminar este contrato respecto de todos los terrenos cubiertos en ese entonces por el mismo. La compañía, con no menos de 30 días de anticipación dará al Ministerio de Industria aviso por escrito de su intención de terminar así este contrato.<br /><br />OBLIGACIONES DE LA COMPAÑÍA<br /><br />Como vemos, se trata de un típico contrato leonino. A lo único que la compañía se obliga es a invertir en el curso de los dos primeros años de la vigencia del contrato, como mínimo, en operaciones de exploración, cuatro millones de dólares; durante el tercer año, cinco millones, y el cuarto año cuatro millones quinientos mil dólares; es decir, en total, trece millones quinientos mil dólares (art. 20) . Durante este plazo de cuatro años se obliga también a perforar en las cuatro millones novecientos ochenta mil hectáreas que se le conceden, un sólo pozo exploratorio y a emplear no menos de un equipo de perforación (art. 21).<br /><br />Para el caso que se hubiese descubierto petróleo o gas antes de los cinco años y medio del contrato, la compañía se compromete a tener no menos de dos equipos de perforación y hasta el octavo año tendrá un número de equipos no menor de uno por cada 10.000 kilómetros cuadrados del área del contrato, es decir, un máximo de cinco. Después de esa fecha será de uno por cada 5.000 kilómetros cuadrados; es decir, prácticamente nada, pues la extensión que este contrato concede, repetimos, es extraordinaria, tal vez única en el mundo, y los equipos de perforación deberán estar en relación directa con la superficie otorgada.<br /><br />La ley 12.161 de petróleo (…) no permite más que 10 permisos de cateo con un máximo de 6.000 hectáreas cada uno, obliga al explorador, para concederle una segunda prórroga de un año, a tener dos perforaciones por cada permiso, con una profundidad que justifique a juicio de la autoridad minera, la seriedad de dichos trabajos (art. 383, Código de Minería).<br /><br />LAS CONTROVERSIAS ENTRE LA COMPAÑÍA Y EL GOBIERNO SERÁN RESUELTAS POR UN ÁRBITRO TERCERO EXTRANJERO<br /><br />El artículo 64 establece que, en caso de disputas o controversias entre la compañía y el Gobierno, de orden económico, financiero, comercial o contable, deberán, de común acuerdo, designar una persona o firma de alta reputación para actuar en calidad de arbitrador amigable componedor.<br /><br />Si no se pusieran de acuerdo, escogerán árbitros cada uno por su parte y, en caso de que ambos no llegaran a un acuerdo, deberán elegir el árbitro tercero.<br /><br />Para la designación de este árbitro tercero, en el supuesto de que tampoco hubiera acuerdo entre las partes, estará a cargo del presidente de la Suprema Corte de la Nación, dentro de un plazo de un mes, con la condición de que no sea argentino ni estadounidense y que el mismo sea miembro de una firma de alta reputación y renombre internacional, con sede principal de sus oficinas en Canadá, Inglaterra, Holanda o Suiza. En caso de que no lo eligiera dentro de un mes, pasará esta facultad de elegir el árbitro tercero al Instituto Americano del Petróleo —que es una organización de las empresas privadas norteamericanas— con sede en Nueva York.<br /><br />Y si las disputas o controversias fueren de orden técnico, científico o de ingeniería, serán dirimidas también por arbitraje de la misma manera antes señalada, pero eligiendo una persona o firma de alta reputación en materia de ingeniería del petróleo.<br /><br />Este es uno de los artículos que más lesionan la dignidad nacional, por cuanto ningún Estado soberano puede tolerar que las controversias que tenga con una empresa privada se sometan a la decisión de una organización contable, por más alta reputación y renombre internacional que tenga con sede principal de sus oficinas en Canadá, Inglaterra, Holanda o Suiza. Aparte de que, con esta limitación, el árbitro tercero está ya tácitamente designado —ya que es difícil que existan más de un par de firmas que satisfagan los requisitos impuestos—, es inadmisible que se sustraiga a la jurisdicción de los tribunales nacionales el juzgamiento de disputas que hacen estrictamente al derecho privado. El Gobierno no puede reconocer derechos de extraterritorialidad a ninguna compañía extranjera.<br /><br />Esta modalidad (…), sólo se acostumbró irnponerla a países asiáticos o africanos.<br /><br />Es el caso de las capitulaciones firmadas entre algunos países europeos y China en el siglo XIX. Verdaderos convenios internacionales, en virtud de los cuales los súbditos de los estados extranjeros residentes en el país que se considera semicivilizado, son substraídos de pleno derecho a la competencia de los tribunales locales, dándose como explicación o fundamento a esta derogación de derecho común, la falta de garantía jurídica que ofrece el país vasallo.<br /><br />CLÁUSULA DE LA COMPAÑÍA MAS FAVORECIDA<br /><br />Que se ha firmado con la Compañía California Argentina una verdadera capitulación y no un contrato privado, se confirma con la lectura del artículo 69, que dice:<br /><br />“Si con posterioridad a la fecha de la firma de este contrato se dictare o pusiere en ejecución cualquier legislación general petrolífera, contrato-ley o contratos relacionados con la exploración, explotación, transporte, refinación y distribución de petróleo (o con cualquiera de tales actividades) , «la compañía» tendrá el derecho sin que constituya para ella una obligación, de:<br /><br />1) Cambiar este contrato en su totalidad de manera de conformarlo con las disposiciones de legislación general petrolífera; o<br /><br />2) Modificar este contrato a efectos de conceder iguales beneficios a la compañía, con respecto exclusivamente a todos o cualesquiera de los siguientes asuntos específicos que, a juicio de la compañía, pueden ser más ventajosos para ella bajo cualquier legislación general petrolífera, contrato-ley o contratos dictados o puestos en ejecución con posterioridad, que los concedidos por el presente contrato:<br /><br />a) el plazo del contrato, ya sea el plazo inicial que en este contrato es de cuarenta (40) años, o una prórroga del plazo inicial que en este contrato es de cinco (5) años, o el total del plazo original más cualquier prórroga del mismo;<br /><br />b) el sistema de valuación del petróleo crudo utilizado para determinar el valor del petróleo crudo de producción nacional entregado a Y.P.F.;<br /><br />c) los pagos netos globales al Gobierno o el porcentaje de participación del mismo, ya sea en forma de impuesto o de otro modo; y<br /><br />d) los tipos de cambio para moneda extranjera y procedimientos relacionados con las operaciones de CAMBIO”.<br /><br />Es decir, se impone una cláusula similar a la que conocemos en el derecho internacional como “cláusula de la Nación más favorecida”, en punto a legislación, beneficios, ventajas, plazos contractuales, sistemas de valuación del petróleo, pagos de porcentajes y tipos de cambio con moneda extranjera. Todo ello, bien entendido, “sin que constituya para la compañía ninguna obligación”, eligiendo sólo aquello que le convenga y sin ninguna reciprocidad para el supuesto de que sea el Estado quien consiga firmar un nuevo contrato con otra empresa, en condiciones más favorables.<br /><br />LOS IRAQUESES DEFIENDEN CON MÁS DIGNIDAD SUS INTERESES QUE NOSOTROS<br /><br />Es evidente que para la Compañía California Argentina del Estado de Delaware, nuestro país se encuentra en igual situación que la China del siglo XIX y en condiciones inferiores al Reino del adolescente Feisal II de Irak.<br /><br />En efecto, aquí tenemos un ejemplar del mes de octubre de 1951 de la revista “The Oil Forum” que se edita en Estados Unidos, en la que se publican las cláusulas aceptadas por las compañía petroleras en ese Estado y, entre dichas cláusulas, la séptima nos interesa especialmente para demostrar que los iraqueses saben defender con más dignidad sus intereses que nosotros (…)<br /><br />“7) Si en el futuro se convinieran condiciones entre los gobierno de países vecinos y empresas petroleras, a consecuencia de las cuales cualquiera de esos gobiernos reciba una participación por tonelada superior a la que recibe el Irak, el gobierno iraqués tiene el derecho de exigir aumentos inmediatos similares de las empresas petroleras”.<br /><br />INEXISTENCIA DE LAS RAZONES INVOCADAS EN UN PRINCIPIO PARA JUSTIFICAR ESTE CONTRATO<br /><br />Consideramos inútil seguir comentando otras cláusulas de este contrato, porque lo dicho es más que suficiente para rechazarlo de plano, ya sea por afectar la dignidad nacional con su lenguaje insolente y humillante que no puede tolerar un Estado soberano, ya por ser contrario a elementales principios constitucionales al pretender investir a la compañía de prerrogativas, que ni el Poder Ejecutivo ni el Poder Legislativo pueden conferirle, según expresamente lo establece el artículo 20 de la Constitución Nacional.<br /><br />Este contrato, por los privilegios que acuerda, no tiene precedentes en nuestra historia, ni en ningún Estado soberano, porque se resistiría a admitir cláusulas como las que se refieren al movimiento de divisas sin control, al área extraordinaria que el contrato acuerda, a las obras de interés militar que se permite construir a la compañía, al sometimiento por parte del Gobierno a un árbitro que puede llegar a ser elegido por el “American Petroleum Institute”, a que la empresa puede abandonar los trabajos y levantar las instalaciones en cualquier momento, sin indemnización, con sólo dar aviso con treinta días de anticipación; debiendo, en cambio, el Gobierno, pagar cifras siderales si fuera él quien resolviere la rescisión del contrato y, por último, se nos pretende imponer la cláusula conocida en el derecho internacional con el nombre de “cláusula de la nación más favorecida”.<br /><br />Pero, antes de concluir, vamos a analizar los dos argumentos que se han esgrimido para justificar este contrato:<br /><br />1°) Que se trata de una locación de obras y no de una concesión.<br /><br />2°) Que significará un apreciable ahorro de divisas. Aunque se trata de dos argumentos que ya no se hacen valer como cuando varios meses atrás, parecían ser los motivos fundamentales del cambio de política sobre el petróleo, conviene, sin embargo examinar estos fundamentos con relación al contrato firmado.<br /><br />EL ARGUMENTO DE LA LOCACIÓN DE OBRAS<br /><br />Al hacer la defensa de la política oficial en materia de petróleo, el diputado Rumbo, en la sesión del 13 de agosto de 1953, leyó palabras del ministro de Asuntos Económicos, en la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara, que bueno es en esta ocasión recordar: “Concebir una participación del capital extranjero en la industria del petróleo es factible en algunos aspectos de la explotación del mismo como, por ejemplo, sería la contratación de perforaciones en esta materia, como una especie de empresa de construcción, una especie de locación de obra y así podría colaborar el capital extranjero sin afectar los principios básicos que en la materia tiene el Poder Ejecutivo”.<br /><br />Luego, el mismo diputado Rumbo, en la sesión del 30 de septiembre de 1954, se refirió a que estos contratos que se proponía suscribir el Poder Ejecutivo con capitales extranjeros eran de locación de obra, similares a los ya aplicados en México.<br /><br />CONTRATO TIPO PARA PERFORACIONES EN MÉXICO<br /><br />Para el supuesto, de que a alguien se le ocurriera sostener que el contrato con la Compañía California Argentina se haya inspirado en el precedente mexicano, me voy a permitir leer las disposiciones de un contrato tipo de locación de obra, de los que suscribió Pemex.<br /><br />En las declaraciones que preceden al articulado del contrato se deja establecido claramente que se trata de realizar trabajos de localización y perforación de pozos, por cuenta y orden de “Petróleos Mexicanos”, sin que ello implique derechos de exclusividad del contratista para llevar a cabo las perforaciones correspondientes. (cláusula 1ª).<br /><br />La cláusula 2ª es para nosotros la más importante; dice así: “el contratista, reconoce que, en ningún caso y por ningún motivo, podrá alegar que tendrá derecho alguno de propiedad o posesión sobre los terrenos, yacimientos, construcciones o instalaciones, directa o indirectamente relacionados con el presente contrato, y que las concesiones, asignaciones, permisos y cualquiera otra autorización legal que sea necesaria para la realización de los trabajos a que se refiere este contrato, serán gestionados por «Petróleos Mexicanos», si no los tuviera previamente, sin que el contratista tenga o adquiera derecho alguno, con respecto a dichos permisos, concesiones, asignaciones o autorizaciones”. Esta cláusula se comenta por sí sola: ¡Cuán distinta es su forma de redacción de la del contrato firmado recientemente con la Compañía California Argentina!<br /><br />En este contrato-tipo de México, el contratista costea los gastos y proporciona los equipos, materiales, personal y ayuda técnica y se obliga a presentar anualmente a “Petróleos Mexicanos” un programa detallado, debiendo perforar como mínimo 5 pozos el primer año y 6 los siguientes. Además, “Petróleos Mexicanos” debe aprobar el programa y las localizaciones (cláusula 3ª).<br /><br />En caso de que resulten productivos los pozos, “Petróleos Mexicanos” se obliga a pagar como precio de los trabajos de investigación geológica y geofísica y de los trabajos de perforación realizados, la cantidad de 40 centavos de dólar norteamericano, libre a boca de pozo, por cada barril de petróleo recibido y usado por dicha repartición oficial hasta 200 barriles diarios; 35 cents. de la misma moneda entre 200 y 400 barriles; 30 cents. entre 400 y 600 barriles y 25 cents. en cantidades mayores de 600 barriles.<br /><br />El contratista tendrá derecho a recibir los pagos que corresponden al volumen total de la producción durante un plazo de diez años, que se computará respecto de cada uno de los pozos, desde la fecha en que se obtenga producción en cada uno de ellos.<br /><br />En caso de encontrar yacimientos con suficiente cantidad de petróleo, gas natural o destilado, “Petróleos Mexicanos” se obliga a construir los almacenamientos (cláusula 5ª).<br /><br />“Petróleos Mexicanos” no pagará ninguna indemnización en el caso que el contratista suspendiera los trabajos antes de obtenerse una producción costeable o si los pozos resultaren improductivos (cláusula 6ª).<br /><br />El contratista se obliga a que en los contratos que celebre con su personal se apliquen sueldos o salarios que en ningún caso serán mayores que los que “Petróleos Mexicanos” paga a sus trabajadores (cláusula 7ª).<br /><br />El contratista no podrá traspasar, en todo o en parte, los derechos y obligaciones derivadas de este contrato en favor de un tercero, salvo en el caso que la Institución dé por escrito su conformidad al respecto y que el Ministerio de Economía otorgue su autorización (cláusula 10ª).<br /><br />Y, por último, “Petróleos Mexicanos” ha tomado la precaución de incluir una cláusula de fundamental importancia: “El contratista se compromete a considerarse como si fuera de nacionalidad mexicana con respecto a todos los bienes y derechos que pueda tener en virtud de este contrato y a no invocar la protección de su gobierno en lo que se refiere a dichos bienes y derechos, bajo la pena de perderlos en beneficio de la Nación mexicana, en caso de faltar al compromiso que le impone esta cláusula” (cláusula 12ª).<br /><br />Creo que los comentarios son innecesarios.<br /><br />EL AHORRO DE DIVISAS<br /><br />Hemos analizado uno por uno todos los argumentos lanzados para justificar este ignominioso contrato: que el petróleo dejará de tener valor en el futuro y pasará a la categoría de “pieza de museo”, que mediante la entrega de nuestros yacimientos al capital extranjero lograremos autoabastecernos en uno o dos años; que, en cambio si se confía esta tarea a Y.P.F., tardaremos cuarenta o cincuenta años; que desgraciadamente no podemos extraer nosotros directamente el petróleo, porque carecemos de los enormes capitales y no tenemos divisas; que no podemos esperar a construir centrales hidroeléctricas, porque este programa requiere mucho tiempo y en cambio la otra solución es inmediata; que los contratos que se piensa suscribir con empresas extranjeras serán de locación de obras, similares a los que se conocen en México, etc.<br /><br />Pero, aun a riesgo de que esta clase resulte demasiado larga, nos queda todavía por analizar un último argumento sostenido hasta hace muy poco tiempo. Me refiero al apreciable ahorro de divisas que significará para el país, según declaraciones oficiales, el suscribir contratos como los que comentamos.<br /><br />Y bien, corno he resuelto hablar claro y sin reticencias para que todos me entiendan, contesto al referido argumento en la siguiente forma:<br /><br />Es inexacto que exista tal ahorro de divisas. No solamente no habrá ningún ahorro de divisas con este contrato, sino que, por el contrario —si funciona conforme a las cláusulas que se han estipulado— en lugar de ahorro va a haber tal fuerte drenaje de divisas que puede llegar a provocar, si la compañía se lo propusiera, un serio desequilibrio en nuestro balance de pagos.<br /><br />Yo me pregunto si antes de firmar este contrato se ha escuchado la opinión de algún funcionario o persona competente en materia de cambios. Me atrevo a contestar negativamente, pues no puedo suponer que tengamos funcionarios tan irresponsables como para aceptar que la compañía goce del privilegio único y especialísimo, de poder remesar en dólares “al exterior libremente y sin restricción” cualquier suma que reciba. En otros términos, la compañía podrá ingresar, por ejemplo, pesetas o coronas suecas, divisas “blandas” para pagar cualquier inversión que quiera realizar y luego remesar estas mismas sumas a Estados Unidos en dólares “libremente y sin restricción” al cambio libre. Y para el supuesto que el Gobierno o cualquier dependencia o repartición dejara de cumplir con el procedimiento indicado “incluyendo el poner inmediatamente a disposición del banco o bancos u otra entidad o entidades que efectúen dichas remesas, todos los dólares requeridos para tales remesas, esta circunstancia constituirá causa para la terminación de este contrato por la compañía en virtud y de acuerdo con lo previsto y establecido en el art. 55 de este contrato” (art. 19, inciso G).<br /><br />Es decir, que además de la enormidad que significa autorizar a la compañía a realizar un movimiento de divisas sin control, se llega al absurdo de convenir que si no se le ponen inmediatamente a su disposición los dólares requeridos por ella para remesarlos al exterior, este hecho será suficiente causa para provocar la rescisión del contrato, entrando a funcionar entonces el art. 55 que, como hemos visto, obliga a la Nación a pagar a la compañía, por diversos conceptos, una sideral indemnización. Pero aquí no termina lo disparatado de este contrato.<br /><br />Falta que nos ocupemos del precio que se pagará por el petróleo que extraiga la compañía, para demostrar que: 1°) tampoco por este concepto habrá ahorro de divisas; y 2º) pagaremos por ese petróleo argentino un precio más elevado que el que nos cueste directamente importarlo.<br /><br />En el reciente mensaje del Poder Ejecutivo al Congreso acompañando el contrato suscripto con la California Argentina, se ha sostenido que el beneficio para el país estará representado por el valor de los fletes marítimos ahorrados, correspondientes a las importaciones que dejen de efectuarse por causa de la mayor producción nacional que provocará este contrato; pero, desgraciadamente, esta suma no puede resultar una cantidad apreciable, por cuanto los fletes de los petroleros, en estos últimos tiempos, han llegado a niveles muy bajos, tan bajos que es más conveniente contratar el transporte que traerlo por cuenta propia. Además, el ahorro de divisas por este concepto se produciría en el caso de que todo el petróleo importado llegara bajo bandera extranjera, lo que no es así, pues la flota de Y.P.F. transporta el 20% del total del combustible que ingresa al país y creemos que este porcentaje puede aumentar con una acertada política económica.<br /><br />PRECIO DE PETRÓLE0 QUE LA COMPAÑÍA ENTREGA A Y.P.F.<br /><br />Según el art. 55 por el petróleo crudo, gas natural y otros productos y subproductos que reciba de la compañía, Y.P.F. pagará por los mismos el precio que en el contrato se denomina “valor en yacimiento”. Y como este precio se paga en moneda argentina, pero según una cotización en dólares, la conversión se hará según lo que se denomina “tipo de cambio del contrato”. Es decir, que nos interesa determinar qué se entiende por “valor en yacimiento” y qué se entiende por “tipo de cambio del contrato”.<br /><br />El “valor en yacimiento” del petróleo crudo, según lo establece el art. 42, será determinado en el momento de la entrega a Y.P.F. según el promedio de precios que cuatro compañías asociadas o amigas fijen o publiquen, con respecto al petróleo producido en el yacimiento petrolífero de "East Texas", en el Estado de Texas, Estados Unidos, deducido el 5%.<br /><br />Estas cuatro compañías son:<br /><br />1) La Humble Oil and Refining Company, empresa subsidiaria de la Standard Oil Co. de Nueva Jersey, que es la compañía petrolera más importante del mundo, con 240 empresas subsidiarias en cuatro continentes y con ingresos brutos que en el año 1953 superaron los 4.200 millones de dólares.<br /><br />2) The Texas Company, con compañías subsidiarias en Estados Unidos, Canadá, Irán, Arabia Saudita, Indonesia, Isla Bahrein y diversos países latinoamericanos: México, Colombia, Venezuela, Haití, Jamaica, Rep. Dominicana, Guatemala, Panamá, Puerto Rico, Brasil, Uruguay y Cuba.<br /><br />3) Shell Oil Co., subsidiaria de “The Shell Transport and Trading Co. Ltda.”, organización “holding”, que junto con la Royal Dutch Petroleum Co. son propietarias de un gran número de compañías conocidas colectivamente como grupo Royal Dutch-Shell, cuyos ingresos en 1953 superaron los 1.700 millones de libras esterlinas.<br /><br />4) La Gulf Oil Corporation.<br /><br />Este precio que fijen las compañías, será disminuido o aumentado en algunos centavos de dólar por barril según el precio promedio FOB en el puerto La Cruz, en Venezuela, el que es fijado por la Creole Petroleum Corporation y la Cía. Shell de Venezuela, es decir, entre los dos grupos petroleros más importantes del mundo, puesto que la Creole Petroleum Corporation es subsidiaria de la Standard Oil Co. de Nueva Jersey, según lo consigna la memoria de esta sociedad del año 1953.<br /><br />Ahora bien, todas las sumas de dinero que recibe la compañía en moneda argentina, en pago de petróleo crudo, gas natural y otros productos que entregue a Y.P.F., serán libremente remesables en dólares conforme con los procedimientos y bajo las garantías establecidas en el art. 19.<br /><br />De modo que es lo misma que si el contrato hubiera estipulado el pago directamente en dólares, puesto que se paga un precio en moneda argentina sobre la cotización en dólares que tenga el producto en East Texas, Estados Unidos, y además se autoriza a la compañía a remesar, en dólares al cambio libre, cuando lo desee y sin restricción, el precio que recibió en moneda argentina.<br /><br />Es inconcebible que el precio de un producto nacional tenga que estar sujeto a la cotización que fijen cuatro grandes compañías petroleras en un yacimiento ubicado a 15.000 kilómetros de distancia de donde piensa trabajar la Compañía California Argentina, con costos completamente diferentes. Y mucho más grave aún, es que al obligarnos a pagar ese petróleo argentino en dólares nos provocará precisamente un drenaje en las divisas que nos son más indispensables y escasas.<br /><br />Con el argumento de que la importación de combustible nos absorbe gran parte de las disponibilidades en moneda extranjera es que se ha querido justificar la entrega de nuestro petróleo y ahora resulta que por este producto que es nuestro y que se encuentra encerrado en nuestro subsuelo, tenemos que pagarlo también en dólares, como si se trata de un petróleo adquirido en Estados Unidos.<br /><br />EL PETRÓLEO ARGENTINO QUE EXTRAIGA LA CALIFORNIA ARGENTINA NOS COSTARÁ MÁS CARO QUE SI LO IMPORTAMOS<br /><br />En cuanto a que pagaremos por ese petróleo argentino un precie más elevado que el que nos cuesta directamente importarlo, es fácil probar esta afirmación. El precio del petróleo en East Texas no es el “precio internacional”, como equivocadamente afirma el Poder Ejecutivo en su mensaje. Hay varios precios y uno de los más elevados precisamente es el de East Texas, encontrándose entre los más baratos los de Medio Oriente y los de la U.R.S.S.<br /><br />En la actualidad, la mayor parte del petróleo que importamos lo pagamos en libras esterlinas o en rublos, es decir, que lo importamos del área de moneda donde nos es más fácil colocar nuestros productos.<br /><br />Pero supongamos que a raíz de este contrato se cumpliera el propósito del Gobierno y la compañía llegara a producir efectivamente en grado tal como para satisfacer íntegramente nuestro consumo. Y bien, en este hipotético caso, el país se vería abocado a una escasez terrible de dólares, puesto que tendría que pagar en esta moneda lo que antes pagaba en libras esterlinas o rublos.<br /><br />EL CONTRATO CON LA COMPAÑÍA ULTRAMAR PARA REALIZAR PERFORACIONES EN SANTA CRUZ<br /><br />Hace varios años, durante la presidencia de Ortiz, en 1940, se llegó a aprobar un convenio firmado por la Compañía Ultramar S.A.P.A. Por este convenio, a la sociedad mencionada, a su exclusivo costo —pero en nombre del Estado Nacional, por intermedio de Y.P.F. y sin responsabilidad alguna para éste— se la autorizaba a realizar perforaciones de exploración en busca de petróleo en el Territorio de Santa Cruz, dentro del área del contrato que ahora se acuerda a la California Argentina. Claro está que la superficie concedida a la Compañía Ultramar era 120 veces menor que la que el actual gobierno pretende otorgar.<br /><br />En dicho contrato —para el supuesto que se descubriese petróleo— se explicaba con ejemplos el método a emplear para determinar su precio. Como es lógico, este precio era fijado en moneda nacional sobre la base de los costos en nuestro país, y según la calidad del petróleo y el porcentaje de destilados, se llegaba a establecer “el precio básico del petróleo en el yacimiento”.<br /><br />Existiendo este antecedente, nosotros nos preguntamos ¿por qué el Poder Ejecutivo no siguió igual norma en el contrato con la California Argentina?<br /><br />PROCEDIMIENTO IRREGULAR<br /><br />No quiero dejar de destacar, asimismo, el procedimiento irregular que se ha seguido en las tratativas con la California Argentina. Este es un problema demasiado importante y delicado para que sea llevado con clandestinidad. La suerte de un compromiso tan importante como éste para la vida económica del país que durará casi medio siglo, no puede depender de la mayor o menor privanza que goce un personero en las esferas del gobierno.<br /><br />Por otra parte, el país ignora quiénes han constituido esta improvisada compañía titulada California Argentina. Si realmente se hubiese deseado solicitar el concurso del capital privado para activar nuestra producción petrolera mediante verdaderas locaciones de obra, lo que hubiera correspondido hacer era llamar a una licitación pública para que todas las firmas, de distintos países, especializadas en perforaciones, se hubieran podido presentar y elegir luego la que, por sus antecedentes y condiciones, resultara más ventajosa. En cambio, se ha elegido el camino de firmar un contrato leonino e inicuo con una empresa subsidiaria de la Standard Oil, la que por sus antecedentes, en su país de origen y en el extranjero es, desde todo punto de vista, indeseable para que ingrese a realizar trabajos en nuestro país.<br /><br />PUERTAS ABIERTAS Y BIEN ANCHAS PARA EL CAPITAL EXTRANJERO<br /><br />No se trata de oponerse por imperio de un nacionalismo económico cerrado. Conocemos bien las experiencias extranjeras y los daños causados a la economía en toda oportunidad que se intentó implantarlo en forma extrema.<br /><br />Puertas abiertas y bien anchas para el capital extranjero que venga a nuestro país con el propósito serio de prosperar y buscar mejores condiciones que las que pueda encontrar en otros países. Dentro de un pie de igualdad, con firmas ya existentes, amplias facilidades para todos los fabricantes de maquinarias e industriales que quieran instalarse en nuestro territorio, pero no caigamos en la ingenuidad, en la imprevisión o en la irresponsabilidad de admitir que, al amparo de normas liberales y generosas, estos capitales entren al solo objeto de obtener beneficios de cambio o contratos como los que comentamos.<br /><br />Por lo pronto, deben considerarse como indeseables todos aquellos que, por el grado de concentración económica, por su gigantesco poder financiero y por su característica de organizaciones “holding”, puedan ejercer una gravitación política o ser factores de corrupción. Por causa del petróleo se han decidido guerras, revoluciones y la suerte de muchos gobiernos y bueno es recordar el ejemplo de México, de quien puede decirse que adquirió su verdadera independencia política a partir del 18 de marzo de 1938, cuando el presidente Cárdenas nacionalizó el petróleo.<br /><br />A partir de ese momento, este aceite negro, viscoso y maloliente dejó de ensuciar las manos de sus generales y se acabaron las revoluciones.<br /><br />Roosevelt, en una oportunidad, formuló apreciaciones de categórica condenación respecto a esta clase de entidades que constituyen —según su expresión— “clase de imperios privados dentro de la Nación”, agregando: “es una invención en materia de sociedades mercantiles que puede dar a unos pocos privilegiados poderes ilícitos e intolerables sobre el dinero de otras personas. Es la destrucción del contralor local y su sustitución por una gerencia ausente que ha creado, en el campo de los servicios públicos, lo que ha sido denominado, justamente, un sistema de estatismo privado que es perjudicial para el bien de un pueblo libre”.<br /><br />Hace varios años, al comentar esta declaración, una publicación oficial de nuestro país expresaba: “Si las afirmaciones precedentes son verdaderas respecto de la nación en cuyo propio seno están los núcleos que ejercitan el poder y obtienen los beneficios, con cuánta mayor razón lo serán en lo que les es aplicable, para los países en que el organismo desempeña sólo actividades de explotación mientras las de dirección y financiación se ejercitan desde el extranjero”.<br /><br />Este problema del petróleo puede reducirse a términos muy simples. ¿Es que el país necesita técnicos especialistas en perforaciones? No, puesto que Y.P.F. cuenta todavía con personal competente para ampliar sus labores. ¿Es que es necesario realizar trabajos de exploración con el objeto de descubrir nuevas fuentes de producción? Tampoco, pues Y.P.F. tiene más de un millar de ubicaciones de pozos en espera de trépanos, habiendo explorado más de una cuarta parte de la superficie bajo reserva fiscal.<br /><br />Si se descartan estos dos supuestos, no queda otro que el problema financiero. Y.P.F. no puede aumentar su producción —y éste es un grave cargo para el Estado, y especialmente para aquellos que dirigieron la política financiera en épocas en que, como la de la última posguerra, no había carencia de divisas— por faltarle únicamente equipos de perforación. Se necesitan por lo menos cien equipos para lograr este aumento de producción y hasta 1950 —últimos datos conocidos— no teníamos más que 48 y en deplorable estado.<br /><br />Para perforar donde se ha comprobado que existe petróleo, no necesitamos del capital extranjero, que por razones obvias —en estos últimos tiempos sobre todo— está dispuesto a ingresar en condiciones no muy honrosas para un Estado soberano. No pide una concesión corriente del Poder Ejecutivo, conforme a la ley de petróleo N° 12.161, ni ingresar en las condiciones generosas que establece la última ley de radicación de capitales. Pide mucho más. Exige una ley-contrato con características similares a las de un tratado internacional en el que una de las partes, el Estado, contrae todas las obligaciones y compromisos y la otra, la compañía, todas las garantías y privilegios con el mínimo de inversión.<br /><br />Antes de concluir, bueno es recordar una vez más el testimonio del presidente Roosevelt, connacional de los capitalistas que nos visitan: “Las fuentes naturales de energía que pertenecen al pueblo deben seguir siempre en posesión suya. Esta política es tan importante como la libertad americana; tan importante como la Constitución de los Estados Unidos. Nunca, mientras yo sea presidente de los Estados Unidos, el Gobierno Federal abandonará su soberanía y contralor sobre sus fuentes de energía”.<br /><br />Sirvan estas palabras de ejemplo.CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-40410458966137870642007-09-20T23:27:00.000-03:002007-09-20T23:50:24.765-03:00Perón y el contrato con la California<span style="font-weight: bold;"><br /><span style="font-size:130%;">EL SABOTAJE A LA PRODUCCIÓN DE ENERGÍA Y EL CONVENIO CON LA CALIFORNIA ARGENTINA DE DELAWARE</span></span><span style="font-size:130%;"><br /></span><br />(...) Y aquí llegamos a la etapa final del peronismo en relación con la crisis argentina. Perón cayó como amigo de los yanquis, y enemigo de las ingleses, cuando negoció con la California Argentina de Delaware, para remediar la tremenda escasez de combustibles en que el país había quedado en las postrimerías de su régimen. Paso con el que pareció justificar las acusaciones que esporádicamente se le habían dirigido, de estar enfeudado a los norteamericanos. Gente que jamás hablaba de la influencia inglesa en la Argentina, se lo pasaba denunciando la influencia yanqui hasta en el caudillo que había hecho del antiyanquismo su caballito de batalla. De nada valían su dilema Perón-Braden, sus violentas campañas contra los plutócratas de Wall Street, el chasco que se llevó con los representantes de la Asociación Americana del Trabajo, que lo visitaron a su pedido y salieron haciéndole una crítica demoledora de su gremialismo, la diatriba del 1º de mayo de 1953 contra los estadistas norteamericanos a la vez que invitaba, como Marx, a la unión de los proletarios de todo el mundo. Su adhesión a Chapultepec bastaba para desvirtuar aquellos indicios, y como sus opositores fueran de humor a hablar de influencias extranjeras, estándoles vedado mentar la inglesa, los yanquis tenían espaldas bastante anchas para cargar como cliente con uno de los hombres que más los habían insultado.<br /><br />Para llegar a semejante contrasentido había que descuidar todo el proceso del peronismo, que hemos hecho en este libro, y que para los observadores atentos no presentó el menor enigma desde que el improvisado caudillo preponderó en el Estado a partir de 1944. Sus concesiones a los ingleses desde los decretos de octubre de aquel año, habían despejado la incógnita que el falso antiimperialismo de la propaganda pre y posrevolucionaria pudo crear. Toda su acción se enderezó al servicio de Su Majestad Británica, variando sus medios para mantenerse leal a sus fines. Cuando no se había planteado el problema de liquidar los saldos de libras bloqueadas, les acordó todas las ventajas que hasta la oligarquía les había negado. Cuando los ingleses comprometiéronse con los yanquis a sanear la economía y las finanzas iberoamericanas y a liquidar sus inversiones en el continente, como único medio de pago a su disposición, les rechazó la oferta, so pretexto de que los ferrocarriles eran hierro viejo y de que ya los teníamos aquí. Cuando Norte América vetó en Londres la sociedad mixta Eady-Miranda que eternizaba nuestro vasallaje, no tuvo más remedio que aceptar los ferrocarriles como medio de pago; pero se ingenió para no cobrar el saldo de las libras bloqueadas durante la guerra, y los compró por varias veces su valor con la exportación de 1948. Cuando la mayor parte del haber británico entre nosotros quedó liquidado en la compraventa de los ferrocarriles, inventó el sistema que permitiría a los ingleses abastecerse en la Argentina sin compensación alguna, envileciendo el precio de nuestras exportaciones y admitiendo los mayores precios para nuestras importaciones, a la vez que aceptaba sin reacción efectiva, primero la inconvertibilidad, y luego la desvalorización de la libra.<br /><br />A este último objeto, de servir graciosamente a S. M., el caudillo organizó una escasez artificial de combustible, que estaba en la mejor tradición del régimen que él continuaba, diciendo combatirlo. La manera de poner a la Argentina de rodillas ante el cliente único (cuando la situación se había invertido) era simular una tan catastrófica situación en el abastecimiento de petróleo y carbón que, de no aceptarse los precios irrisorios ofrecidos por Inglaterra, se tuviera la sensación de que la vida económica argentina quedaría paralizada. Su obra maestra consistió en inculcarle a su pueblo aquella persuasión, cuando Inglaterra enfrentaba la perspectiva con que se nos amenazaba a nosotros. En efecto, las islas británicas paralizaron sus industrias y quedaron a oscuras por los días en que se nos obligó a entregar la carne y el cereal a vil precio por una promesa no obligatoria de mandarnos a los más altos los abastecimientos que ellas necesitaban más que nosotros.<br /><br />Desde 1949 se sabía por los propios obreros de Y.P.F. que en Comodoro Rivadavia faltaban hasta los repuestos más insignificantes, que se habrían hallado en las ferreterías de la Capital Federal; de modo que se creaba una escasez artificial de envases y una paralización de las máquinas, para rebajar la producción, se desplazaban los recursos de la empresa hacia una mal llamada justicia social, incompatible con su marcha antieconómica. Una propuesta de la firma S.I.A.M. para fabricar perforadoras de pozos petrolíferos, fue desechada. Al mismo propósito de ponernos de rodillas ante el abastecedor único se debieron las trabas que el peronismo opuso a aquellos agentes que tomaron al pie de la letra instrucciones patrióticas que alguna vez se les impartieron. Un embajador en Venezuela proyectó un trueque de petróleo venezolano por alimentos argentinos, y no recibió de sus jefes los medios para concretarlo. Otro embajador, en México, negoció con el presidente Alemán una operación de esa especie, y viajó en un flamante petrolero mejicano que trajo diez mil toneladas de combustible. Mas la contraparte argentina tardó meses en cumplirse, porque las reparticiones oficiales jugaban a la pelota con el expediente destinado a hallar los frutos del país que debían constituirla. Hasta que por último los testaferros de Juan Duarte fueron personalmente a México a decir que: o la Argentina pagaba dólares por el petróleo mejicano, o no lo importaba más de esa procedencia. Como el gobierno del altiplano repusiera que su interés al exportar el combustible a nuestro país estaba en trocarlo por nuestras materias alimenticias, ese intercambio cesó.<br /><br />Otro aspecto del sabotaje a la producción de energía se vio en la construcción de los diques y superusinas, que se terminaron, sin que se hubiese pensado en las conexiones que debían llevar la corriente a los consumidores. El Nihuil de San Rafael podría abastecer a toda la provincia de Mendoza. Pero aunque la usina hidroeléctrica funciona, para que no se deteriore, arroja al río Atuel su corriente inutilizada. Por el mismo motivo el dique de Viñas Blancas no puede abastecer a Córdoba. Sobre la usina de San Nicolás el actual gobierno dijo lo suficiente para comprender que el plan de crear plantas productoras de energía sin los trasmisores necesarios era general. Sobre el carbón de Río Turbio el ministro Alsogara y reveló que una maquinaria extractora, importada de Inglaterra, debió ser demontada por inservible, caso que debe subsidiariamente llamar la atención sobre les resultados de atarnos al cliente privilegiado que nos da libras inconvertibles; cuando hasta la vieja Europa se surte de máquinas instrumentales en Norte América.<br /><br />¿Pueden ser casuales todos esos fenómenos? El menos suspicaz tiene derecho a pensar que no lo son. Y que estaban calculados para insertarse en el plan general de arruinar las posibilidades nacionales y servir a Inglaterra, que hemos descrito en este libro. De otra manera ¿cómo explicarse la tarea destructora realizada par el régimen? De no ser deliberada, costaría admitir que un hombre que reveló algunas condiciones personales, por lo menos para encumbrarse, no fuese capaz de evitar una parte de los errores que cometió.<br /><br />A la luz de los antecedentes expuestos, el convenio con la empresa norteamericana sobre el petróleo se nos presenta en su verdadero significado. El gobernante que organizó el sabotaje a la producción de energía con la amplitud y el espíritu sistemático que hemos visto, debía saber que la solución del problema energético no era difícil si reveía toda su política. Con apelar resueltamente al comercio americano, le habría sido facilísimo obtener por trueque, petróleo boliviano o mejicano a cambio de frutos argentinos; y remediada de ese modo la actual escasez, quitando trabas a la industria nacional, ésta se pondría muy pronto en condiciones de extraer el petróleo por sí misma, con un mínimo de ayuda técnica exterior.<br /><br />Lo que pasa es que no podía variar la orientación de su política económica, ya que para trocar nuestros frutos por los combustibles de nuestros hermanos, debía cesar la integración de nuestra economía en la del imperio británico. Y eso no lo podía hacer Perón, el que había salvado en gran medida las finanzas imperiales, cuando los ingleses perdieron casi todos sus capitales en la Argentina y en el mundo, permitiéndoles absorber la mayor cantidad de nuestras exportaciones, cuando no tenían con qué pagarlas.<br /><br />Puesto en ese callejón sin salida, su convenio con la California Argentina de Delaware parece, o un movimiento impremeditado, de un hombre acorralado por las influencias que lo dominan, y cree posible apelar a otras más poderosas, sin emanciparse de las primeras; o un hombre resignado a eliminarse, y que busca una compensación, hipotecando al país cuyo gobierno sabe que deberá abandonar, para conservar como particular el provecho que antes le sacaba como gobernante con su totalitarismo económico y político. La extraterritorialidad otorgada a los productores extranjeros, las franquicias de todo orden que los convertían en habitantes privilegiados, las condiciones establecidas para el arbitraje de las divergencias sobre la aplicación del contrato, y sobre todo la falta de reciprocidad entre las penalidades previstas para una y otra parte, en caso de rescisión, permiten suponer que el convenio social no estaba calculado para cumplirse, sino al contrario para suscitar un pleito que el socio extranjero y sus favorecedores locales debían ganar a ciencia cierta, de acuerdo a las condiciones del contrato, y dejando hipotecado todo el subsuelo argentino por varios miles ele millones de dólares. Esto se confirma en las cláusulas referentes a la inversión extranjera, insignificante en relación a la cuantía del negocio y a las penalidades previstas contra la Argentina, y que no se acercaba ni de lejos a la capacidad nacional para procurarse divisas con qué importar los materiales indispensables a Y.P.F. para incrementar su producción en la medida necesaria. Los enormes defectos del arreglo con la California Argentina revelan que en él se procedió como en todo el resto del manejo económico-financiero del país. Más que el trato pampa entre una potencia imperialista y un Estado débil, el convenio incriminado era a todas luces una maniobra de plutócratas nacionales y extranjeros, asociados en turbias circunstancias, para hipotecar el porvenir de un país rico pero ignorante de sus posibilidades, en beneficio de sus pasajeros gobernantes, ocultos tras la careta de un consorcio internacional.<br /><br />El profesor Silenzi de Stagni, cuyo oportuno libro movió sin duda muchas voluntades militares, dijo del tratado con la California:<span style="font-style: italic;"> “Ningún jeque, califa o sultán del Medio Oriente ha entregado hasta ahora una concesión parecida”</span> (<span style="font-style: italic;">“El petróleo”, </span>vol. I, Bs. As., 1955). No conozco los convenios a que alude el autor citado, en sus textos, como el de Perón con los yanquis, sino por referencias librescas. La comparación es incisiva, y no perdería nada de su vigor aunque no fuera de una exactitud precisa. Porque aun el gobernante árabe que por ser independiente y tener conciencia de su posición obtuvo mejores condiciones, como las que Ibn-Saud obtuvo de la ARAMCO, no podía negociar como su colega argentino. El fundador de la Arabia Saudita vivió y murió agradecido a la empresa yanqui que descubrió el petróleo en su desierto, y repetía como un anatema este dicho: <span style="font-style: italic;">“¡Créanme! Conozco el valor de la ARAMCO y sabré defenderla contra quienquiera pretendiese hacerle daño”.</span> La compañía le pagaba la regalía en oro metálico (que como vimos antes una vez compró en la Argentina); y cuando en el Cercano Oriente empezó después de la segunda guerra mundial la agitación nacionalista contra los petroleros anglosajones acusados de ser inicuos explotadores, elevó espontáneamente la regalía al cincuenta por ciento (el fifty-fifty, según la expresión ahora de moda), el mejor reparto hasta hoy alcanzado entre un Estado con jurisdicción sobre un subsuelo rico en petróleo ,y una empresa concesionaria extranjera (Benoist-Mechin,<span style="font-style: italic;"> “Le loup et le léopard”.</span> Ibn-Séoud, 1 vol., Albin Michel, París, 1955, pág. 411. El autor refiere que la ARAMCO modificó la parte del contrato sobre la regalía, antes de que expirase, y además de aumentarla por cada barril de petróleo, reconoció al jefe del Estado el derecho de cobrar réditos a las ganancias de la sociedad. Todo este capítulo de Benoist-Mechin es utilísimo para esclarecer el problema petrolera en Medio Oriente. Por ejemplo, sobre el lío anglopersa, explica que se originó en un abuso inglés, consistente en que teniendo la Anglo-Iranian un convenio de repartir las ganancias en un 50 % para cada parte, el gobierno laborista empezó a gravar de tal modo a la sociedad, con impuestos cobrados antes de distribuirse los beneficios, que la parte correspondiente al gobierno de Teherán empezó a disminuir catastróficamente, hasta llegar a ser el 30%); educó la mano de obra indígena, la empleó en proporción cada vez mayor, hasta reducir al mínimo la americana, aun en los cuadros directivos, creó escuelas de enfermeras; levantó fábricas manufactura, astilleros, pistas de aterrizaje, etc., etc., y le admitió la prohibición del alcohol en el recinto más reservado de la compañía. Pero todas estas ventajas, que tienen sus inconvenientes, no equivalen a las que reporta un país de explotar por si mismo su propio subsuelo.<br /><br />Ahora bien, Ibn Saud no podía hacerlo. Porque cuando en su desierto descubrióse petróleo, el gran caudillo partía de cero. Acababa de fundar su imperio en ruda lucha contra sus rivales en la. península y las dificultades del mundo; no gobernaba un país urbanizado; no tenía un cobre, y su presupuesto (que aún no tiene regularidad), estaba reducido a lo que pudieran dejarle los peregrinos de la Meca, ciudad santa del islamismo, que él acababa de ocupar y que debía tranquilizarse después de la conquista antes de redituar nada; no eran súbditos suyos los que habían descubierto el petróleo, sino los norteamericanos que él había llamado para explorar el subsuelo en busca de agua; en suma, no podía sacar del hallazgo más de lo que le dio la ARAMCO.<br /><br />Pero la Argentina de Perón disponía de muy otras posibilidades. Tenía una institución oficial riquísima, que había dado pruebas de lo que era capaz. Extraía un combustible descubierto hacía medio siglo, en décadas de labor que habían formado una mano de obra y cuadros directivos propios que poco podían envidiar a los ajenos. Tenía ya una industria que se ofrecía a suplir los abastecimientos extranjeros que faltasen. No necesitaba la acción civilizadora que el capital yanqui puede realizar en países, poco desasarrollados, porque era un país civilizado y urbanizado como no lo estaba, ni lo está la Arabia Saudita con todas, las millonadas de dólares que le da la ARAMCO. Y disponía de abastecedores en las fronteras, que le habrían resuelto la escasez de combustIbles, con sólo que él hubiese querido intensificar el intercambio con los países vecinos.<br /><br />Por añadidura, el problema difería aun para los dos países en otro aspecto fundamental. Cuando lbn Saud firmó su contrato con la ARAMCO sus reservas petrolíferas eran inmensas, y se calculaba que podían durar siglo y medio, mientras su producción era ínfima. Cuando Perón firmó su arreglo con la California, la Argentina figuraba entre los países cuyas reservas estaban calculadas en una duración de tres lustros y, pese a todo el sabotaje, producía muchísimo más que la Arabia Saudita de 1943. De modo que para el monarca árabe, el problema de gastar sus reservas, para conservar las norteamericanas, no era el mismo que para el monarca argentino, que debía y podía cuidar el porvenir de nuestros combustibles líquidos mientras dispusiese de abastecedores equitativos, como son los países vecinos y hermanos, que nos dan sus productos y reciben los nuestros al precio del mercado internacional.<br /><br />Que el argentino fuera tan manifiestamente inferior al árabe resultó exclusivamente de que éste era independiente y lo aprovechaba, mientras aquél estaba enfrentado a la peor influencia extranjera.<br /><br /><span style="font-size:85%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(255, 0, 0);">Nota: Los párrafos que hemos transcripto pertenecen al libro de Julio Irazusta <span style="font-style: italic;">“Perón y la crisis argentina”,</span> Ed. Independencia S.R.L., 2ª edición, Bs. As., 1982, Cap. XXVI.<br /><br /></span></span>CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-8034299682931377504.post-49992209397628814642007-09-15T12:58:00.001-03:002007-09-15T19:02:51.322-03:00Los ecos de una controversia<span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;"><br /><span style="font-size:180%;">REFLEXIONES DOCTRINALES<br />SOBRE<br />LA PERVERSIÓN DEMOCRÁTICA</span></span><span style="font-size:180%;"><br /></span></span><br /><div style="text-align: right; font-style: italic; font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);"><span style="font-size:130%;">Por Antonio Caponnetto<br /></span></div><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">Explicación</span></span><br /><span style="font-size:130%;"></span></div><br />Como saben nuestros lectores, en junio de 2007, fui agredido inopinadamente por Cosme Beccar Varela, bajo la especie de un brulote titulado <span style="font-style: italic;">“Un error que paraliza a los buenos patriotas”.</span> Sobrevino mi respuesta (cfr. <span style="font-style: italic;">“La confusión de Beccar Varela”),</span> luego una vociferación de injurias por un empleado del agresor, que éste patrocinó y recomendó (cfr. <span style="font-style: italic;">“Dos pesos y dos medidas”), </span>y un intento del mismo Beccar Varela por dar nueva respuesta a mis declaraciones (cfr. <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor Caponnetto aunque me ignore”). </span>Contesté las calumnias, ratifiqué mi decisión de no considerar interlocutor válido a ningún orate, y manifesté que me comprometía —cuando lo juzgase pertinente— a aclarar algunas cuestiones doctrinales a quienes pudieran ser víctimas de las heterodoxias de estos liberales católicos y ególatras obtusos (cfr. <span style="font-style: italic;">“El botellero Rodríguez y el mar de Cosme”). </span>Aquellos que estén interesados en estas confrontaciones, y aún no las conozcan, pueden visitar la web de <span style="font-style: italic;">“Cabildo”:</span> <span style="font-weight: bold;">http://www.revistacabildo.com.ar</span><br /><br />Mi réplica a las graves calumnias no fueron publicadas por el ofensor en el medio desde el cual las propaló <span style="font-style: italic;">(“La botella al mar”:</span> <span style="font-weight: bold;">http://www.labotellaalmar.com</span>); no hubo tampoco respuesta a mis refutaciones doctrinales, ni mucho menos pedido alguno de caballerescas disculpas, después de haber puesto en evidencia que incurrió en gruesas mentiras para descalificarme, amparándose además para tal cometido en las villanías de un dócil hortera.<br /><br />Sucedió en cambio que desde otra publicación digital (<span style="font-weight: bold;">http://chestertoonspace.blogspot.com/</span>), Germán Flores —un compatriota a quien no conozco, pero que ha dado pruebas de desinteresada y valiente amistad que mucho agradezco— esbozó sobre la controversia algunas rápidas opiniones, de tono juvenil, inmejorables intenciones, hondura de miras, cierta desprolijidad de formas y subsanables errores. Y sucedió después que otro compatriota, al que igualmente desconozco, Enrique Broussain, me hizo llegar, un notable aporte al debate titulado <span style="font-style: italic;">“¿Controversias en Satania? ¿O vocación por héroes vendeanos?”</span> (cfr. <span style="font-weight: bold;">Anexo</span> de este ensayo). Se trata de una importante y erudita antología de textos católicos, prudentemente comentada, que en su conjunto resulta una sólida descalificación de la hipótesis de Beccar Varela.<br /><br />Más allá de la opción por el sedevacantismo, que no comparto, e independientemente del generoso apoyo hacia mi persona y mis enseñanzas, que mucho agradezco, creí oportuno celebrar la aparición de este estudio del señor Enrique Broussain, difundirlo y elaborar a partir de él un manojo de reflexiones doctrinales. Me ratificaron en esta decisión, la diversidad de sabrosos comentarios, de felices interrogantes y aún de adhesiones que fui recibiendo en todo este tiempo. Cumplo así con el cometido de no dialogar con los mentecatos, pero de contrarrestar el efecto de sus desvaríos y procurar hacer docencia entre los cuerdos.<br /><br />Matices más o menos en el debate planteado, quiero enfatizar mi gratitud al señor Enrique Broussain por el generoso apoyo espiritual e intelectual que libremente ha decidido aportarme. Lo valoro y justiprecio, tanto más cuanto ahora, para la Verdad, el páramo arrecia, la soledad acrece y el desierto se ensancha. Lo valoro, repito, pues sé que su posición eclesiológica podría haberlo vuelto reticente u hostil a tenderme la mano, estando yo en una posición diferente.<br /><br />Vayan entonces —libres ya de cualquier cuestión personal— estas breves y esquemáticas reflexiones doctrinales. Pero que nadie se confunda. No son sus destinatarios los necios. Para ellos sige vigente la regla de no responderles, o de responderles con el arma del ridículo, <span style="font-style: italic;">“para que no se estimen sabios en su propia opinión”, </span>como enseñaba el Padre Castañeda conforme a la regla escriturística (Prov. 26, 5 y ss). Están dirigidas estas líneas principalmente a mis alumnos, jóvenes aún o ya maduros, que tienen la obligaciòn y el derecho de sostener la verdad y conocerla en profundidad.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >– I –</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >La democracia<br />es una religiosidad subvertida</span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold;">1.-</span> Que la democracia es forma impura de gobierno y corrupción de la República, es una afirmación anterior a la doctrina católica. En vano se han traducido insidiosamente ciertos tratados clásicos helénicos y romanos, a efectos de atemperar o disimular esta certeza teórico-práctica ante el mundo <span style="font-style: italic;">políticamente correcto. </span>En vano —a partir sobre todo del Iluminismo, y por la acción directa de Montesquieu y de Rousseau— se ha escamoteado la presencia de la democracia entre las formas ilegítimas de gobierno, como clarísimamente se afirma en <span style="font-style: italic;">“La República”</span> (445) y en <span style="font-style: italic;">“La Política”</span> (1279), obras cumbres de los venerables filósofos de la Hélade. En vano digo, porque allí están esas páginas en sus idiomas originales para que brote de sus reflexiones la descalificación de una forma gubernamental signada fatalmente por la tiranía del número, por el desgobierno de la muchedumbre, por el desenfreno de las libertades, por el incremento de los oclócratas y de los demagogos. Platón y Aristóteles entonces, figuran entre los maestros encumbrados de este rotundo desaire a las democráticas formas. Pero también poetas como Homero o Hesíodo, historiadores como Heródoto o Tucídides, pensadores como Isócrates, cantores como Tirteo o Simónides de Ceos, artistas como Eurípides o Esquilo, u oradores como Demóstenes.<br /><br />Las largas y fundadas razones por las que estos hombres egregios descalificaron a la democracia, en sus principios y en sus realizaciones prácticas, no sólo son de una llamativa actualidad sino de una significativa hondura. Porque no se trata de una forma impura desechada en mérito de cuestiones accidentales o subalternas —como la elección o la sucesión de los gobernantes— sino de una <span style="font-style: italic;">perversión intrínseca</span> que hace posible la profanación y el sacrilegio, conspirando contra los mismos lazos sagrados en que se sostiene la ciudad. Son las leyes divinas las que ceden ante las legislaciones humanas gestadas en las asambleas del pueblo, son los ritos y las ceremonias tradicionales los desplazados, y hasta son los <span style="font-style: italic;">kakodaimonistai</span> o adoradores del demonio los que ganan en prestigio, según lo reconociera el mismo Lisias. Democracia e impiedad revulsiva se suponen recíprocamente en cada tramo de la historia. Como si la primera potenciara irrefragablemente, por el peso de su inherente miseria, todas las malas inclinaciones que hay en la humana natura.<br /><br />El Sófocles que en <span style="font-style: italic;">“Electra”,</span> pone en boca del coro palabras laudatorias para Zeus ultrajado por el <span style="font-style: italic;">demos;</span> o el Isócrates que en el<span style="font-style: italic;"> “Areopagítico”</span> elogia la piedad y la clemencia contra los rapaces demagogos que no entienden la obligación de conservar las tradiciones, son apenas dos ejemplos —entre centenares— de una perversión que fue considerada y padecida, ante todo, como un vejamen a la recta religiosidad. Súmese si se quiere el formidable y conocido testimonio de Cicerón, cuando bajo la inspiración platónica escribe su <span style="font-style: italic;">“República”, </span>y afirma en ella —en el emocionante fragmento de <span style="font-style: italic;">“El Sueño de Escipión”—</span> que quienes alcanzan la gloria celeste no son los partidócratas que amontonan los votos de la plebe, sino los que se consagran a la patria en veladas de sabiduría o en epopeyas de gloria. Con razón ha dicho Stan Popescu haciendo su fundada autopsia de la democracia, primeramente en el mundo antiguo: <span style="font-style: italic;">“El desprecio por la religión no se manifestó solamente en los permanentes intentos de demoler los valores religiosos (la clemencia, la piedad, la compasión, la justicia, el espíritu de sacrificio) sino también en la obsesiva y en la afiebrada voluntad de </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">hacer</span><span style="font-style: italic;"> leyes escritas y votarlas. Con ello se demolerían para siempre las leyes sagradas, tradicionales, y se terminaría de una vez con las virtudes </span>[...] <span style="font-style: italic;">para la conservación de las cuales se requería autoexigencia, autodisciplina y voluntad de autosuperación”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(1)</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">2.-</span> Vale la pena recordar lo precedente, siquiera con la imprecisa brevedad que lo hemos hecho, pues por aquí suele despuntar la falacia, cuando suponen algunos que —como principian los cuentos antañones— <span style="font-style: italic;">había una vez…</span> una democracia hermosa y buena. En rigor, cada vez que la hubo, contuvo la misma perversión intrínseca que le venimos señalando. Y en política, desechar la rotunda pedagogía de la historia suele pagarse muy caro.<br /><br />A grupas del dislate <span style="font-style: italic;">beccarvarelista,</span> el precitado amigo Germán Flores, desde una publicación digital con simpáticos tintes <span style="font-style: italic;">chestertonianos,</span> sostiene que la democracia se origina en el anhelo de<span style="font-style: italic;"> “conciliar las clases sociales bajo un orden religioso”, </span>y que por lo tanto —como <span style="font-style: italic;">“nace bajo base religiosa”</span>— no sería perversa, sino hacedora de la justicia, de <span style="font-style: italic;">“la igualdad sostenida de una fe religiosa de justicia divina”</span> (sic), y deseosa ella de <span style="font-style: italic;">“respetar ciertos límites y de evitar ciertos excesos”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(2) </span>Tal hipótesis quedaría probada con gestos como el de Solón, al querer conciliar a <span style="font-style: italic;">“los nobles y al pueblo”;</span> en el abandono del rechazo homérico por figuras como la deTersites, <span style="font-style: italic;">“un hombre de pueblo”</span> que entonces era apenas <span style="font-style: italic;">“una masa anónima que hacía de partenaire a las hazañas de los héroes”; </span>en el rescate del <span style="font-style: italic;">“hombre común”</span> hecho por Hesíodo; en <span style="font-style: italic;">“la esperanza de que los injustos, incluidos los reyes, serán castigados por Zeus”;</span> en la pretensión, también hesiódica, de que las clases se reconcilien bajo el amparo de la <span style="font-style: italic;">“ley divina defendida por Zeus”,</span> y hasta en las obras de Esquilo, a quien bastaría leer <span style="font-style: italic;">“para entender mejor mi punto”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(3)</span> Entonces, concluye Germán Flores, <span style="font-style: italic;">“considero que no es posible la democracia sin base religiosa”</span> y, por ende, ella <span style="font-style: italic;">“no es intrínsecamente perversa, aunque pueda parecerlo, no tenemos más que ver cómo anda este mundo, esclavo del dios tecnocrático y la diosa relativismu”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(4)</span> Dice algo más el texto, pero la pluma presumiblemente juvenil que le ha dado cauce no le otorga toda la precisión expresiva para aprovecharlo. Lo que es de lamentar, pues el amigo Flores, como veremos, intuye algo valioso que no debería pasar inadvertido.<br /><br />Con todo, varias rectificaciones se imponen.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">A -</span> Por lo pronto, el hecho de que algo nazca <span style="font-style: italic;">“bajo base religiosa”,</span> no sólo no acreedita su honradez si no que puede ser señal de grave desvarío. No hablemos ya de las sectas y de las herejías de todos los tiempos, amén de los falsos credos y de las mendaces iglesias surgidas al socaire de la Reforma. Mencionemos en cambio, específicamente, el caso de <span style="font-style: italic;">Le Sillon,</span> aborrecible intento de conciliar la democracia con el cristianismo, sobre el que cayera el báculo admonitorio de San Pío X. Concebir una democracia <span style="font-style: italic;">“con base religiosa”,</span> sin especificar cuál sería tal religiosidad, y sin asegurarse incluso que esa religiosidad fuera, en el plano natural, virtud aneja a la justicia, podría ser la prueba exactamente contraria de lo que Germán Flores afirma; esto es, la prueba de la perversidad democrática. Y si tal base religiosista acaba, como de hecho ha sucedido, divinizando a la democracia y convirtiéndola en el único dogma inconcuso, estaríamos ante algo más trágico aún, cual es el del auge de los falsos mesianismos. Mucho y bien se ha escrito al respecto, para que sea necesario ahora algo más que su sola mención. Pero recordemos de paso, a propósito concretamente del tema en debate, los estudios de Mircea Eliade, vinculando el desenfreno dionisíaco desatado entre el demos y los demagogos griegos, como consecuencia de una religiosidad pecaminosa y subvertida.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(5)</span><br /><br />En buena hora intuya Flores lo que no sabe ver Beccar Varela; esto es la base religiosa de la democracia, que la haría entonces execrable o amable por razones que van mucho más allá de los procedimientos electorales. La harían execrable o amable según se comulgue o no con esa religiosidad subvertida que la sustenta y que finalmente la diviniza, cayendo en ese peligroso morbo que protestara Ortega. ¡Bien por Flores si colige el basamento religioso que otros inadvierten! Reprobaciones cordiales para él por no entender que tal basamento, precisamente por ser de naturaleza demoníaca (la soberanía popular lo es, ha probado Marcel de la Bigne en su <span style="font-style: italic;">“Satán dans la Cité”) </span>lejos de adjudicarle a la democracia un origen impoluto, le otorga esa perversión intrínseca que venimos señalando. Con el tiempo, aquella tendencia sacralizadora habría de agravarse hasta las heces, y si ideólogos como Burdeau hablaron sin elipsis de <span style="font-style: italic;">“la religión democrática”, </span>proyectos hubo de parte de los idólatras de esta deidad sustituta, de construir un <span style="font-style: italic;">“altar para la democracia”,</span> como sucedió en Brasilia, a comienzos de junio de 1886. <span style="font-style: italic;">Corruptio optima, pessima.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">B - </span>Que el mundo ande <span style="font-style: italic;">“esclavo del dios tecnocrático y la diosa relativismu” </span>(sic) tampoco exime a la democracia de la perversión intrínseca que le señalamos. Antes bien la tiñen de mayores defectos, pues ha sido y es uno de ellos promover y cohonestar a los grandes tecnócratas internacionales, manipulando y sacando provecho de sus empresas, sirviéndose y usufructuándose de sus ingentes poderes. Necesitan y se valen los demócratas, impunemente, de todos los recursos tecnocráticos hoy disponibles, recurriendo para ello a la fuerza monetaria de los oligarcas, tal como lo señalara Aristóteles en el Libro III de su <span style="font-style: italic;">“Política”.</span> Necesita la democracia de la tecnocracia para imponer su totalitarismo igualitarista, su masificación y sentido revolucionario de la vida, su ideologismo omniabarcador y su programa de homogeneización colectiva. Observación que han hecho muchos, con la mayor acuidad, pero entre otros el mismo Tocqueville en su obra <span style="font-style: italic;">“La democracia en América”, </span>legítimamente preocupado por la degradación humana que este fenómeno supone.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(6) </span>Germán Flores menciona a Tocqueville en su suelto, pero al igual que lo hace con otros autores, no parece haberlo leído con entero provecho y segura guía.<br /><br />Ni que decir tiene la mención al mal del relativismo, incansablemente señalado por Juan Pablo II y por Benedicto XVI como la peligrosísima compañía natural de la democracia. Hasta tal punto que desde la <span style="font-style: italic;">“Centesimus Annus”, </span>por ejemplo, el grito de alerta por esta nociva coyunda, ocupa páginas de notable precisión doctrinal.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(7)</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">C - </span>No hay una teología clasista en el origen de la democracia, según la cual, ella habría visto la luz para asegurar el igualitarismo entre los hombres, poniendo a Zeus por garante. Zeus era deidad aristocrática y regia, custodio de las férreas jerarquías terrenas y celestes, protagonista de largas y bizarras contiendas con las que conquistó el poder, arrebatándoselo a Crono y a los Titanes, rodeado siempre de héroes singulares para restablecer el orden en el mundo después de la revuelta democratista y atea de Prometeo.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(8)</span> Ese Prometeo, que a fuer de demócrata y humanista, Carlos Marx ubicó <span style="font-style: italic;">“en el primer lugar entre los santos y los mártires del calendario político”, </span>mientras el viejo Esquilo lo posicionó donde cuadra, en los desiertos de Escitia, en una alta montaña caucasiana, purgando el dolo de su <span style="font-style: italic;">hybris.</span><br /><br />Antes que en la lumbre perpetua de los dioses, es en la sordidez de los sofistas, en el torpor de los demagogos, en la codicia de los plutócratas y en la prepotencia de los tiranos, donde hay que buscar la fragua de la hediondez democrática. Lejos de asegurar la justicia social, decuplicó la esclavitud, hasta industrializarla, como lo aconsejaba Jenofonte en <span style="font-style: italic;">“Las Helénicas”;</span> y los esclavos trabajaron hasta morir.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(9)</span> Lejos de asegurar la igualdad, ejerció la prepotencia y la codicia sobre las polis sojuzgadas y dominadas; algo de lo que da prolija cuenta Tucídides en la <span style="font-style: italic;">“Historia de la Guerra del Peloponeso”.</span> Antes de <span style="font-style: italic;">“respetar ciertos límites y de evitar ciertos excesos”, </span>no dejó desmesura por cometer ni agravio por infligirle a la desventurada Diké. Como los que registra Eurípides en <span style="font-style: italic;">“Las Troyanas”, </span>o el precitado Tucídides cuando narra las matanzas cometidas por el partido demócrata de Corcira en el 425 A.C, y la subsiguiente profanación del templo de Hera.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(10) </span>Repasar la historia de la democracia en la Hélade, y releer a aquellos sabios que la llamaron impura, es ejercicio doliente pero sensato. Haciéndolo, nos encontraremos, verbigracia, con el democrático tribunal que condenó al inmenso Sócrates a la muerte. El contraste nos impedirá equivocarnos. De un lado, la iniquidad de las asambleas populares. Del otro, la innumerada y prefiguradora estación del <span style="font-style: italic;">via crucis.</span> De un lado, el asesinato multitudinario de la Verdad. Del otro el martirio solitario e inacallable del señor de la inteligencia. Naturaleza herida y vulnerada por el pecado, la creatura ha encontrado siempre en la democracia el mejor caldo de cultivo para desfogar sus bajezas, amparada en el anonimato de las masas rugientes.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">D.- </span>Bien estará que elogiemos de Solón su afán equitativo. Pero nada hay en su espíritu y en su obra que lo asocie al plebeyismo y al igualitarismo democráticos, ni mucho menos a la actitud sacrílega e impía de aquella condenada forma de gobierno. El viejo arconte, prestigioso eupátrida, y descendiente del rey Codro, era un genuino aristócrata; y por eso mismo un realizador del bien común. Su respuesta a Creso de Sardes —maravillosamente narrada por Heródoto<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(11)</span>— prueba que los arquetipos de conducta que movilizaron sus afanes políticos, no eran los hombres vulgares, materialistas y ramplones del demos o de la plebe insolente, sino Telo de Atenas, junto a Cleobis y Bitón de Argos. Si el primero había caído en defensa de la patria, viviendo fielmente a los principios pedagógicos rectores del hogar y de la fe, los segundos habían servido hasta la muerte los mandatos de la divinidad, a cuya custodia su propia madre los consagrara.<br /><br />Ningún elogio en cambio merecerá Tersites, a quien Germán Flores toma por un benévolo <span style="font-style: italic;">“hombre de pueblo”, </span>y que en las páginas homéricas irrumpe cual el emblema perfecto de la monstruosidad democrática, como lo es el Calicles de los diálogos platónicos, llamado <span style="font-style: italic;">sujeto infilosófico </span>por Pieper. A diferencia del verdadero hombre de pueblo, que sentíase honrado de presenciar las hazañas de los héroes —sabiéndose su testigo, no su partenaire—, Tersites las desdeña con rencor de alma contrahecha y ruin, representada en su deforme giba, sobre la que deja caer Ulises el bastonazo justiciero. Hegel se ha ocupado de darnos una valiosa interpretación de este personaje, y nosotros mismos hicimos referencia a su significado en una obra ya lejana.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(12)</span><br /><br />De Hesíodo y de Esquilo tampoco podrá decirse que fueron demócratas sinceros. Cierto que, como Solón, le cabe al primero la magnanimidad de propender a la realización de un orden más justo. Pero no será la democracia la que lo instaure —cuyo retrato desolador queda hecho en la descripción de la edad de hierro de <span style="font-style: italic;">“Los trabajos y los días”—</span> sino una raza de hombres piadosos y valientes, por mejor nombres: héroes. Entre otros atributos de sus esforzadas vidas, la proximidad con la reyecía de los dioses los incontamina de cualquier igualitarismo ramplón. De Esquilo —cuyo significativo<span style="font-style: italic;"> “Prometeo”</span> ya mentamos— ha quedado su ejemplo combatiente –el de la areté agonal de los caballeros, tan lejos,¡ay!, del pacifismo democrático-, pero han quedado también <span style="font-style: italic;">“Las Euménides” </span>y <span style="font-style: italic;">“Los siete contra Tebas”, </span>que no son precisamente un loor a las democráticas maneras políticas.<br /><br />Concluyamos afirmando que, antes de que el magisterio católico nos permitiera forjar una recta y sabia arquitectura política, el mundo antiguo ya sabía y afirmaba explícitamente que <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">la democracia era la corrupción de la República</span><span style="font-style: italic;">.</span> Ya sabía y afirmaba, por intermedio de sus hombres eminentes, que tanto como forma de gobierno, como espíritu, cosmovisión, criterio, organización social o perspectiva jurídica, adolecía la misma de un ingénito desquicio: el de la rebelión prometeica de las muchedumbres, conducida por hábiles demagogos, contra el nomos divino y su influjo benéfico en el ordenamiento de las ciudades. Era, como lo ha sintetizado Popescu, una <span style="font-style: italic;">anti-religión.</span><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">– II –</span></span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >La democracia<br />es un conglomerado de perversiones</span><br /></div><br />Si el mejor pensamiento clásico descubrió los males sustantivos de la democracia, y si lo mismo hicieron pensadores de nota, no necesariamente ligados a la Iglesia Católica; si los grandes paganos como Platón y Aristóteles señalaron el desquicio de este sistema insano, y otro tanto podría decirse de autores como Gentile, Guenon, Evola, Maurras, Henri de Man,Volkoff y los precitados Ortega y Gasset y Tocqueville, va de suyo que el Magisterio de la Iglesia no podía callar ni errar en cuestión de tanta monta. Y es aquí cuando se aprovecha y entiende la comentada antología de textos que me hiciera llegar Enrique Brousain. Muy especialmente los correspondientes al maestro Julio Meinvielle en su obra<span style="font-style: italic;"> “Concepción católica de la política”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(13)</span><br /><br />Al repasar aquellos párrafos fundantes en necesaria epítome, varios corolarios pueden extraerse con provecho:<br /><br /><span style="font-weight: bold;">a)</span> que según enseñanza de Santo Tomás, una institución es la República, que admite <span style="font-style: italic;">“la participación jerárquica de todos en el gobierno de la cosa pública”, </span>y otra su corrupción, la democracia, <span style="font-style: italic;">“régimen tiránico del gobierno popular”, </span>que por su esencia igualitaria concluye en la opresión de una clase o de un partido sobre otro <span style="font-style: italic;">(“De Regno”,</span> I, 1).<br /><br />La democracia, pues, tiene una perversión intrínseca. Pervierte a la República.<br /><br />b) que si tergiversando y <span style="font-style: italic;">“olvidando la profunda sabiduría del lenguaje tomista se quiere usar el vocablo </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">democracia</span><span style="font-style: italic;"> para significar la república o </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">politia</span><span style="font-style: italic;">, entiéndase que ésta no se ha realizado ni se ha de realizar en ninguna de las repúblicas o democracias modernas</span> […] <span style="font-style: italic;">Todas las cuales no son sino una mezcla de la demagogia con la oligarquía de los bribones, presentan un tipo inestable y sedicioso, porque en ellas jamás se procura el bien común temporal</span> […] <span style="font-style: italic;">y no piensan sino en la procuración de bienes económicos; no el común, porque el bien del individuo-gobernante prima sobre el bien del partido, el del partido sobre el bien de la nación, el de la nación sobre el bien de los derechos internacionales y sobre el bien divino de la Iglesia” </span>(Padre Julio Meinvielle, <span style="font-style: italic;">“Concepción católica de la política”).</span><br /><br />La democracia, pues, pervierte la noción de bien común y la jerarquía misma de los bienes.Y es de notar, complementariamente, que esta ley enunciada por Meinvielle, de futuribles democracias indeseables, no ha dejado de cumplirse desde que la enunció por primera vez, hace ya más de un largo medio siglo.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">c) </span>que el auge de la democracia ha engendrado <span style="font-style: italic;">“modernas sociedades, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">conformadas perversamente en su interior por haber perdido el recto sentido del bien humano</span> […] <span style="font-style: italic;">víctimas de los consorcios financieros internacionales, los cuales, después de haber corrompido las conciencias, acordando prebendas a las personas influyentes de la colectividad, manejan, por medio de éstas, la misma cosa pública, haciendo derivar en provecho de la proliferación del oro que han acumulado, toda la vida productiva del país. Luego, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">desde el punto de vista católico, que asigna como programa fundamental de toda política la realización del bien común de la ciudad temporal, es inaceptable la forma impura de democracia que revisten las repúblicas modernas</span><span style="font-style: italic;">”</span> (Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues, pervierte tanto el interior de las conciencias como el interior de las comunidades<br /><br /><span style="font-weight: bold;">d) </span>que <span style="font-style: italic;">“lo que hace trágica la condición de los pueblos en los tiempos modernos es que, de hecho, en la realidad concreta, el mito religioso de la Democracia ha invadido y contaminado completamente la democracia política y aun todas las formas actuales de gobierno”. “Añadamos que en el vocabulario de Santo Tomás la democracia como forma política legítima no se llama democracia, sino República (</span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">politia</span><span style="font-style: italic;">). Es una forma de </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">régimen mixto</span><span style="font-style: italic;">, en la cual el principio democrático que, en su estado puro tiende a la dominación del número, está templado por el principio aristocrático (poder de los que se distinguen en valor y virtud)</span> […] En cuanto a la palabra <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">democracia</span><span style="font-style: italic;">, designa, en Santo Tomás, la forma corrompida de politia, y el principio democrático en su estado puro”</span> (Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues, pervierte, invade, contamina, vuelve impuro lo que toca.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">e) </span>que en la historia y en el rumbo de las civilizaciones hay una ley que <span style="font-style: italic;">“marca cuatro momentos: un primer momento de plenitud, una edad de oro, teológica, por el primado de la verdad sagrada o sacerdotal; un segundo momento, de decadencia, una edad de plata o aristocrática por el primado de la verdad natural o racional, o metafísica; un tercer momento, una edad de bronce u oligárquica, por el primado de la vida afectiva o sentimental, o sensible, o animal o económico-burguesa; un cuarto momento, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">una edad de hierro</span><span style="font-style: italic;"> o </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">democrática</span><span style="font-style: italic;">, por el primado de la materia, o de la cantidad que es su propiedad necesaria, o de la multitud o de lo económico-proletario”</span> (Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues, pervierte a las civilizaciones y marca el rumbo más bajo de su declive, analogándose con esa edad de hierro de la que nos hablara Hesíodo.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">f) </span>que el dominio que hoy ejerce <span style="font-style: italic;">“la multitud proletaria o democrática, nos obliga a estudiar la esencia de la democracia, buscando desentrañar su ley íntima. Nadie ha analizado tan profundamente la democracia como Santo Tomás de Aquino y Aristóteles</span> […] <span style="font-style: italic;">Parte el Santo Doctor de la premisa de que la razón de ser y el término del estado popular es la libertad, y por ello el poder o autoridad se distribuye en ese Estado de acuerdo a la dignidad de la libertad («Comentario a La Política de Aristóteles», IV, 7). En su mente la democracia está ligada a una concepción de la vida en que se hace de la libertad el supremo bien del hombre y, por lo mismo, el fin de la ciudad</span> [una ciudad que no es la Ciudad Católica]. <span style="font-style: italic;">En el estado popular —dice en «Política», III, 4— sólo se busca la libertad, y sólo ella es lo que en común confieren todos los ciudadanos. Todas las otras cosas existen por la libertad y para la libertad. Nada valen, por tanto; las diferencias que separan un hombre de otro, nada las dependencias naturales o históricas, nada los vínculos familiares o nacionales, nada la diversidad de los ingenios, de las aptitudes, de la educación, de la cultura o de los derechos adquiridos. Como a todos y a cada uno dio la naturaleza idéntica libertad, será necesario que todos y cada uno en cualquier parte sean iguales” </span>(Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues pervierte las nociones de libertad y de igualdad, y se convierte en <span style="font-style: italic;">“la dominación de la plebe”.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">g) </span>que <span style="font-style: italic;">“la justicia popular o democrática exige que todos participen en los honores y favores públicos de acuerdo a una unidad cuantitativa, y no, en cambio, de acuerdo a la dignidad de la persona o igualdad de proporción</span> […] <span style="font-style: italic;">Por otra parte, como ha de haber quien establezca y conserve esta justicia popular... se sigue que el fin y la justicia del Estado democrático es la opinión de la multitud</span> […] <span style="font-style: italic;">La opinión y voluntad de la multitud es ley, entonces, en el régimen democrático. ¿Cuál es el resultado de un régimen fundado en estas premisas? El resultado dependerá de la condición moral de la multitud. Si ésta, en su mayoría, es virtuosa, la ciudad será virtuosa; si perversa, la ciudad será perversa. Pero el Doctor Angélico saca inmediatamente la conclusión de que tal ciudad, en que la multitud fija la norma de la justicia, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">habrá de ser perversa</span><span style="font-style: italic;"> porque allí mandan los viles y desordenados («Política», VI, 2) </span>[…] <span style="font-style: italic;">La conclusión de Santo Tomas está determinada por el concepto pesimista que tiene de la muchedumbre. Se podrían acumular citas y citas en las que enseña que la muchedumbre, en la mayoría de los casos, se deja llevar por sus malas inclinaciones, violando el orden recto de la razón</span> […] <span style="font-style: italic;">El pueblo se aparta de la razón las más de las veces, dice el Santo en «Política», IV. 13, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Populus enim deficit a ratione, ut in pluribus</span><span style="font-style: italic;">. En substancia, que el pueblo, al no reaccionar sino afectivamente, está expuesto a equivocarse y a extraviarse; necesita que otros —los menos— le indiquen qué le conviene y se lo hagan querer; si una minoría virtuosa no le confiere la virtud, cualquier otra minoría audaz le impondrá el yugo del dinero o del trabajo colectivo”</span> (Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues, pervierte la noción de participación y de justicia, entroniza la tiranía de la multitud, y es perversa porque ésta suele serlo, mandando en ella los viles y desordenados.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">h)</span> que <span style="font-style: italic;">“el análisis de la esencia de la democracia nos conduce a la conclusión de que ésta, partiendo de la idea de libertad, que es su principal e indispensable presupuesto, termina inexorablemente en la tiranía, o dictadura de la multitud, del número, de la cantidad, y por lo mismo de la sinrazón y del desorden</span> […] <span style="font-style: italic;">El principio fundamental que la mueve [a la democracia] es el igualitarismo universal absoluto. Ahora bien: como los hombres —sin una intervención especial de Dios— no pueden ser igualados o nivelados por lo más encumbrado que hay en ellos, es, a saber, la ciencia y la virtud, no resta sino la posibilidad de intentar la nivelación absoluta universal, por lo más bajo que hay en ellos, es decir, por su condición material. Tal es el intento del comunismo soviético, como enseña Pío XI en su magistral y actualísima encíclica «Divini Redemptoris»”</span> (Padre Julio Meinvielle, ibidem).<br /><br />La democracia, pues, es una perversión que lleva a otra mayor y de ella derivada y cómplice: el comunismo. Algo que los mismos comunistas testificaron y previeron.<br /><br />Ahora bien; lo propio del sabio es distinguir y ordenar. Por eso Beccar Varela no ha hecho ninguna de estas distinciones, y se ha mostrado incapaz de todo ordenamiento conceptual. No ha querido distinguir entre democracia y república, entre formas puras e impuras de gobierno, entre componentes de un régimen mixto legítimo y autonomía ilegítima de esos componentes, entre la posibilidad de un deber ser de bondad condicionada y la trágica realidad de una perversión antigua y presente. No ha querido distinguir, en suma, lo que todos los grandes tratadistas católicos han discriminado con ciencia y cautela. Ya no el Padre Julio Meinvielle, sino estudiosos de enjundia como Louis Billot, Víctor Bouillon, Jean Ousset, Marcelo Demongeot, Jean Madiran, Jesús Muñoz S.J, Héctor Hernández, Bernardino Montejano, Padre Osvaldo Lira, Luis Sánchez Agesta, Fulvio Ramos, Alberto Falcionelli, Juan Antonio Widow, y tantísimos otros. Si hubiera distinguido bajo la tutela del magisterio clásico y cristiano, la conclusión no podría haber sido otra que la que sintetizó Charles Maurras: <span style="font-style: italic;">“</span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">no es que la democracia esté enferma; la enfermedad es la democracia</span><span style="font-style: italic;">”.</span><br /><br />Agrava la cortedad interpretativa de Beccar Varela, por un lado, el hecho de que, desde su confusión, se autoerige en tribunal de ortodoxia; mas por otro, el hecho igualmente ruinoso, de que su indistinción y desorden mental, no se mantiene sólo en el ámbito de las discusiones académicas, sino que intenta justificar con ellas determinadas acciones políticas personales, a la par que condena intemperantemente la de quienes no quieren secundarlo. Porque al igual que a tantos liberales católicos, le sobreviene a nuestro criticado no una preocupación theoretica por el hallazgo de la Verdad, sino una urgencia práctica por encontrar algún retazo de doctrina católica con la que bautizar su heteropraxis.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold;">– III –</span><br /></span></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >La democracia<br />y el Magisterio de la Iglesia</span><br /></div><br />Ajeno y hostil a estas distinciones prenotandas, Beccar Varela sostiene que la democracia <span style="font-style: italic;">“es una de las tres formas de gobierno admitidas por la doctrina de la Iglesia”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(14)</span> Vuelve a pegar al bulto, con pifia gruesa, por no columbrar con sutileza ni diferenciar con prudencia. Veámoslo.<br /><br />1- Certeramente ha distinguido Montejano que, en <span style="font-style: italic;">“la enseñanza sobre las formas de gobierno</span> […] <span style="font-style: italic;">observamos dos etapas en el desarrollo de la Doctrina de la Iglesia”. “La primera de ellas se caracteriza por la aceptación de toda forma de gobierno, con tal que su fin sea el bien común;</span> y en tal sentido se expide León XIII en su citadísima<span style="font-style: italic;"> «Immortale Dei”. </span>Pero tal afirmación no está hecha precisamente para defender a la democracia, sino para reprobar a aquellos que la consideraban la única forma posible, legítima e ineluctable de gobierno. Así surge con nitidez de todo el rico magisterio leonino, principalmente de la <span style="font-style: italic;">«Diuturnum illud»</span> y la <span style="font-style: italic;">«Graves de Communi».</span> Y así surge con mayor especificación en «Notre Charge Apostolique» de San Pío X”.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(15)</span><br /><br />Es contra la pretensión <span style="font-style: italic;">“de aquellos que en el siglo pasado se dieron a sí mismos el nombre de filósofos”,</span> y sostuvieron que la autoridad radica en el pueblo, que escribe León XIII. Es contra los que sostienen que “<span style="font-style: italic;">la democracia es la única </span>[forma de gobierno] <span style="font-style: italic;">que inauguraría el reino de la perfecta justicia”,</span> que sostiene lo suyo San Pío X. Porque proponer este monopolio y esta hegemonía de la democracia, es <span style="font-style: italic;">“una injuria a las restantes formas de gobierno, que quedan rebajadas de esta suerte al rango de gobiernos impotentes y peores”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(16) </span>Es contra los que erigen al pueblo “en suprema norma de todo”, “divinizándolo con culto idolátrico”, que agrega lo propio Pío XI, en ocasión de reprobar enérgicamente al nazismo.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(17)</span><br /><br />Para disipar aún más las dudas sobre el alcance real de lo que se afirma cuando se menciona la palabra democracia, León XIII, en su <span style="font-style: italic;">“Libertas”,</span> invoca <span style="font-style: italic;">“el elemento democrático”</span> que pueda <span style="font-style: italic;">“moderar” </span>o <span style="font-style: italic;">“atemperar” “una forma de gobierno”, </span>cualquiera sea. En la más clara línea tomista del Régimen Mixto, lo democrático no es concebido propiamente como un modo de gobierno sino como un ingrediente de aquel que por su armónica mixtura de principios pudiera resultar el más apto para garantizar el bien común.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(18)</span><br /><br /><div style="text-align: left;">¿Y qué alcance o qué significado tiene esta invocación al <span style="font-style: italic;">“elemento democrático”,</span> que aparece no sólo en <span style="font-style: italic;">el corpus</span> doctrinal leonino sino en el magisterio, en general?. Se refiere la Iglesia —dice Fulvio Ramos— <span style="font-style: italic;">“a la república, según la concepción clásica</span> […]<span style="font-style: italic;"> es decir aquel sistema que permite una participación popular en la designación de los gobernantes</span> […] <span style="font-style: italic;">La Iglesia prescinde de cualquier tipo de modalidad</span> [gubernamental] <span style="font-style: italic;">centrando el concepto en la idea de participación </span>[…] <span style="font-style: italic;">que se puede dar tanto en la designación de los gobernantes y representantes políticos como en la gestión de la cosa pública</span> […] <span style="font-style: italic;">Es la consecuencia de un estilo de vida que podemos llamar republicano, según el cual los hombres se sienten solidarios con el bien común de la sociedad y ven la necesidad de colaborar con mayor eficacia para el logro de tal objetivo”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(19)</span><br /></div><br />Entiéndanse entonces tras estas precisiones, jerarquizando y contextualizando debidamente las palabras del Magisterio, que al distinguir entre formas de gobierno, y al precisar que no se opta por ninguna de ellas en particular sino por el bien común como fin de la política, y al subdistinguir que lo democrático legítimo <span style="font-style: italic;">es componente pero no forma de gobierno, </span>la Iglesia está muy lejos de considerar a la democracia como sistema exento de corrupciones. Mas bien hace exactamente lo contrario: <span style="font-style: italic;">sale en defensa de las otras formas posibles de gobierno, agraviadas y menoscabadas por la pretensión monopólica de la democracia de considerarse a sí misma la única alternativa. </span>Con exactitud inspirada se lee en las palabras de San Pío X: es <span style="font-style: italic;">“para no hacer injuria a las restantes formas de gobierno” no democráticas que se recuerda las distintas formas de gobierno. </span>No para preferir la democracia y hacer su elogio, contra las restantes formas posibles de organización política, que pueden ser mucho más que tres, <span style="font-style: italic;">“particulares y concretas”, “con tal que el gobierno sea justo y atienda a la común utilidad”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(20)</span> <span style="font-style: italic;">“La democracia no goza de ningún privilegio especial”, </span>resaltará San Pío X en su condena a los <span style="font-style: italic;">Sillonistas.</span><br /><br /><span style="font-weight: bold;">2.-</span> Y que esa inclusión de la democracia entre las formas posibles de gobierno está muy lejos de considerarla como sistema exento de corrupciones, tal como quedó dicho, es algo de lo que se ha ocupado largamente la Iglesia, en lo que Montejano llama la segunda o <span style="font-style: italic;">“nueva etapa en el desarrollo de la Doctrina de la Iglesia”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(21)</span><br /><br />Habiendo aclarado ya el Magisterio que son muchas, <span style="font-style: italic;">“particulares y concretas”, </span>las formas de gobierno que en tanto posibles hacedoras de la justicia merezcan ser defendidas del atropello hegemónico y coercitivo de la democracia, <span style="font-style: italic;">“a partir de Pio XII</span> [la Iglesia] <span style="font-style: italic;">cambia la consideración del término democracia, el que </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">ya no se identificará con una forma particular de gobierno</span><span style="font-style: italic;">, sino que será considerado como una forma de Estado, que podrá estar presente en las diversas formas de gobierno. O sea que la nueva acepción de democracia tendrá en cuenta, no la estructuración del poder sino la forma de su ejercicio”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(22)</span> Con lo cual volvemos a Santo Tomás, cuando hablando del Régimen Mixto, admite lo democrático como estado constitutivo de un todo, <span style="font-style: italic;">pero no como forma legítima de gobierno.</span> Analogando y ciñendo<span style="font-style: italic;"> “lo democrático”</span> invocado a <span style="font-style: italic;">una cierta posibilidad participativa de la sociedad en orden al bien común. </span>Entiéndase a derechas: no<span style="font-style: italic;"> la democracia</span> como forma de gobierno; <span style="font-style: italic;">sí lo democrático </span>como constitutivo posible, condicional y eventual de un régimen mixto; sí <span style="font-style: italic;">lo democrático</span> con la previa aclaración de que <span style="font-style: italic;">el término no designa aquí la perversión democrática gubernamental, sino que podría utilizarse para mencionar la búsqueda de la participación ciudadana en la construcción del bien común.</span><br /><br />Las múltiples condiciones bajo las cuales puso Pio XII a ese <span style="font-style: italic;">“estado democrático, sea monárquico o republicano”,</span> para que tenga legitimidad, son más que conocidas. Lo mismo las múltiples y severas críticas que lanzó contra la democracia liberal o marxista. Han sido largamente enunciadas en sus alocuciones, y sintetizadas de un modo especial en su célebre <span style="font-style: italic;">“Benignitas et Humanitas”,</span> de 1944. Pero este estado democrático <span style="font-style: italic;">—no forma de gobierno—</span> condicionado a un sinfín de sabios requisitos para poder ser convalidado, no aparece en ningún momento como un estado ya presente y encomiable, sino como un deber ser, como una realización ideal y deseable, como una especie de paradigma de salud política que cabría avizorar. Mientras llueven los recaudos morales y las objeciones doctrinales a las democracias existentes con sus perversiones concretas, Pio XII enseña, por contraste, lo que debería ser un estado democrático fundado <span style="font-style: italic;">“sobre los inmutables principios de la ley natural y de las</span> <span style="font-style: italic;">verdades</span> <span style="font-style: italic;">reveladas”.</span><br /><br />Si en lo que ha llamado Montejano <span style="font-style: italic;">“primera etapa” </span>del Magisterio, la democracia en tanto <span style="font-style: italic;">forma de gobierno</span> aparece como <span style="font-style: italic;">una amenaza</span> contra las restantes formas posibles, a las que pretende imponerse de un modo totalitario; en la<span style="font-style: italic;"> “segunda etapa”,</span> directamente, deja de ser considerada como una forma de gobierno, <span style="font-style: italic;">para reducirse a un estado o forma de ejercicio del poder, c</span>uya validez dependerá de una cantidad de condiciones, prudentemente enunciadas. En suma, que de ninguna de ambas etapas del Magisterio, con recta lógica arguyente, se podrá colegir que la democracia es una forma pura, legítima e incontaminada de gobierno.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">3.- </span>Si pudiera mencionarse una tercera etapa —no lo hace Montejano, pues su ensayo data de 1966— la misma nos permitiría hacer nuevas distinciones. Por un lado <span style="font-style: italic;">“la democracia filosófica”,</span> reprobada sin más en su conjunto, por tratarse aquella filosofía que la adjetiva de la del liberalismo, cien veces condenado de manera inequívoca por Roma. Por otro lado,<span style="font-style: italic;"> “la democracia política”, </span>duramente invalidada porque <span style="font-style: italic;">“no contempla la referencia a fundamentos de orden axiológico y por tanto inmutables”,</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(23)</span> siendo <span style="font-style: italic;">“el agnosticismo y el relativismo escéptico”</span> su <span style="font-style: italic;">“actitud fundamental”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(24)</span> Y en tercer lugar <span style="font-style: italic;">“la democracia ética”,</span> entendida como el derecho natural de todo ciudadano a participar en la vida pública .<br /><br /><span style="font-style: italic;">“El fin de la sociedad”</span> —ha sintetizado con precisión Monseñor Néstor Villa— <span style="font-style: italic;">“no es la democracia sino el bien común. Si un gobierno democrático no logra este fin no es un buen gobierno”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(26)</span> ¿Tanto cuesta concluir este silogismo con el honestísimo corolario de que ningún gobierno democrático ha asegurado el bien común, sino todo lo contrario? ¿Tanto cuesta deducir que esa imposibilidad regular y sin excepciones de asegurar el bien común no se debe a cuestiones accidentales sino que brota de la misma naturaleza del sistema?<br /><br />No es entonces, en esta tercera etapa, una forma de gobierno legítima y pura lo que defiende la Iglesia, ni una realidad política presente —a la que se inculpa de modo terminante, hasta el punto de considerarla, en unión con el relativismo ético, el mayor peligro que se cierne tras la caída física del bolchevismo— sino el derecho y el deber de participar en la vida pública procurando el bien. Fuera de esta concesión conceptual y prudencial, para un <span style="font-style: italic;">católico genuino,</span> el resto de las acepciones democráticas sólo pueden ser nombres y partes de la Revolución Mundial Anticristiana. Dirá alguno, y dirá bien, que precisamente lo que prevalece en los tiempos que corren, son aquellos católicos, aún miembros de la Jerarquía, que le dan a la democracia el carácter positivo y salvífico, que tradicionalmente le negó el Magisterio de la Iglesia. Sin duda. Es la tragedia de <span style="font-style: italic;">“la dimisión, de la cobardía, del consentimiento al suicidio […] de un cristianismo traicionado y cautivo”,</span> como gráficamente lo sintetizó Madiran.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(27)</span> No se nos escapa que purpuradas testas cruzan espadas hoy por la democracia, cuando debieran desenvainarlas con honor y morir con ellas en las manos por la Principalía de Jesucristo. Peripecia doliente de una apostasía que no intentaremos explicar sino llorar, y sobre todo reparar con el vino antiguo y añejo y siempre nuevo de la recta doctrina. Pero tampoco se nos escapa que no es dogma de fe ni anula el magisterio bimilenario y perenne, cualquier frasecilla pronunciada circunstancialmente a favor de la democracia por alguna autoridad de la Iglesia en algún rincón ignoto del planeta. En la Iglesia, la última palabra no puede anular la primera; y si la última ofrece dudas o ambigüedades, debe resolverse a la luz de la que ninguna duda abrigue, alimente o suscite.<br /><br /><span style="font-style: italic;">“Llama nuestra atención”</span> —escribe certeramente Enrique Broussain refiriéndose a Beccar Varela, y después de discernir la recta doctrina de la falsa de la mano del Magisterio— <span style="font-style: italic;">“que hombre de premisa conceptuada no se haya allanado a avizorar la entidad del asunto, sobre todo cuando éste ya ha sido tratado y expuesto por el Magisterio y teólogos y filósofos católicos ortodoxos”.</span> Llama la atención, es cierto, pues si hay un tema que ha sido abordado con la suficiente amplitud pedagógica como para no dar lugar a las dudas, ha sido éste. El asombro se disipa, en cambio, cuando comprendemos que no hay tal <span style="font-style: italic;">“premisa conceptuada”</span> en el hombre que de este modo se explaya. Propio del sabio es distinguir y ordenar, ya lo hemos dicho. Si no hay distinciones ni ordenamientos, no está el sabio sino el sofista. Es el sofista el que escribe que la democracia <span style="font-style: italic;">“es una de las tres formas de gobierno admitidas por la doctrina de la Iglesia”.</span> El sensato,en cambio, está obligado a tener muy en cuenta las distinciones que hemos sintetizado, de la mano de la siempre invocada pero no siempre estudiada “doctrina de la Iglesia”.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(0, 0, 0);">– IV –</span><br /></span></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">Lo principal y lo subalterno<br />en la perversión democrática</span><br /></span></div><br />Ya quedó dicho, al trazar el perfil de la democracia clásica o antigua como corrupción de la república, que ella era substancialmente una antirreligión o religiosidad subvertida; y que con tal característica fatal hace su traslado a la modernidad. El mito de la moderna democracia mesiánica es demasiado abyecto, y pesa demasiado sobre nuestros hombros como para que se nos exija una demostración. Las condenas del Magisterio son al respecto más que reiteradas y contundentes.<br /><br />Cuando León XIII en la<span style="font-style: italic;"> “Immortale Dei”</span> hace el elogio de los tiempos medievales, con sus grandes monarcas santos y heroicos, sostiene que fue el tiempo <span style="font-style: italic;">“en </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados</span><span style="font-style: italic;">. Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su divina virtud, había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad; la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de honor y de altura que le corresponde, florecía en todas partes secundada por el agrado y adhesión de los príncipes y por la tutelar y legítima deferencia de los magistrados; y </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">el sacerdocio y el imperio, concordes entre sí</span><span style="font-style: italic;">, departían con toda felicidad, en admirable consorcio de voluntades e intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de ellos, y quedará consignada en un sinnúmero de monumentos históricos, ilustres e indelebles, que ninguna </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">corruptora</span><span style="font-style: italic;"> habilidad de los adversarios podrá nunca desvirtuar ni oscurecer”.</span><br /><br />Mas a continuación, y trazando un ilustrativo contraste con aquel tiempo de la Monarquía Católica, el Santo Padre explica lo que le sobrevino, como fruto de la disolución de la Ciudad Cristiana y de la irrupción de la modernidad revolucionaria. <span style="font-style: italic;">“El mismo León XIII”</span> —nos dice Meinvielle— <span style="font-style: italic;">“describe de esta suerte el primer ataque, perpetrado por la Reforma Protestante: Pero las dañosas y deplorables novedades promovidas en el siglo XVI, habiendo primeramente trastornado las cosas de la religión cristiana, por natural consecuencia vinieron a trastornar la filosofía y, por ésta, todo el orden de la sociedad civil. </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Ello dio como resultado una sociedad civil o un orden público substraído a la influencia de la Iglesia o del orden sobrenatural en ella encarnado, esto es, una sociedad donde cada uno de los grupos hasta entonces unidos bajo una forma universal de vida, que era la Iglesia, adquieren independencia.</span><span style="font-style: italic;"> Las naciones, libres de toda forma superior, toman posiciones, unas frente a otras</span> […] <span style="font-style: italic;">La razón se independiza de la teología, la ciencia de la fe, la política de la moral, la naturaleza de la sobrenaturaleza. La civilización originariamente cristiana se convierte en naturalista, pero se mantiene como civilización, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">en la medida en que no sufren corrupción los principios de la vida natural que son los que formalmente la constituyen</span><span style="font-style: italic;">. El clero primó en la Edad Media; la nobleza o aristocracia en los siglos XVII y XVIII; los ricos o burgueses en el siglo XIX, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">y hoy ha de dominar la multitud proletaria o democrática</span><span style="font-style: italic;">. Esto nos obliga a estudiar la esencia de la democracia, buscando desentrañar su ley íntima”</span> (Padre Julio Meinvielle, <span style="font-style: italic;">“Concepción católica de la política”,</span> ibidem).<br /><br />No deberían pasar inadvertidas estas palabras del gran Pontífice y de su autorizado comentarista. Ni deberían dejar de releerse con particular detenimiento los pasajes que nos hemos permitido resaltar con bastardilla. Porque lo que aquí se señala no es sólo el tránsito de una forma de gobierno pura o legítima a otra impura o ilegítima. Es la sustitución de una <span style="font-style: italic;">cosmovisión cristocéntrica</span> —con un modo político concorde— por <span style="font-style: italic;">“un orden público substraido a la influencia de la Iglesia”; </span>por <span style="font-style: italic;">“una sociedad”</span> y <span style="font-style: italic;">“una civilización”</span> en las que la filosofía del Evangelio ya no gobierna los Estados; por un <span style="font-style: italic;">“dominio de la multitud” </span>y una <span style="font-style: italic;">“independencia”</span> de las partes del cuerpo social, de espaldas a <span style="font-style: italic;">“la sabiduría cristiana”.</span> Es el reemplazo del Imperio Católico por una nueva organización política, y consiguientemente por un nuevo enfoque, cuya <span style="font-style: italic;">“habilidad corruptora”</span> consistió en suprimir la vigencia de la Ciudad Cristiana. Esto es lo principal en la perversión democrática. <span style="font-style: italic;">Esto es lo que la define y sustancializa como perversa. Todo lo demás que quiera señalársele, sea para su condena o su defensa, según quien lo diga, no será lo principal sino lo subalterno. Por ejemplo, la elección de los gobernantes y el modo en que se los elige.</span><br /><br />Precisamente porque tenemos muy aprendidos estos conceptos del Magisterio es que en nuestra primera respuesta al detractor le notificábamos lo siguiente: <span style="font-style: italic;">“Va de suyo, asimismo, que cuando califico de perversa a la democracia —siguiendo en esto un fecundísimo magisterio contrarrevolucionario que Beccar Varela insiste en desconocer— no lo hago </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">prima facie</span> porque se proponga en ella la elección de los gobernantes, sino por la aberración ineludible que la sustantiviza al subvertir el Orden de la Ciudad Católica por el desorden de la Ciudad Secular. Este drama teológico de toda democracia conocida, parece importarle nada al católico Beccar Varela. Las causas más hondas, más relevantes y metafísicas que tornan inicuo al sistema democrático, le son tan incomprensibles e indiferentes como a los pastores progresistas que la han sacralizado” (cfr. Antonio Caponnetto, <span style="font-style: italic;">“La confusión de Beccar Varela”,</span> ibidem). Y aclarábamos antes, en el mismo párrafo, que <span style="font-style: italic;">“la elección de los gobernantes por la multitud a la que se refiere el Papa </span>[ León XIII] <span style="font-style: italic;">es un procedimiento que siempre dejó a salvo la Iglesia”.</span><br /><br />Esta última aclaración la hacíamos para desbaratar el razonamiento de Beccar Varela, según el cual, incurro en un sofisma al desacreditar a la democracia, porque León XIII y San Pío X enseñan que<span style="font-style: italic;"> “los que han de gobernar el Estado pueden ser elegidos en determinados casos por la voluntad y el juicio de la multitud, sin que la doctrina católica se oponga o contradiga esta elección”.</span><br /><br />Rogamos al lector que preste particular atención a este último aspecto de la controversia, para que al desnudo quede lo que he llamado eufemísticamente <span style="font-style: italic;">“insolvencia argumentativa”</span> del crítico. Facilitaré las cosas mediante un croquis:<br /><ul><li>1) estoy calificando de perversa a la democracia por las razones principales que lo hace el Magisterio;</li><li>2) Beccar Varela me responde que no hay tal perversidad porque los Pontífices admiten que la multitud puede elegir a sus gobernantes;</li><li>3) señalo —completando el concepto— que, efectivamente <span style="font-style: italic;">“en determinados casos” y dejando a salvo ciertos principios,</span> la Iglesia no ve una contradicción entre sus enseñanzas y la elección de los gobernantes por la multitud, pero que esta cuestión procedimental aludida por la Iglesia para la elección de los gobernantes <span style="font-style: italic;">nada tiene que ver con la legitimación de la democracia y del sufragio universal que le es connatural a su perversión;</span></li><li>4) Beccar Varela se autoerige en el campeón del debate, se coloca en el centro del ring, se levanta a sí mismo el brazo vencedor, y proclama: “[Caponnetto]<span style="font-style: italic;"> admite que la elección de los gobernantes por la multitud es aceptable para la doctrina católica, es decir, quedó probado que su tesis estaba equivocada”,</span> es <span style="font-style: italic;">“evidente su reconocimiento de haber errado” </span>(cfr. <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor …”, </span>ibidem).</li></ul>¿Y quién había hablado de la elección de los gobernantes?; ¿quién había negado que bajo determinadas condiciones y dejando a salvo ciertos principios pudieran ser elegidos por la sociedad?; ¿quién había puesto en cuestión la enseñanza pontificia acerca de la posibilidad de un sistema electivo? ¿quién había sostenido que lo principal para definir a la democracia, como santa o ruinosa, es la elección de los gobernantes?; ¿quién había considerado a las elecciones como la naturaleza exclusiva y excluyente de la democracia? ¡Nadie! Otro era el tema de controversia. Otra mi posición. Otras mis afirmaciones y negaciones. Ante la imposibilidad de demostrar lo indemostrable, Beccar Varela desplaza el eje de la cuestión en litigio; pero para ello tiene que falsificar primero la posición que le es adversa, construyendo un silogismo antojadizo. Entonces, en vez de considerar —como propongo de la mano del Magisterio— <span style="font-style: italic;">“las causas más hondas, más relevantes y metafísicas que tornan inicuo al sistema democrático”,</span> identifica a éste con la elección de los gobernantes por la multitud, y como sobre la tal elección no existen condenas eclesiásticas, luego —concluye— la democracia sería legítima.<br /><br />Por eso Enrique Broussain, ante este brusco y unilateral descentramiento del debate, pone en evidencia <span style="font-style: italic;">“el aire de niño”</span> y <span style="font-style: italic;">“la rapidez que deja a uno cavilando”,</span> con la que Beccar Varela se tiene por vencedor. Pero el <span style="font-style: italic;">“aire de niño”, </span>que en buen romance no alude sino al infantilismo, a la inmadurez y a la cortedad del crítico, necesitaba un estrambote para garantizar el desbarre, y Beccar Varela lo escribe. Según él —como he recordado que esa elección de los gobernantes por la multitud no puede ser bajo el sistema del sufragio universal, llamado la <span style="font-style: italic;">mentira universal</span> por Pío IX— mi propuesta es <span style="font-style: italic;">“el voto calificado”: </span>una <span style="font-style: italic;">“democracia impoluta”</span> cual <span style="font-style: italic;">“sería la del voto calificado”.</span> Con horror populista se encrespa contra tal posibilidad, y con el mismo criterio de los progresistas que —segadores del Orden Natural— niegan la censura y la represión porque nadie puede osar decir lo que hay que ver o hacer, se pregunta <span style="font-style: italic;">“¿quién califica a los calificadores?” (“Respondo al Profesor…”, </span>ibidem). Pero el punto merece una reflexión aparte.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >– V –</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >La elección de los gobernantes</span><br /></div><br />Aclarada la cuestión de que la perversión intrínseca de la democracia no está en la posibilidad que ella abriga de elegir a los gobernantes, sino de elegirlos mediante el sistema del sufragio universal, <span style="font-style: italic;">todo católico coherente debería rechazar sin más esta variante electiva,</span> convertida hoy en obligatoria y compulsiva norma, cuya violación conlleva sanciones que no rigen, siquiera teóricamente, para los sacrílegos y los blasfemos. Prestarse al juego del sufragio universal, sea en la doble o simple condición de elegido o de elector, es convalidar esa noción matemática y mecánica de lo social metida a la fuerza por la Revolución Moderna; es admitir que la legitimidad de origen de un gobierno depende de la adición discorde, anónima e indiscriminada de las individualidades, homologadas todas rastreramente en el principio cuántico de que un hombre es igual a un voto. Es, en suma, alimentar la funesta tiranía del número, que hasta el mismo Borges, en renombrada chanza, llamó <span style="font-style: italic;">“abuso estadístico”.</span> Con razón ha dicho Calderón Bouchet que <span style="font-style: italic;">“el aristócrata no es el producto de un sufragio, ni puede serlo; está vinculado a los servicios prestados al pueblo por sus antepasados y a una educación en consonancia con ese prestigio histórico”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(28) </span>Y con más razón aún enseñaba Pío IX en su alocución del 9 de junio de 1862, que existe <span style="font-style: italic;">“</span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">una plaga horrenda que aflige a la sociedad humana y se llama sufragio universal. Esta es una plaga destructora del orden social y merecería con justo título ser llamada mentira universal</span><span style="font-style: italic;">”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(29)</span><br /><br />Pero ni tal sensato rechazo del sufragio universal implica negar el derecho que pueda asistir a la sociedad de elegir a sus gobernantes; ni implica asimismo la propuesta de un sufragio calificado, ni tal sufragio calificado volvería <span style="font-style: italic;">“impoluta”</span> a la democracia. Tales dislates son deducciones exclusivas y antojadizas de Beccar Varela. Bastaba para disiparlos el conocimiento del magisterio católico tradicional.<br /><br />Por eso remití a Santo Tomás de Aquino —concretamente a su <span style="font-style: italic;">“Comentario a la Política de Aristóteles”—</span> no para que se conocieran <span style="font-style: italic;">“las condiciones determinantes de una democracia lícita”,</span> como tuerce Beccar Varela haciéndome decir lo que no digo (Cfr. <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor…”, </span>ibidem), sino para que se supiera que <span style="font-style: italic;">“la elección de los gobernantes por la multitud</span> —procedimiento que siempre dejó a salvo como posible el Magisterio de la Iglesia— <span style="font-style: italic;">no lo es bajo el modo aberrante del sufragio universal, sino bajo ciertas condiciones determinantes que oportunamente enumeró Santo Tomás, verbigracia, en su «Comentario a la Política de Aristóteles»”</span> (Antonio Caponnetto, <span style="font-style: italic;">“La confusión de Beccar Varela”, </span>VI).<br /><br />Beccar Varela —dándose nuevamente por ganador del debate en chiquilina actitud, y sin advertir cuán al descubierto deja su endeblez mental— dice muy ufano:<span style="font-style: italic;"> “Cita</span> [Caponnetto] <span style="font-style: italic;">a Santo Tomás y a él se remite para indicar las «condiciones determinantes» de una democracia lícita. Antes que nada hago notar que si algo es admisible en ciertas condiciones, no puede decirse que padezca una «perversión intrínseca»</span> […] <span style="font-style: italic;">Leí rápidamente el capítulo 14 del Libro III del Comentario de Santo Tomás al libro de la Política de Aristóteles que el Profesor cita, en busca de las condiciones de la democracia que él aceptaría. No las encontré”</span> (Cfr. <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor…”,</span> ibidem).<br /><br />Claro; tampoco hallará <span style="font-style: italic;">“La Divina Comedia”</span> si lee a <span style="font-style: italic;">“Don Quijote”, </span>ni a Hegel si estudia a Kant. Porque no estoy remitiendo a la obra de Santo Tomás para encontrar <span style="font-style: italic;">“las razones de la democracia lícita”, </span>sino las condiciones determinantes bajo las cuales podría resultar legítima la elección de los gobernantes. Son dos cosas bien distintas, y al confundirlas, o comete torpeza o imprime malicia a la <span style="font-style: italic;">disputatio.</span><br /><br />Sean cuales fuesen los propósitos del crítico, lo que interesa aprovechar de Santo Tomás (y de San Agustín, a quien el Aquinate cita al respecto tomando textos de <span style="font-style: italic;">“De Libre Arbitrio”)</span> es que su propuesta no es la del sufragio universal ni calificado, sino la de la elección de los gobernantes entendida como <span style="font-style: italic;">derecho positivo eventual condicionado, que ni delega ni transfiere el poder sino que lo designa. </span>Tan eventual y tan condicionado es ese derecho a la designación de los gobernantes, que puede privarse del mismo a la comunidad si esta no garantiza conductas mínimas de equidad, de organicidad, de justicia, o <span style="font-style: italic;">“se muestra proclive a las tentaciones de la venalidad”.</span><br /><br />Imaginar que en el siglo XIII Santo Tomás pensaba en el sufragio universal o calificado, o en los partidos políticos ofreciendo electores múltiples, es un despropósito, una verdadera ucronía; esto es, aquello que está fuera del tiempo.<br /><br />A partir de un valioso texto de Pío XII, su Discurso del 2 de octubre de 1945, <span style="font-style: italic;">“Dacche piacque”,</span> en el que el Pontífice alude a la jerárquica arquitectura social prevalente en <span style="font-style: italic;">“la Edad Media Cristiana”, </span>Fulvio Ramos ha comentado con maestría: <span style="font-style: italic;">“En la Edad Media, obviamente, no existía el sufragio universal como lo entendemos ahora, ni había partidos políticos. Menos aún se soñaba siquiera con un concepto tal como el de soberanía del pueblo. Sin embargo, en las monarquías de la Edad Media se daba una real participación de los distintos sectores sociales, manifestada en los municipios o comunas, los gremios, corporaciones artesanales, universidades, etc, en los asuntos que eran de su competencia. Más aún, las distintas regiones que componían un reino gozaban de una marcada autonomía, que estaba garantizada con el régimen denominado de los fueros, que eran el producto de un pacto entre el rey y los representantes de esas regiones, por el cual éstos se sometían a su autoridad a cambio del mantenimiento de su autonomía y del goce de determinadas libertades”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(30)</span><br /><br />Entonces, <span style="font-style: italic;">ni sufragio universal ni calificado son modelos para un católico coherente. </span>Sí en cambio, vale la admiración e imitación del espíritu y de las formas concretas de aquella sociedad cristiana, en la que la organización corporativa y foral permitía —llegado el caso y dadas ciertas condiciones— designar a los gobernantes mediante el criterio del <span style="font-style: italic;">primus inter pares, </span>que devenía después en <span style="font-style: italic;">primus inter primus. </span>Algunos tratadistas han caracterizado a este modo de elegir autoridades, sufragio directo por distribución territorial y representación corporativa.<span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(31)</span> <span style="font-style: italic;">Mutatis mutandi, </span>todavía hoy la Iglesia nos da el ejemplo de la validez de este criterio cuando tiene que designar un nuevo Papa. No se convoca a las masas a la elección. No se presentan listas de candidatos emergentes de otros tantos órganos partidocráticos. Ni cualquiera elige ni cualquiera puede ser electo. La Iglesia sabe —como lo ha dicho Pío XII en <span style="font-style: italic;">“La organización política mundial”—</span> que <span style="font-style: italic;">“cuando la creatura es reducida a simple elector, la vida de las naciones se halla disgregada por el culto ciego al valor numérico”. </span>Y no puede dejar de recordar que el primer sufragio universal de la historia (¿o fue calificado?), los electores eligieron a Barrabás y crucificaron a Jesucristo.<br /><br />Por eso, me interpreta correctamente el señor Enrique Broussain al asentar estas palabras: <span style="font-style: italic;">“Cuando el Profesor</span> [Caponnetto] <span style="font-style: italic;">habla de </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">designación de gobernantes por el pueblo</span><span style="font-style: italic;">, por cierto descarta el mito jacobino del sufragio universal, mas, a la vez, no sugiere tal o cual forma particular de «sufragio calificado», como presume Don Cosme. El Profesor, a nuestro entender, piensa</span> […] <span style="font-style: italic;">en la noción de la </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">politia</span><span style="font-style: italic;"> en la Edad Media, con la intervención de las guildas o gremios, cuyos integrantes </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">distinguían a los ilustres de cada corporación</span><span style="font-style: italic;">, para que cada uno de ellos, perteneciente a distintas sociedades, integrase, a su vez, un </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">consejo de patricios</span><span style="font-style: italic;"> que designaría al Jefe del distrito o comarca. El imperio sucesivo de este sistema, eventualmente, podría concluir con la nominación del Monarca o Regente Cristiano; habría entonces una real </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">politia</span><span style="font-style: italic;">, según Santo Tomás</span> […] <span style="font-weight: bold; font-style: italic;">que no es otra cosa que la participación de la mayor cantidad de hombres para la obtención y logro del bien común</span><span style="font-style: italic;"> </span>[…] <span style="font-style: italic;">Admitir «una democracia que no se rija por el sufragio universal» no significa que invariablemente se acepte «una democracia con voto calificado». ¿De dónde la deducción?”</span><br /><br />Los que por extrema coherencia con la recta doctrina nos oponemos a sumarnos irresponsablemente a las categorías democráticas —sean ellas las de constituir partidos, candidatos presidenciables, campañas electorales, votaciones por presuntos males menores, etc.— <span style="font-style: italic;">de ningún modo estamos proponiendo no participar de la vida política o abandonar el terreno a los malvados.</span> Estamos proponiendo, por un lado, la resistencia y la lucha con todos los medios legítimos a nuestro alcance. Y por otro, pensando en quienes tengan vocación y aptitud para la praxis pública, estamos proponiendo su activa y edificante inserción en el entramado múltiple y natural de cuerpos intermedios. La suma de bienes concretos que se podrían obtener por esta vía —si los patriotas cabales y cristianos íntegros quisieran recorrerla organizadamente— sería superior, y con creces, a los logros prometidos y nunca alcanzados cada vez que se ha intentado armar un partido político, sedicentemente católico, con un presidenciable afín. Cuando la conquista del poder nos está vedada (no importa ahora por cuánto tiempo y porqué motivos), no se nos veda <span style="font-style: italic;">el deber </span>de cooperar al bien común. Todo lo contrario. Pero ese <span style="font-style: italic;">deber,</span> precisamente por perentorio y urgente, debe encontrar encauzamientos concretos que no estén reñidos con la recta doctrina.<br /><br />Mas una cosa es segura. La <span style="font-style: italic;">vergüenza</span> no es abstenerse de votar, como dijo con desaprensión el Cardenal Bergoglio la primera semana de junio de 2007, reprochando severamente al casi millón de vecinos porteños que creyó prudentísimo no plegarse a la farsa electoralista, ausentándose de los comicios del 3 de junio. Reproche con apelación a la inverecundia que, digamos de paso, Su Eminencia no proyecta hacia otras conductas inequívocamente deshonestas de los ciudadanos. La vergüenza no es irse dando cuenta —como ya lo hace la ciudadanía sencilla y de un modo extraordinariamente creciente— de la inutilidad de colocar papeletas en urnas y partidócratas en cargos bien rentados. La vergüenza y la inmoralidad es el sufragio universal, y la ideología ruinosa que lo sustenta, fruto del igualitarismo amorfo y de la cuantofrenia más aborrecible. La vergüenza es plegarse a la parodia sufragista, al totalitarismo de las mayorías arrebañadas por la propaganda, a la enfermiza compulsión por optar cuando no hay bienes sino males mayores y crecientes. La vergüenza es querer ser candidato, aceptando y cumpliendo para ello sin pestañear todas las reglas —moral, filosófica y políticamente viciosas— que impone esta república judeomasónica. La vergüenza para un católico cabal es entrar en contradicción con la buena doctrina. Y a eso propende cierta Jerarquía cada vez que insta a votar mediante la mentira del sufragio universal, a respetar el mito aborrecible de la soberanía del pueblo, a adherir al condenado constitucionalismo moderno insalvable en nuestra Constitución del ‘53 con sus sucesivas reformas, a convalidar la representación partidocrática monopólica y excluyente, a plegarse a la hediondez democrática, a cometer el pecado del liberalismo, como lo llamara San Ezequiel Moreno Díaz, y a olvidar la obligación ineludible de <span style="font-style: italic;">Instaurar todo en Cristo.</span><br /><br />Abstenerse de toda involucración en la perversidad democrática no es alegar excusas para no dar batalla. Es dar la batalla impostergable —en soledad y contracorriente— contra un régimen monstruoso, al que pagan tributos aún aquellos que creen oponerse. Si traicionáramos el magisterio tradicional de la Iglesia, si abandonáramos el ideal <span style="font-style: italic;">“de una monarquía con reyes santos”,</span> de una<span style="font-style: italic;"> “aristocracia”, </span>de la posibilidad de una guerra justa como la gesta vandeana, y venciéramos <span style="font-style: italic;">“a los farsantes democráticos en su propio terreno”</span> —enseñanzas todas de Beccar Varela y de la progresía— nos infligiríamos la peor de las derrotas: la de la coherencia moral, intelectual, espiritual y religiosa. Sería como conquistar la regencia de un prostíbulo, no destruyendo el fétido antro y todo lo que en él habita y se mueve, sino participando de sus actividades y logrando el consenso de la clientela. Así, según el criterio del exitismo mundano, venceríamos a los farsantes prostibularios en su propio terreno.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;font-size:130%;" >– VI –</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >La democracia en concreto</span><br /></div><br />No quedarían completas las anteriores reflexiones, si todas estas críticas teóricas a la perversión democrática no encontraran su <span style="font-style: italic;">fundamento in re, </span>su sostén en la realidad, su corroboración en los hechos. Pues ¿de qué valdría probar un mal en el orden de los conceptos si aplicado resulta que el mal denostado es un cúmulo de bienes? Si por los frutos los conoceréis, <span style="font-style: italic;">“los frutos podridos de la democracia”,</span> como dijera Hugo Wast, prueban que el árbol que los engendra tiene raíces funestísimas. Es cosa de marxistas —cuando se ven acorralados por la triste realidad del experimento soviético o algún otro similar— andar diciendo que el comunismo es teóricamente perfecto, y que sus excesos prácticos no invalidan la pureza de sus principios. Y es cosa de lelos andar quejándose de los innúmeros perjuicios ocasionados por las praxis democráticas, pero hacernos creer que los mismos no prueban la negra fundamentación ideológica en que se alimentan y nutren. Deber de la inteligencia que busca la verdad entera, es no sólo <span style="font-style: italic;">theorizar</span> —ciertamente lo primero— sino constatar y verificar en los hechos lo que la reflexión pura ha juzgado como valor o disvalor de determinado objeto de análisis. Esto es lo que marca no sólo el sentido lógico y epistemológico de una investigación, sino también el sentido ético de quien la lleva a cabo.<br /><br />Por eso, vuelve a desbarrar estrepitosamente Beccar Varela cuando reprocha mis referencias <span style="font-style: italic;">“a las democracias actuales”,</span> pues según su peculiar óptica eso equivaldría a ir <span style="font-style: italic;">“patinando del concepto en abstracto hacia las aplicaciones prácticas”, </span>abandonando <span style="font-style: italic;">“el plano de las definiciones y pasando al de la práctica”.</span> En todo lo cual ve <span style="font-style: italic;">“un error lógico”</span> que cometo para dejar de lado <span style="font-style: italic;">“el plano de la teoría, en el que se sabe en falso”, </span>y pasar <span style="font-style: italic;">“al plano de la práctica”</span> (Cosme Beccar Varela, <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor…”,</span> ibidem).<br /><br />De acuerdo con este novedoso enfoque gnoseológico, cumplir con los requerimientos elementales del método inductivo-deductivo equivaldría a escaparse por la tangente. Pero negar el principio de que <span style="font-style: italic;">el efecto contiene a la causa </span>sería el norte de toda logicidad intelectual. Probar la validez de un discurso con hechos, ya no con palabras, implicaría un imperdonable abandono de las abstracciones. Violar la realidad por la cual <span style="font-style: italic;">operatio sequitur esse, </span>traería fama y segura monta de sesudo escudriñador.<br /><br />Aumenta y potencia la patochada del crítico la sostenida afirmación de que coincide plenamente conmigo en el repudio a las <span style="font-style: italic;">“democracias concretas”,</span> pues <span style="font-style: italic;">“no hay ninguna democracia concreta que esté organizada en forma legítima ni que produzca funcionarios aceptables. Todas son censurables en mayor o menor grado”</span> (Cosme Beccar Varela, <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor…”,</span> ibidem). ¿Y de dónde saldrían estas misteriosas perversiones prácticas de la democracia? ¿Cuáles serían las causantes de esta sistemática corrupción empírica? ¿De do proceden los motivos y las razones que de un modo unánime y reiterado tornan impura una estructura de poder, un modo de gobierno, una modalidad práctico-política? No hay múltiples pornografías concretas ilegítimas por protestar, mas dejando a salvo la teoría que legitima el ser pornográfico. Desde que el ser precede al hacer, y la inteligencia a la voluntad, la teoría según la cual es legítima toda aborrecible prostitución con fines comerciales, vuelve perversa las múltiples pornografías concretas. <span style="font-style: italic;">El efecto contiene la causa. La operación sigue al ser.</span><br /><br />Por eso Alberto Falcionelli, en su enjundiosa obra sobre la democracia, después de los necesarios prolegómenos teóricos, toma el toro por las astas y “pasa revista” a las diferentes formas concretas del fenómeno, para concluir en la perversidad operativa de todas aquellas. Sea la <span style="font-style: italic;">“democracia laica, laicista de vocación”,</span> la <span style="font-style: italic;">“democracia progresiva de derivación americana”,</span> la <span style="font-style: italic;">“democracia social o socialdemocracia”,</span> la <span style="font-style: italic;">“democracia socialista”, </span>la <span style="font-style: italic;">“democracia popular”</span> o la <span style="font-style: italic;">“democracia cristiana”,</span> a todas las une el común denominador de su connatural estulticia. A todas las reconocibles o por reconocer, ya que <span style="font-style: italic;">“democracia y métodos democráticos hubo y hay en cantidades, casi diría incalculables. Se los concibe, promueve y difunde (<span style="font-weight: bold;">id est, impone</span>) de modos tan disímiles que ni siquiera Dios Nuestro Señor, si fuese democrático, reconocería a los suyos”.</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(32)</span><br /><br />No es una excepción sino la regla el caso peculiar de la democracia en nuestro país, en su versión contemporánea si se desea circunscribir el juicio didácticamente. Por eso <span style="font-style: italic;">he dicho, he probado documentalmente y me reitero ahora que “la democracia en la Argentina agrega un plus a su connatural perversión, que no debería pasar inadvertido para un argentino de honor por ser el fruto de la derrota de Malvinas”</span> (Antonio Caponnetto, <span style="font-style: italic;">“La confusión…”,</span> ibidem). Pero para Beccar Varela —que entre otras ignorancias ignora el maldito accionar del Imperialismo Internacional del Dinero; que entre otras omisiones omite denunciar regularmente los planes de la judeomasonería; y que entre otros silenciamientos silencia la acción devastadora del capitalismo británico en estas tierras, a partir de la derrota de Caseros— la alusión a la guerra justa de Malvinas y a las consecuencias trágicas de su fracaso, en todos los órdenes, es nada más que <span style="font-style: italic;">“una frase demagógica”. “Hay que recordar </span>—agrega— <span style="font-style: italic;">que esa guerra fue decidida y estúpidamente perdida por el gobierno militar”</span> (Cosme Beccar Varela, <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor…”,</span> ibidem).<br /><br />Latiguillo demasiado parecido y por lo mismo, demasiado falso y demasiado ruin al que esgrimen las izquierdas de todo pelaje. Si en los indefendibles años del <span style="font-style: italic;">Proceso</span> hubo una decisión que no fue estúpida, consistió la misma en decidirse a recuperar por las armas el suelo austral despojado. Y si hay algo que no merece el injusto calificativo de estupidez, es una derrota que significó sangre patricia derramada, muertes cristianas y heroicas, y conductas ejemplares providencialmente desgranadas por tierra, aire y mares nuestros. Todo ello y tanto más, digno de encomio y de epinicios sones, desestupidizan aquella derrota, a pesar de las miserias y de los errores que quieran señalarse.<br /><br />Pero quien no está para conmoverse sino para desdeñar la epopeya vandeana —lejos, ¡ay! en tiempo y espacio— mal podrá estar dispuesto para contemplar las grandezas de nuestra cercana y reciente gesta malvinera. Quien no ha inteligido el sentido teológico de aquella contienda —honda y bellamente explicado entre nosotros por Alberto Caturelli— tampoco podrá inteligir, como quería Donoso Cortés, la cuestión teológica que se esconde tras el drama político de nuestra derrota. Y esa cuestión teológica es el satanismo desatado explícitamente con la reinstalación formal y plena de la democracia en 1983. La Argentina derrotada debía ser exactamente la antítesis de la que prometió ser en la madrugada victoriosa del 2 de abril. Debía ser endemoniadamente lo contrario de lo que despuntó en aquellas jornadas de crispación y bizarría: una nación hispanocatólica, mariana y épica, batalladora, rezadora, aguantadora y resistente. De asegurarse este cambio de natura, esta crudelísima infección hasta los tuétanos, esta subversión de todas las esencias, se ocupó con creces la democracia <span style="font-style: italic;">“moderna, eficiente y estable” a</span>nhelada por los oscuros jerarcas del <span style="font-style: italic;">Proceso</span> y consumada por quienes le sucedieron. Bien puede columbrar un argentino con honor que no hay encerrona demagógica en la afirmación que hice y nuevamente hago. Cabe, pues, agregar este plus particularmente doliente,con llanto y luto en las palabras: la democracia argentina es la destrucción de la patria.<br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(255, 0, 0); font-weight: bold;font-size:180%;" >* * * * *</span><br /></div><br />Aquí cesan por hoy estas reflexiones doctrinales. Insisto en precisar que no van dirigidas a quienes no las merecen ni pueden entenderlas, sino a aquellos amigos, camaradas y discípulos con quienes <span style="font-style: italic;">preferimos la Verdad en soledad al error en compañía, </span>según conmovedora enseñanza de Santa Teresa de Jesús.<br /><br />Aquí cesan por hoy estas reflexiones doctrinales, sin mengua de que haya otras mañana, cuando las circunstancias lo reclamen o el testimonio lo exija. Insisto en precisar que no van dirigidas a esos católicos inficionados de la herejía modernista, aunque algunos de ellos hayan portado leones rampantes en sus banderines, u ocupen ahora eclesiales cargos, que más confunden con los de una empresa filantrópica que con los de la Esposa de Cristo. Están dirigidas a los bautizados fieles, a los creyentes leales, a los hijos veraces de la Iglesia<span style="font-style: italic;"> semper idem.</span><br /><br />Aquí cesan —reitero por tercera vez consecutiva— estas reflexiones doctrinales. No sacarán provecho de ella los heresiarcas, incapaces del <span style="font-style: italic;">sí, sí; no, no, </span>pero siempre prontos a la obsecuencia pública con los artífices de la tiranía democrática. No sacarán provecho los novadores, los <span style="font-style: italic;">snobistas,</span> los esclavos de las modas culturales, los pastores sin lucidez ni coraje, los convencidos de que la tradición bimilenaria del catolicismo puede tirarse por la borda. Habiten estos en la curia porteña, en los obispados provinciales o escondidos a hurtadillas en los entresijos de Roma. Sacarán provecho en cambio, si el Señor de las Batallas lo permite, los miembros del resto fiel y corajudo, que no quieran ofrecerle a Dios y a la Patria la oblación de una boleta en una urna, sino el cansancio de una marcha sin regreso, <span style="font-style: italic;">con polvo, sudor y hierro, </span>como la del destierro cidiano que retratara Manuel Machado.<br /><br /><span style="font-style: italic;">“Afuera es Noviembre, hace frío, cae una lluvia vieja y sucia”, </span>me recuerda poéticamente el buen Broussain. Lo acepto así, pues hay razones para percibir esta nubarrada vetusta y cochambrosa.<br /><br />Pero se esfuma agosto cuando cierro estas líneas. <span style="font-style: italic;">“Agosto, luz segura”, </span>cantó Fernández Unsain. O empieza septiembre, según se mire. Y otro es el poeta que auxilia mi esperanza en el alba marchita de una primavera que tarda. Pienso en Hernando de Acuña, y en aquellos versos maravillosos que compuso después de la victoria de las armas imperiales contra los luteranos, junto al rio Albis:<br /><br /><div style="text-align: center;">“Ya se acerca, Señor, o ya es llegada<br />la edad gloriosa en que promete el cielo<br />una grey y un pastor solo en el suelo,<br />por suerte a vuestros tiempos reservada.<br /><br />Ya tan alto principio, en tal jornada,<br />os muestra el fin de nuestro santo celo<br />y anuncia al mundo, para más consuelo,<br />un Monarca, un Imperio y una Espada”.<br /></div><br /><span style="font-style: italic;">Un Monarca, un Imperio y una Espada, </span>tal la síntesis del ideal político plenamente católico. Nuestra Señora de Luján nos haga fuertes para conservar esta esperanza. Fuertes para predicarla, para enarbolarla desafiante, para sostenerla en el almenar caído de la tierra yerma. Fuertes para vivir y morir por ella.<br /><br /><div style="text-align: right;">Buenos Aires, agosto 30, 2007.<br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(255, 0, 0); font-weight: bold;font-size:180%;" >* * * * *</span><br /></div><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">Notas:</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(1)</span> Stan Popescu, <span style="font-style: italic;">“Autopsia de la democracia. Un estudio de la anti-religión”,</span> Buenos Aires, Euthymia, 1984, pág. 122.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(2)</span> Germán Flores, <span style="font-style: italic;">“Lucha mediática entre Caponnetto y Cosmu”,</span> cfr. <span style="font-weight: bold;">http://chestertonspace.blogspot.com</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(3)</span> Ibidem.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(4)</span> Ibidem.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(5) </span>Mircea Eliade, <span style="font-style: italic;">“Historia de las creencias y de las ideas religiosas. De la prehistoria a los misterios de Eleusis”, </span>Madrid, Cristiandad, 1978.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(6)</span> Cfr. Alexis de Tocqueville, <span style="font-style: italic;">“La democracia en América”, </span>Madrid, Guadarrama, 1969, pág. 366 y ss.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(7) </span>Cfr. Juan Pablo II, <span style="font-style: italic;">“Centesimus annus”, </span>principalmente capítulo V.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(8)</span> Pierre Grimal, <span style="font-style: italic;">“Diccionario de mitología griega y romana”,</span> Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós, 1994, art. Zeus.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(9)</span> H.D.F.Kitto, <span style="font-style: italic;">“Los griegos”, </span>Buenos Aires, Eudeba, 1982, pág. 182.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(10)</span> Tucídides, <span style="font-style: italic;">“Historia de la Guerra del Peloponeso”,</span> Madrid, Hernando, 1967, vol. II, pág. 84 y ss.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(11) </span>Heródoto, <span style="font-style: italic;">“Los nueve libros de la historia”,</span> Buenos Aires, El Ateneo, 1968, v. I, pág. 107 y ss.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(12) </span>Federico Hegel, <span style="font-style: italic;">“Lecciones sobre la filosofía de la historia universal”, </span>Madrid, <span style="font-style: italic;">“Revista de Occidente”, </span>1974, pág. 79-97, y Antonio Caponnetto, <span style="font-style: italic;">“Los arquetipos y la historia”, </span>Buenos Aires, Scholastica, 1991, pág.119-121.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(13) </span>Que sepamos, hay cuatro ediciones de esta obra, a la que remitimos efusivamente. La primera publicada en Buenos Aires, por los Cursos de Cultura Católica, en 1932. La segunda, bajo el mismo sello editorial, en 1941. La tercera publicada por Theoria, Buenos Aires, 1961, y la cuarta en el volumen III de la Biblioteca del Pensamiento Nacionalista Argentino, Buenos Aires, Dictio,1974. Cada una de las mismas ofrece ampliaciones y correcciones. También puede leerse por Internet en <span style="font-weight: bold;">www.juliomeinvielle.org</span><br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(14)</span> Cosme Beccar Varela, <span style="font-style: italic;">“Respondo al Profesor Caponnetto aunque me ignore”, </span>cit.ut supra, ibidem.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(15) </span>Cfr. Bernardino Montejano,<span style="font-style: italic;"> “La democracia. Según el magisterio de la Iglesia”, </span>Buenos Aires, Speculo Justitiae, 1966, pág. 17-18.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(16) </span>San Pío X, <span style="font-style: italic;">“Notre Charge Apostolique”,</span> II, 24.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(17) </span>Pío XI,<span style="font-style: italic;"> “Mit Brennender Sorge”,</span> I, 2, 12.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(18) </span>Estudiando la posición de Santo Tomás al respecto, señala con su habitual precisión el Padre Osvaldo Lira: <span style="font-style: italic;">“Es decir, que</span> [el Aquinate] <span style="font-style: italic;">no la considera</span> [a la democracia], <span style="font-style: italic;">propiamente hablando, <span style="font-weight: bold;">como una forma de gobierno</span>, sino como <span style="font-weight: bold;">un mero ingrediente</span> de la única forma viable de gobierno</span> [el régimen mixto], <span style="font-style: italic;"><span style="font-weight: bold;">lo cual es muy distinto</span>. Porque en el primer caso se trataría de un <span style="font-weight: bold;">ens quod</span>, mientras que, en el segundo, no pasa de ser un simple <span style="font-weight: bold;">ens quo</span>. O, si se prefiere, en la primera hipótesis la democracia viene a constituir <span style="font-weight: bold;">una realidad existente</span>, mientras que en la segunda se limita a ser <span style="font-weight: bold;">un mero factor o principio en cuya virtud una realidad es existente</span>”</span> (Cfr. su <span style="font-style: italic;">“Catolicismo y Democracia”,</span> Santiago de Chile, Corporación de Estudios Nacionales, 1988, pág. 131).<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(19) </span>Fulvio Ramos,<span style="font-style: italic;"> “La Iglesia y la Democracia”,</span> Buenos Aires, Cruz y Fierro, 1984, pág. 90-95.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(20) </span>Cfr. León XIII, <span style="font-style: italic;">“Diuturnum illud”,</span> 4; y Pío XII, <span style="font-style: italic;">“Con sempre”,</span> 3.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(21) </span>Bernardino Montejano, <span style="font-style: italic;">“La democracia…”, </span>ibidem, pág. 20.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(22)</span> Ibidem.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(23)</span> Juan Pablo II, <span style="font-style: italic;">“Fides et ratio”,</span> 89.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(24) </span>Juan Pablo II, <span style="font-style: italic;">“Centesimus annus”,</span> 46.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(25)</span> Hemos tomado estas distinciones de Carmelo Palumbo. Cfr. su <span style="font-style: italic;">“Guía para un estudio sistemático de la Doctrina Social de la Iglesia”, </span>Buenos Aires, CIES, 1991, pág. 222 y ss.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(26) </span>Mons. Néstor Villa, <span style="font-style: italic;">“La democracia”,</span> en <span style="font-style: italic;">“Cursos de Cultura Católica, El hombre y la sociedad contemporánea”,</span> vol. IX, Buenos Aires, U.C.A., 1991, pág. 116.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(27)</span> Jean Madiran, <span style="font-style: italic;">“Las dos democracias”, </span>Buenos Aires, Iction, 1980, pág. 128.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(28)</span> Rubén Calderón Bouchet, <span style="font-style: italic;">“La política y el orden de la convivencia”, </span>Buenos Aires, Santiago Apóstol, 2002, pág. 30.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(29)</span> Cfr. Jesús Muñoz, <span style="font-style: italic;">“Democracia y doctrina católica”,</span> en <span style="font-style: italic;">“Cuadernos de la Universidad”,</span> nº 16, San Juan, Universidad Católica de Cuyo, 1983, pág. 43.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(30)</span> Fulvio Ramos, <span style="font-style: italic;">“La Iglesia…”,</span> ibidem, pág. 170-171.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(31)</span> Cfr. José M. Llovera,<span style="font-style: italic;"> “Tratado de Sociología cristiana”,</span> Barcelona, Luis Gili, 1959, pág.122.<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">(32) </span>Alberto Falcionelli, <span style="font-style: italic;">“Hablando de democracia”,</span> Buenos Aires, Moenia, 1983, pág. 23-29.<br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><span style="color: rgb(255, 0, 0); font-weight: bold;font-size:180%;" >* * * * *</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);font-size:130%;" >ANEXO</span><br /></div><br /><div style="text-align: center;"><span style="font-weight: bold;">A continuación va completa la valiosa nota del señor Enrique Broussain que moviera, en gran parte, estas reflexiones mías. Ello se debe, no sólo al afán de querer difundir este escrito, sino al hecho de que, a diferencia del resto de los artículos controversiales que he mencionado, éste, que sepamos, no tiene una </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">web</span><span style="font-weight: bold;"> en donde pueda ser leído. Me fue remitido por </span><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">mail</span><span style="font-weight: bold;"> con archivo adjunto el 24 de julio de 2007. Respeto al transcribirlo los párrafos subrayados y resaltados que el original traía,asimismo la tipografía y disposición general.</span><br /></div><br /><span style="font-size:130%;"><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 102, 255);">¿CONTROVERSIAS EN SATANIA?<br />¿O VOCACIÓN PARA HÉROES VENDEANOS?</span><br /></span><br />Desde hace un par de años leemos con cierta frecuencia los artículos que, en su <span style="font-style: italic;">website</span> de <span style="font-style: italic;">la Botella al Mar</span> publica D. Cosme Beccar Varela. En modo general hemos convenido con sus diagnósticos sobre la funesta realidad que sobrecoge y reduce, día a día, como tóxico espectro, a la por poco extinguida Patria, domeñada por los buitres de la Judeo Masonería y violada por toda clase de truhanes y criminales. No es la prosa de Beccar Varela una que embelese; mas, de tanto en tanto, ha traído a nuestra memoria hechos del pasado reciente, del tiempo <span style="font-style: italic;">en que éramos jóvenes, </span>del tiempo en que nos, transidos de angustia, abandonábamos la Iglesia Conciliar, ya en manos del Anticristo, como lo prefiguraran con singular pericia y anticipación los exégetas magnos del Apocalipsis de San Juan, el Padre Lacunza (cuya obra fue interdicta a la lectura del común, por temeraria, posiblemente, por la confusión —probablemente— que le hizo opinar sin claro criterio que los “Judíos” debían aun merecer el cumplimiento terrenal de la promesas mesiánicas del Antiguo Testamento en las majestades del Reino Milenario —en la <span style="font-style: italic;">metahistoria,</span> como explica el Padre Castellani: a cuya obra sobre la Revelación de Jesucristo a Su Apóstol Juan remito—) como la del <span style="font-style: italic;">Pére </span>Lambert, quien profetizó sobre la Escritura el ingreso de una serie de papas (o pseudo papas) que se envilecerían progresivamente, entregando Roma al Anticristo. Lacunza es hombre del siglo 18 (por lo cual maravilla su obra, sobre todo por la visión del Anticristo <span style="font-style: italic;">como un cuerpo moral</span> (la Judeo Masonería) tomando el control de la sociedad civil y luego de la Iglesia (hemos leído no ha mucho las profecías privadas de Anna Katherina) en tanto Lambert lo es del 19. No lejos de ellos ha estado nuestro Hugo Wast, en su urgente <span style="font-style: italic;">Juana Tabor / 666.</span> <span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">*</span><br /><br />Nos ha sorprendido, en tanto, el leer la réplica del Prof. Caponnetto, a quien no tenemos el gusto de conocer; hemos descubierto en ella, no sólo ciertas falencias en el pensar de Don Cosme —tal desmadre no sería causa de regocijo— mas la prosa bella e inclemente de aquel hombre de espíritu que une a la devoción militante una claridad conceptual que estimábamos ya largamente consumida en nuestras tierras. Nos referimos, claro está, al mencionado Prof. Caponnetto.<br /><br />Deseamos efectuar un veloz, mas, asimismo, enérgico aporte a algunos de los asuntos que la Controversia expone.<br /><br />Observamos que Beccar Varela señala, con insistente letanía, que el Prof. Caponnetto <span style="font-style: italic;">yerra en su afirmación,</span> según la cual, <span style="font-style: italic;">la democracia es intrínsecamente perversa. </span>Basa aquí Varela su esperanza de éxito en el reconocimiento tácito que hace Caponnetto, en cuanto a que el Magisterio no ha reprobado <span style="font-style: italic;">cierta clase</span> de democracia, esto es, aquella que admite que el Pueblo designe a un Gobernante. Desde que Caponnetto, con justísima razón, denuncia el grotesco mito y fraude del “sufragio universal”, Varela, observamos, sobreentiende, con una rapidez que deja a uno cavilando, que su contrincante dogmático, de hecho, <span style="font-style: italic;">apoya el sufragio calificado.</span> A partir de aquí, con aire de niño que ha hallado el cabo de un hilo demasiado grueso para negársele a la visión, aunque miope, de los espectadores, deduce que, finalmente, Caponnetto se ha desmentido a sí mismo, y por lo tanto, aceptado que <span style="font-style: italic;">la democracia</span><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">**</span> no sería intrínsecamente perversa.<br /><br />Por cierto, no se ha equivocado el Prof. Caponnetto al sugerir que Beccar Varela se halla en desconcierto. Llama, así pues, nuestra atención, que hombre de premisa conceptuada no se haya allanado a avizorar la entidad del asunto, sobre todo cuando éste ya ha sido tratado y expuesto por el Magisterio y teólogos y filósofos católicos ortodoxos.<br /><br />Cuando el Profesor habla de <span style="font-style: italic;">designación de gobernantes por el pueblo, </span>por cierto descarta el mito jacobino del sufragio universal, mas, a la vez, no sugiere tal o cual forma particular de “sufragio calificado”, como presume Don Cosme. El Profesor, a nuestro entender, piensa con el Padre Meinvielle en la <span style="font-style: italic;">democracia</span> tal como ésta se entendía en la noción de la <span style="font-style: italic;">politia</span> en la Edad Media, con la intervención de las guildas o gremios, cuyos integrantes <span style="font-style: italic;">distinguían a los ilustres de cada corporación, </span>para que cada uno de ellos, perteneciente a distintas sociedades, integrase, a su vez, un <span style="font-style: italic;">consejo de patricios </span>que designaría al Jefe del distrito o comarca. El imperio sucesivo de este sistema, eventualmente, podría concluir con la nominación del Monarca o Regente Cristiano; habría entonces una real <span style="font-style: italic;">politia,</span> según Santo Tomás, o <span style="font-style: italic;">democracia bien entendida,</span> suave y templada: una república, <span style="font-style: italic;">que no es otra cosa que la participación de la mayor cantidad de hombres para la obtención y logro del bien común.</span><br /><br />En cada caso, todo “sufragio” —ya universal, ya calificado— queda excluido.<br /><br />Resulta harto difícil concebir que Cosme Beccar Varela no comprenda; aún más: <span style="font-style: italic;">que no conozca este asunto tal como éste es.</span><br /><br />Posiblemente ello se deba, en parte, a su postura hostil, según surgiría del discurso del Prof. Caponnetto, <span style="font-style: italic;">a la obra de Julio Meinvielle, </span>quien ha expuesto el asunto con excelencia. Si esto fuera así, sería de lamentar.<br /><br />Estimado Beccar Varela: admitir “una democracia que no se rija por el sufragio universal” <span style="font-style: italic;">no significa</span> que invariablemente se acepte “una democracia con voto calificado”. ¿De dónde la deducción?<br /><br />Escuchemos a Meinvielle:<br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘… Decía anteriormente que Santo Tomás llama república o politia a la democracia templada que resulta de la participación jerárquica de todos en el gobierno de la cosa pública, y reserva el nombre de democracia al régimen tiránico del gobierno popular. (DE REGNO I, 1). No sin profunda sabiduría, ya que la democracia, en virtud de su esencia igualitaria, concluye en la opresión de una clase o de un partido sobre otro. No hemos de imaginar la república, de que habla Santo Tomás, como una democracia atenuada, que en el fondo seguiría siendo una verdadera democracia. Esto supondría que no entendemos el concepto del cuerpo mixto de la filosofía tomista. El agua, por ejemplo, no es hidrógeno u oxígeno atenuados. Es una esencia nueva con propiedades específicas nuevas. Así, la república es una esencia nueva, con un carácter político nuevo, inasimilable a la pura yuxtaposición de democracia y aristocracia. De todo lo expuesto, aparece cuán tomista sea la distinción entre república y democracia, entre republicano y demócrata. Distinción tanto más imprescindible, cuanto que en estos tiempos la democracia vivida y voceada no es un simple régimen de gobierno, más o menos preferible al monárquico o al aristocrático, sino que está asimilada al mito de la soberanía popular y del igualitarismo universal, lo que llama León Rougier "la mystique démocratique" [Énfasis mío.] La Iglesia, y León XIII, su voz auténtica, no admite sino la forma republicana de gobierno cuando escribe: Preferir para el Estado una constitución templada por el elemento democrático no es en si contra la justicia, con tal que se respete la doctrina católica sobre el origen y el ejercicio del poder público. (Encíclica Libertas). De todos modos, si olvidando la profunda sabiduría del lenguaje tomista se quiere usar el vocablo democracia para significar la república o politia, entiéndase que ésta no se ha realizado ni se ha de realizar en ninguna de las repúblicas o democracias modernas. El caso más típico en la historia de su realización es la antigua democracia helvética de Suiza. (109 y ss.)’</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘… Tal vez sea conveniente hacer una somera aplicación de la doctrina expuesta a las repúblicas o democracias modernas. ¿Qué tipo de régimen político representan? ¿Son aceptables? Evidentemente que no son democracias en el estado puro, ya que no todos participan en el gobierno efectivo de la nación, ni todos son elegibles. Interviene un elemento de privilegio, o anti-igualitario, que regula la elegibilidad de los ciudadanos: el partido político, con su secuela lógica, el comité. Hay, pues, en ellas, yuxtapuestos, un elemento democrático y otro oligárquico. El democrático, representado en el sufragio igualitarista universal que otorga a todos una participación cuantitativamente igual de la cosa pública. El oligárquico, en la minoría de los más audaces que, traficando con los votos, se apoderan del gobierno efectivo y lo usufructúan en provecho de sus conveniencias personales. De aquí que las democracias modernas, aunque llevan el nombre de república, nada tengan que ver con la politia de que habla Santo Tomás. Mezcla de la demagogia con la oligarquía de los bribones, presentan un tipo inestable y sedicioso, porque en ellas jamás se procura el bien común temporal; no el bien, porque éste es esencialmente ético-teológico, bien virtuoso, como se demostró en el primer capítulo y las modernas sociedades no piensan sino en la procuración de bienes económicos; no el común, porque el bien del individuo-gobernante prima sobre el bien del partido, el del partido sobre el bien de la nación, el de la nación sobre el bien de los derechos internacionales y sobre el bien divino de la Iglesia. Además, que las modernas sociedades, conformadas perversamente en su interior por haber perdido el recto sentido del bien humano, son víctimas de los consorcios financieros internacionales, los cuales, después de haber corrompido las conciencias, acordando prebendas a las personas influyentes de la colectividad, manejan, por medio de éstas, la misma cosa pública, haciendo derivar en provecho de la proliferación del oro que han acumulado, toda la vida productiva del país. De aquí, que en el sentido literal más propio, las sociedades modernas, que no viven sino con la permanente preocupación del enriquecimiento, al cual lo subordinan locamente todo, arrastren una existencia miserable, cargada de pesadas e ilevantables cargas. Son sociedades de esclavos, en que la multitud trabaja para el goce de unos pocos, que usufructúan todos los privilegios; pero una multitud, por otra parte, sin conciencia de sus verdaderos derechos y de su verdadero bien, desorganizada, incapaz de exigir ni de reclamar eficazmente nada, embrutecida y satisfecha con algunos desahogos, tales como el sufragio universal, que le proporciona ese perpetuo carnaval político del cual conocemos las tristes y feas consecuencias. Luego, desde el punto de vista católico, que asigna como programa fundamental de toda política la realización del bien común de la ciudad temporal, es inaceptable la forma impura de democracia que revisten las repúblicas modernas.’</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La posición de la Iglesia y de los católicos en las imbéciles y degradadas repúblicas modernas, es la misma que la de los cristianos en la Roma Imperial.’</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">Asimismo:</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La filosofía debe, so pena de embrollarlo todo, distinguir tres sentidos en la palabra democracia:</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘1. La democracia corno tendencia social recomendada por los Papas (demofilia, democracia cristiana), y que no es sino el celo de dar a las clases trabajadoras, hoy más que nunca oprimidas en el mundo moderno, condiciones humanas de vida, requeridas no sólo por la caridad, sino ante todo por la justicia. (Continuando en esta dirección, llegaríase, sin duda, a una crítica radical de nuestro régimen económico, como lo han bosquejado ya muchos autores católicos).</span><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">"Se puede deplorar que la preocupación de las masas católicas en la defensa del orden social y la lucha contra los elementos revolucionarios haya coincidido frecuentemente con una omisión de este deber esencial y una falta de atención a las prescripciones de León X I II.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">"2. La democracia política (politeia) entendida en sentido de Aristóteles y de Santo Tomás, y, por ejemplo, de la antigua democracia helvética, y que la Iglesia, como la filosofía, tienen por una de las posibles formas de gobierno de derecho (e indicada o no de hecho, según las condiciones y formas históricas).</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">"3. El democratismo, o la democracia en el sentido de Rousseau, digamos el mito religioso de la Democracia, que es cosa muy diferente del régimen democrático legítimo (este mito rige, en el CONTRATO SOCIAL, una teoría de los tres regímenes clásicos, monárquico y aristocrático lo mismo que democrático, igualmente falsa y perniciosa). La democracia así entendida se confunde con el dogma del Pueblo Soberano, que unido al dogma de la Voluntad general y de la Ley expresión del Número, constituye, en su límite, el error del panteísmo político (la multitud-Dios).</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Es necesario observar, con todo, que lo que hace trágica la condición de los pueblos en los tiempos modernos es que, de hecho, en la realidad concreta, el mito religioso de la Democracia ha invadido y contaminado completamente la democracia política y aun todas las formas actuales de gobierno. "Debe ser esfuerzo de la inteligencia operar las discriminaciones necesarias y estudiar (teniendo en cuenta las conexiones de hecho planteadas por la historia) las condiciones de un enderezamiento práctico, que no tendrá éxito si no es total.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">"Añadamos que en el vocabulario de Santo Tomás la democracia como forma política legítima (democracia en el sentido del número 2) no se llama democracia, sino República (politia). Es una forma de régimen mixto, en la cual el principio democrático que, en su estado puro tiende a la dominación del número (Democratia, id est potentatus populi, quando scilicet populus plebeiorum per potentiam multituditus opprimit divites, (DE REGNO, L. I, 1), está templado por el principio aristocrático (poder de los que se distinguen en valor y virtud), y sobre todo por el principio oligárquico (poder de los que se distinguen por la riqueza o poder). Cf. COMMENT, IN POLIT. ARISTÓTELIS, V, VII. — En esto consiste propiamente una democracia mejorada (Marcel Demongeot. LE MEILLEUR RÉGIME POLITIQUE SELON SAINT THOMAS).</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘En cuanto a la palabra democracia, designa, en Santo Tomás, la forma corrompida de politia, y el principio democrático en su estado puro". (Maritain, PRIMAUTE DU SPIRITUEL, Annexes, VI). Sea lícito añadir que los católicos democratistas suelen confundir los tres sentidos señalados de la palabra democracia [esto sucedería, es posible, y de acuerdo a los términos de la controversia, con la postura de Beccar Varela, quien no distinguiría adecuadamente entre la segunda y tercera definición;] como el democratismo en el sentido de Pueblo Soberano, creador de toda moralidad y derecho, independiente de Dios, es manifiestamente herético, lo rebajan, acomodan y explican diciendo que el Pueblo, depositario de la Soberanía que recibe de Dios, la delega en los gobernantes, que no son más que vicarios de su Voluntad. Difícilmente se encontrará un católico democratista (católicos que no hablan de Cristo, pero sí de la Democracia, o de la Democracia cristiana, o de la Democracia y Cristo, o de la Democracia y la Iglesia, como si Cristo no bastase para salvar al mundo); difícilmente se encontrará, digo, que para justificar la democracia no acuda a esta teoría sobre el origen del poder. Síntoma significativo, que revela una mentalidad democratista, pues con ello se pretende dar cierta preeminencia o superioridad a la democracia sobre las demás formas de gobierno: cosa condenada por Pío X cuando en su carta a Le Sillon escribe:</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Asimismo, la democracia es la única que, según él (Le Sillon), inaugurará el reinado de la justicia perfecta; mas ¿no es esto hacer injuria a las otras formas de gobierno, que se rebajan, de esta suerte, a la condición de gobiernos impotentes, sufribles tan sólo a falta de cosa mejor? Por lo demás, Le Sillon tropieza también en este punto con las enseñanzas de León XIII. Hubiera podido leer en la Encíclica ya citada del Principado político que salva la justicia, no está prohibido a los pueblos darse el gobierno que responde mejor a su carácter o a las instituciones y costumbres que recibieron de sus antepasados. Ahora bien; como la Encíclica se refiere a la triple forma de gobierno bien conocida, supone, por el mismo caso, que la justicia es compatible con cada una de ellas. Pues la Encíclica sobre la condición de los obreros ¿no afirma claramente la posibilidad de restaurar la justicia en las organizaciones actuales de la sociedad, puesto que indica los medios? Mas como, sin duda, quería hablar León XIII no de una justicia cualquiera, sino de la justicia perfecta, al enseñar que la justicia es compatible con las tres formas de gobierno conocidas, enseñaba también. que por este lado no goza la democracia de especial privilegio. Los sillonistas, que pretenden lo contrario, o bien rehúsan oír a la Iglesia, o se forman de la justicia y de la igualdad un concepto que no es católico.’</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La historia no se desarrolla sobre un plano horizontal, sino que va siguiendo también una línea vertical cuya densidad ha de medirse por los valores humanos en ella contenidos. La antropología señala entonces la ley de la historia, porque ésta no es sino el hombre proyectándose en el tiempo.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Esta ley marca cuatro momentos en una civilización: un primer momento de plenitud, una edad de oro, teológica, por el primado de la verdad sagrada o sacerdotal; un segundo momento, de decadencia, una edad de plata o aristocrática por el primado de la verdad natural o racional, o metafísica; un tercer momento, una edad de bronce u oligárquica, por el primado de la vida afectiva o sentimental, o sensible, o animal o económico-burguesa; un cuarto momento, una edad de hierro o democrática, por el primado de la materia, o de la cantidad que es su propiedad necesaria, o de la multitud o de lo económico-proletario. Ahora bien: la civilización cristiana — adviértase bien, no decimos la Iglesia, porque ésta, semejante al alma espiritual, no agota sus energías vitales en aquélla — no escapa a esta ley. La civilización cristiana ha conocido un primer momento de plenitud. León XIII ha descripto el esplendor medioeval con palabras magistrales que jamás deberían borrarse de los pensadores católicos. Hubo un tiempo — dice en IMMORTALE DEI — en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su divina virtud, había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, infiltrándose en todas las clases y relaciones de la sociedad; la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de honor y de altura que le corresponde, florecía en todas partes secundada por el agrado y adhesión de los príncipes y por la tutelar y legítima deferencia de los magistrados; y el sacerdocio y el imperio, concordes entre sí, departían con toda felicidad, en admirable consorcio de voluntades e intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Todavía subsiste la memoria de ellos, y quedará consignada en un sinnúmero de monumentos históricos, ilustres e indelebles, que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá nunca desvirtuar ni oscurecer.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Pero esta civilización ha sido objeto de tremendos y sucesivos ataques que la han reducido a una condición cada vez más decadente. El mismo León XIII describe de esta suerte el primer ataque, perpetrado por la Reforma Protestante: Pero las dañosas y deplorables novedades promovidas en el siglo XVI, habiendo primeramente trastornado las cosas de la religión cristiana, por natural consecuencia vinieron a trastornar la filosofía y, por ésta, todo el orden de la sociedad civil. Ello dio como resultado una sociedad civil o un orden público substraído a la influencia de la Iglesia o del orden sobrenatural en ella encarnado, esto es, una sociedad donde cada uno de los grupos hasta entonces unidos bajo una forma universal de vida, que era la Iglesia, adquieren independencia. Las naciones, libres de toda forma superior, toman posiciones, unas frente a otras. Aparecen, de esta suerte, por vez primera, los nacionalismos exagerados; y los monarcas puestos al frente de los pueblos rechazan todo poder superior y se erigen en divinidades. La razón se independiza de la teología, la ciencia de la fe, la política de la moral, la naturaleza de la sobrenaturaleza. La civilización originariamente cristiana se convierte en naturalista, pero se mantiene corno civilización, en la medida en que no sufren corrupción los principios de la vida natural que son los que formalmente la constituyen. Pero corno enseña tan magníficamente Pío X en IL FERMO PROPOSITO, aunque de índole natural, la civilización no puede subsistir plenamente, ni siquiera mantenerse, si no es por la influencia de la Iglesia.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Destituido, entonces, de los auxilios sobrenaturales, el orden natural camina hacia su propia ruina. Y así vemos, en los siglos XVII y XVIII, el caminar apresurado hacia la ruina de la civilización. La razón termina en su suicidio con Kant, y es suplantada por la ciencia, que es una suma de las comprobaciones físico-matemáticas; el bien común, que centraba la política y la economía, es reemplazado por la libertad; los monarcas son llevados al cadalso por la muchedumbre soberana. La civilización — así, sin ningún aditamento — termina con la Revolución Francesa. Con ella comienza la civilización moderna, la cual, en lo que tiene de propio y peculiar, es la barbarie, armada del poderío de la fuerza industrial. La Revolución Francesa, que León XIII llama ‘la gran revolución,’ señala entonces la frontera definitiva de dos modos de vida esencialmente diversos que se cumplen en la civilización cristiana. Con ella se opera en el hombre una alteración de su misma condición de racional, cosa que no había llegado a obrarse formalmente en el siglo XVI. Hasta ella, los principios rectores de vida habían sido humanos, ahora comenzaban a ser infrahumanos o animales; hasta entonces, racionales, ahora puramente sentimentales; hasta entonces, cualitativos, ahora cuantitativos; hasta entonces, atraídos por la idea del bien que une, ahora por la libertad, que desvincula y desune. De aquí el liberalismo, el individualismo y romanticismo de este tercer momento histórico.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Para una recta interpretación de la historia moderna y, por ende, de los hechos actuales, es fundamental esta ubicación de la Revolución Francesa como punto de partida de un hombre nuevo que comienza a regirse por principios de vida infrahumanos, y por lo mismo infracivilizados. La Revolución Francesa es, entonces, el punto de partida de un camino que ha de terminar inexorablemente en la revolución comunista, como ésta, a su vez, es la etapa inmediatamente anterior a la apostasía universal o reinado del anticristo, reinado que no consiste ni se instaura en una revolución, sino que es la lógica culminación de las revoluciones anteriores.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Esto explica la profundidad del pensamiento de [Joseph] De Maistre, quien vio en la Revolución Francesa algo definitivo y satánico. Lo es, en verdad, como iniciación del último y postrer estado de la apostasía universal. Por esto Babeuf, antes de morir, anunció que la Revolución Francesa era precursora de otra revolución mayor, más solemne, y que ésta será la última. (APPEL AU PEUPLE FRANÇAIS, 1797).</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘El Estado infrahumano de civilización, inaugurado por la Revolución Francesa, se va a caracterizar en sustancia por un cruzar el hombre la línea de inteligencia que le distingue y separa de la materia y en un entrar ya resueltamente en la órbita de atracción de la materia misma. Por esto la nueva edad va a estar regida por el materialismo o por lo económico. Pero como en un ciclo económico o materialista hay dos momentos perfectamente caracterizados, uno de la materia viva, otro de la materia inorgánica, una de la economía dirigente, o burguesa o capitalista, y otro de la economía dirigida o proletaria, en esta nueva civilización, la moderna, que es una civilización infracivilizada, podemos distinguir dos períodos: uno que es el liberalismo propiamente dicho, y otro el comunismo; una de dominación de los grupos burgueses oligárquicos, y el otro de dominación de las masas proletarias, o verdaderamente democrático. De estos dos momentos, el burgués está agotado ya y definitivamente concluido. Le llega entonces su vez al cuarto momento, el democrático o comunista. El clero primó en la Edad Media; la nobleza o aristocracia en los siglos XVII y XVIII; los ricos o burgueses en el siglo XIX, y hoy ha de dominar la multitud proletaria o democrática. Esto nos obliga a estudiar la esencia de la democracia, buscando desentrañar su ley íntima.LA DEMOCRACIA, DOMINACIÓN DE LA PLEBE</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Nadie ha analizado tan profundamente la democracia como Santo Tomás de Aquino y Aristóteles. Hablamos del concepto puro de la democracia, por lo que ella implica en sí misma, en virtud de sus propias e internas exigencias. Parte el Santo Doctor de la premisa de que la razón de ser y el término del estado popular es la libertad, y por ello el poder o autoridad se distribuye en ese Estado de acuerdo a la dignidad de la libertad (POLÍTICA, IV, 7). En su mente la democracia está ligada a una concepción de la vida en que se hace de la libertad el supremo bien del hombre y, por lo mismo, el fin de la ciudad [una ciudad que no es la Ciudad Católica.] En el estado popular — dice en POL. III, 4 — sólo se busca la libertad, y sólo ella es lo que en común confieren todos los ciudadanos. Todas las otras cosas existen por la libertad y para la libertad. Nada valen, por tanto; las diferencias que separan un hombre de otro, nada las dependencias naturales o históricas, nada los vínculos familiares o nacionales, nada la diversidad de los ingenios, de las aptitudes, de la educación, de la cultura o de los derechos adquiridos. Como a todos y a cada uno dio la naturaleza idéntica libertad, será necesario que todos y cada uno en cualquier parte sean iguales.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Pero ¿qué implica para Santo Tomás la noción de libertad? Decláralo en diversas ocasiones; pero aquí vamos a limitarnos al comentario que hace al libro IV, 1 de la POLÍTICA de Aristóteles, donde, después de insistir en que la libertad es la única y principal base del estado popular, añade: ...por la libertad se entiende que uno pueda determinarse por propia voluntad y a un fin que uno mismo se propone. Es uno libre, dice, cuando es causa de sí mismo, tanto en el moverse, en cuanto se mueve de propia voluntad y siguiendo la propia razón, como en cuanto se mueve u obra en atención a un fin propio y no al fin de otro. También se toma la palabra libertad por la misma operación o por el acto por el cual se dice que uno se mueve u obra al fin propio.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Ahora bien — dice el Santo Doctor —; sea en una acepción sea en la otra, la libertad la tiene uno o por una disposición natural, y éstos son los naturalmente libres, o por la constitución de la república, que establece que no sea uno gobernado por otro que por sí mismo, ni al fin de otros sino de sí mismo y al fin de la república. Y así entienden la libertad los autores del Estado popular. Santo Tomás entiende que hay una libertad natural, que posee uno cuando es capaz de gobernarse por sí mismo, en cuanto es capaz de fijarse la norma recta y conveniente de lo que debe obrar y es capaz también de cumplir dicha norma. Es decir, que esta libertad la poseen los varones perfectos que, ordenados por el recto sentido de su razón, se autodeterminan en la práctica del orden que su razón les indica. Esta es la verdadera libertad. La otra libertad, la que sirve de base al régimen democrático, y que no tiene de suyo sino una realidad legal porque surge del decreto constitutivo de la república, ex constitutione reipublicæ, consiste en una pura y simple autodeterminación; es, a saber, en que todos y cada uno de los que integran dicho régimen no sufran menoscabo ni violencia en querer esto o aquello, de acuerdo al propio beneplácito. Y como en cuanto a esta autodeterminación o libertad todos son iguales, la justicia popular o democrática exige que todos participen en los honores y favores públicos de acuerdo a una unidad cuantitativa, y no, en cambio, de acuerdo a la dignidad de la persona o igualdad de proporción, sino que tanto el pobre como el rico, tanto el ignorante como el instruido [sed tantum papel quantum divas, tantum idiota quantum estudiosas.]. Por otra parte, como ha de haber quien establezca y conserve esta justicia popular... se sigue que el fin y la justicia del Estado democrático es la opinión de la multitud [...manifestó esta quid necease esta alud ese finen popular statu, et justan, quid vedete multitud ni] POL. VI, 2.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La opinión y voluntad de la multitud es ley, entonces, en el régimen democrático. ¿Cuál es el resultado de un régimen fundado en estas premisas? El resultado dependerá de la condición moral de los que constituyen dicha ciudad. Porque como el régimen político de la misma descansa en la libertad o autodeterminación de los ciudadanos, su índole — justa o injusta, buena o perversa — dependerá de la condición moral de la multitud. Si ésta, en su mayoría, es virtuosa, la ciudad será virtuosa; si perversa, la ciudad será perversa. Pero el Doctor Angélico saca inmediatamente la conclusión de que tal ciudad, en que la multitud fija la norma de la justicia, habrá de ser perversa, porque allí mandan viles et papares et inordinati (los viles, los pobres y los desordenados), POL. VI, 2. De aquí que constantemente coloque la democracia entre las formas de gobierno tiránicas y sea célebre aquella definición de la democracia de EL REINO, I, 1: La democracia, esto es, el gobierno del pueblo es, a saber, cuando el número de los plebeyos, por el poder del número, oprime a los ricos. Democratia, id est potentatus populi, quando scilicit populus prebeiorum per potentiam multitudinis opprimit divites. La conclusión de Santo Tomas está determinada por el concepto pesimista que tiene de la muchedumbre. Se podrían acumular citas y citas en las que enseña que la muchedumbre, en la mayoría de los casos, se deja llevar por sus malas inclinaciones, violando el orden recto de la razón Ver SUMA I. q. 63, a 9. ad. 1; I. q. 49. a. 3 ad. 5; CONTRA GENTILES, III. C. VI.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Pero una sola cita bastará para establecer claramente el pensamiento del Santo Doctor. ...en el hombre — dice — hay una doble naturaleza, es, a saber, la racional y la sensitiva. Y como el hombre llega al acto de la razón por la operación del sentido, la mayoría sigue las inclinaciones de la naturaleza sensitiva en lugar del orden de la razón... De aquí provienen los vicios y pecados en que los hombres siguen las inclinaciones de la naturaleza sensitiva en lugar del orden de la razón, I. II. q. 71 a. 2 ad. 3.73. El pueblo se aparta de la razón las más de las veces, dice el Santo en POL IV. 13, Populus enim deficit a ratione, ut in pluribus. En substancia, que el pueblo, al no reaccionar sino afectivamente, está expuesto a equivocarse y a extraviarse; necesita que otros — los menos — le indiquen qué le conviene y se lo hagan querer; si una minoría virtuosa no le confiere la virtud, cualquier otra minoría audaz le impondrá el yugo del dinero o del trabajo colectivo.LA DEMOCRACIA Y EL COMUNISMO BOLCHEVISTA</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘El análisis de la esencia de la democracia nos conduce a la conclusión de que ésta, partiendo de la idea de libertad, que es su principal e indispensable presupuesto, termina inexorablemente en la tiranía, o dictadura de la multitud, del número, de la cantidad, y por lo mismo de la sinrazón y del desorden. [Definición armónica con la tesis del Prof. Caponnetto, por cuanto la democracia, -- que hoy se ha convertido universalmente en instrumento revolucionario -- tal como se ha expuesto aquí, es para el Catolicismo intrínsecamente perversa. De allí que el Cristiano no hallará no sólo prudente mas ni siquiera admisible integrarse a ella; mas sí hallará propio el resistir y combatir, ‘repudiando explícitamente los poderes constituidos y obrando en contra de ellos.’]</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘El principio fundamental que la mueve [a la democracia] es el igualitarismo universal absoluto. Ahora bien: como los hombres — sin una intervención especial de Dios — no pueden ser igualados o nivelados por lo más encumbrado que hay en ellos, es, a saber, la ciencia y la virtud, no resta sino la posibilidad de intentar la nivelación absoluta universal, por lo más bajo que hay en ellos, es decir, por su condición material.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Tal es el intento del comunismo soviético, como enseña Pío XI en su magistral y actualísima encíclica DIVINI REDFMPTORIS. De aquí que sea en el comunismo ateo y materialista donde se verifiquen plenamente las exigencias intrínsecas de la democracia absoluta; porque consistiendo ésta en una nivelación o igualación universal absoluta, y no pudiendo cumplirse "hacia arriba", hacia "el Ser, principio de todo ser", hacia donde se llega por auxilios jerárquicos, que vienen siempre de arriba hacia abajo, no queda sino la posibilidad de una nivelación absoluta en lo más común que hay en todos los hombres, que es la materia.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘En el materialismo, esto es, en una concepción de la vida en que se hace de la materia la única realidad, de la que procede todo y a la que todo se ordena, consiste la esencia del comunismo. Y como en la escala real de valores — que no puede ser destruida por ninguna teoría ni sistema — la materia ocupa el último lugar, después de los otros más elevados (Dios o lo sobrenatural o el sacerdocio — lo humano o lo natural o la virtud o la nobleza — lo animal o lo económico burgués), una concepción de la vida alrededor de la materia se liga por conexiones metafísicas necesarias con lo puramente cuantitativo, que es una propiedad necesaria de la materia; con el número, que dice relación con la cantidad; con el sufragio universal directo, que está ligado al número; con la libertad, presupuesto de la democracia; con el liberalismo, que es la deificación de dicha libertad: con la democracia, que descansa en la igualdad cuantitativa de la pura libertad o autodeterminación. Por otra parte, como la pura materia es la única realidad que, siendo tal, es nada, en la célebre definición aristotélico-tomista de la materia prima, por lo mismo es lo más opuesto a Dios de todas las realidades; y como, por otra parte, lo más opuesto a Dios es el diablo, que es Dios al revés, la materia tiene conexiones necesarias con el diablo, y por lo mismo con el anticristo, que es diablo encarnado; y por lo mismo con todos los grupos y sectas humanas que trabajan sistemáticamente por la entronización del anticristo en la tierra; y con la Revolución, que es el proceso continuado para verificar esta entronización. En el límite extremo a donde son conducidas por sus propias exigencias se encuentran en profunda solidaridad todas estas realidades. Son exactísimas, entonces, estas igualdades: comunismo - materialismo - liberalismo - democracia - dictadura de la plebe - tiranía del número - satanismo - anticristo - masonería - Revolución.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘El resultado final de los esfuerzos y de las tendencias de cada uno de ellos es el establecimiento universal en la tierra de aquella sociedad que describe Pío XI en la DIVINI REDEMPTORIS. ¿Qué sería, pues — se pregunta el Pontífice —, la sociedad humana basada sobre tales fundamentos materialistas? Sería una colectividad sin más jerarquía que la del sistema económico. Tendría como única misión la de producir bienes por medio del trabajo colectivo, y corno fin el goce de los bienes de la tierra en un paraíso en que cada cual "daría según sus fuerzas y recibiría según sus necesidades" ... En esa sociedad, tanto la moral como el orden jurídico no serían más que una emanación del sistema económico contemporáneo, es decir, de origen terreno, mudable y caduco. En una palabra, se pretende introducir una nueva época y una nueva civilización, fruto exclusivo de una evolución ciega: una humanidad sin Dios.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">Obsérvese de paso, que a este resultado final se puede arribar tanto por un camino revolucionario — comunismo bolchevista — como por un camino democrático — democracia materialista norteamericana.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">LA DEMOCRACIA TRADICIONAL</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Para que nadie — sino los que por su jactancia no quieren ni pueden conocer la verdad, tienen ojos y no ven, oídos y no oyen — se llame a engaño, comienza el Pontífice su alocución afirmando el carácter tradicional de la democracia sana, que si siempre fue optativa para los pueblos, hoy pareciera ser imperativa. Apenas precisa recordar — dice — que según las enseñanzas de la Iglesia, no está prohibido preferir con moderación las formas populares de gobierno, sin perjuicio, empero, de las enseñanzas católicas sobre el origen y el uso de la autoridad; y que la Iglesia "no desaprueba ninguna entre las formas de gobierno, siempre que éstas sean conducentes al bien común de los ciudadanos". (León XIII, encíclica LIBERTAS, 20 de junio de 1888). Y en estas palabras tradicionales, expresamente recordadas, está toda la doctrina que el Pontífice no hace sino esclarecer.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La democracia que Pío XII considera aceptable, primero, no es la democracia pura — hacia la que tiende el mundo moderno, — sino una forma popular moderada; segundo, no la proclama ni la mejor ni la única buena; tercero, no debe estar condicionada por la idea de libertad, sino por la de bien común; cuarto, supone la constitución, no de una masa igualitaria, sino de un pueblo jerárquicamente estructurado; quinto, exige una autoridad real y eficaz, derivada y sometida a Dios; sexto, comprende un cuerpo legislativo compuesto por hombres selectos, espiritualmente superiores y de carácter íntegro que se consideren representantes del pueblo entero y no mandatarios de una chusma; séptimo, que no incurra en absolutismo de Estado.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">Anhelamos concebir que Cosme Beccar Varela concordará, finalmente, con León XIII y Pío XII en que la única democracia que un Católico puede admitir no es la democracia pura o la Masónica defendida, es el caso, por la Constitución de 1853 y sus variaciones; mas aquella forma popular moderada, cuyas características y contexto se describen en el párrafo superior a éste.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Es decir, que el Santo Padre, partiendo, como de base, de la idea de que la democracia importa un autogobierno o participación de la multitud en el gobierno, establece las condiciones o recaudos que, templando y moderando este autogobierno o participación de la multitud en el gobierno, pueda dar origen a una forma legítima y sana de la democracia.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Exactamente lo mismo que hacían Aristóteles y Santo Tomás, quienes después de analizar la naturaleza última de la democracia, llegaban a la conclusión de injusticia y perversidad si era llevada a las últimas consecuencias entrañadas por su concepto; pero reconocían que esa tendencia al autogobierno de la multitud, si o se le permitía llegar a las últimas consecuencias, sino que era templada y moderada con elementos de otras formas puras como la unidad de la monarquía, la virtud de la aristocracia, y aun la riqueza de la oligarquía, podía ser un régimen legítimo y aceptable, que denominaban "politia" o república.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Condiciones, en rigor, antidemocráticas, que, al templar y moderar la perversidad expansiva del igualitarismo universal absoluto, dan origen a una cierta y conveniente participación de la multitud en el poder.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘De aquí se sigue que la democracia tradicional aceptada por el Pontífice implica la reprobación de la democracia moderna, tanto en la forma liberal y socialista como en la absurda de los católicos democratistas. Porque estas democracias se apoyan en un concepto de una nueva civilización; niegan o rebajan el origen divino de la autoridad; hacen del pueblo un ídolo o un mito; no pueden evitar la tiranía de la cantidad y del número; identifican la noción de justicia con el régimen popular; están impulsadas por el igualitarismo universal absoluto, etc.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">POSIBILIDAD DE LA DEMOCRACIA TRADICIONAL</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘La Alocución del soberano Pontífice, al preconizar la democracia tradicional, ha vuelto a plantear las posibilidades de esta democracia en las condiciones actuales de la vida moderna, en que el hombre está atomizado por 400 años de progresiva descristianización. ¿Cómo estructurar la sociedad para que sea pueblo y no masa? ¿Cómo se puede infundir la idea de bien común a una masa que ha perdido las nociones fundamentales de los valores morales? ¿Qué procedimientos emplear para que, sin alterar los anhelos de igualdad, se logre la asamblea de selectos de que habla el Pontífice? ¿Cómo asegurar un gobierno-expresión de la nación, cuando ésta se halla dividida por tantas banderías y disensos? ¿Sobre qué base realizar la unidad de los pueblos? Se aprecia el alcance de estos tremendos interrogantes cuando se tienen presentes las palabras de Pío XII en SUMMI PONTIFICATUS, referentes al proceso de descristianización, valederas perfectamente a las muchedumbres universales.</span><br /><br /><span style="color: rgb(153, 51, 153);">‘Muchos, tal vez, al alejarse de la doctrina de Cristo no tuvieron pleno conocimiento de que eran engañados por el falso espejismo... hablaban de progreso cuando retrocedían; de elevación cuando se degradaban; de ascensión a la madurez cuando se esclavizaban... Ahora bien, el problema es gravísimo. Porque no hay duda que es certísimo lo que dice el Papa, que aleccionados por amargas experiencias, los pueblos se oponen hoy con mayor agresividad contra toda concentración dictatorial, pero no es menos cierto que después de cuatro siglos de descristianización sistemática de los pueblos se encuentran en una postración humana, intelectual y moral, espantosa; los pueblos están devorados por profundas disensiones que no provienen únicamente del ímpetu de las pasiones rebeldes, sino de una profunda crisis espiritual, que ha trastornado los sanos principios de la moral privada y pública y ha hecho naufragar aquella conciencia de lo justo y lo injusto, de lo licito y de lo ilícito que posibilita los acuerdos, mientras refreno el desencadenarse de las pasiones y deja abierta la vía a una honesta inteligencia.’</span><br /><br />Hemos citado pródigamente del libro Concepción Católica de la Política del P. Julio Meinvielle, no ya para sustentar una posición en contra de la otra, o para defenestrar con nitidez sentencias o conclusiones ambiguas. Creemos que la relevancia del tema en controversia es lo suficientemente significativa como para acudir a la moción de la divina gracia e intentar promover en los participantes del Foro una reflexión aún más intensa sobre el tema que se discute en ella, desde que la situación de nuestra Patria, en particular, requiere de cada uno el mejor aporte que pueda brindarse, sobre todo por parte de aquellos que hemos pasado con largueza la mitad de siglo, y que pertenecemos a una generación donde aún la soberana belleza y poder del Cristianismo puro y católico impregnaba el alma de niños y jóvenes con las sublimes grandezas de la Fe, composiciones armoniosas de excelencia y una literatura rica y formativa del carácter. Ha sido este, sin duda, un privilegio; y es ahora, a la vez, parte eminente en la Cruz que con gozo aceptamos, siguiendo al Señor; ahora, que nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestros pensamientos y sentimientos se refugian en las sombras hermosas mas solitarias de un monacato insospechado aunque auténtico; cuando los que nos suceden desconocen lo sapiensal, lo bello, lo sacro, lo justo y el temple vigoroso y ardiente del santo y del héroe: deformados por las escuelas liberales o marxistas del mundo Revolucionario, que ya domina ampliamente este cada vez más patente Reino del Anticristo. Ellos, aún los que se involucran de algún modo en estas gestas, padecen, fatídicamente, de ciertas minusvalías intelectuales (hablamos de metafísica, no de la ‘cultura’ moderna) que intentan entorpecer el mérito de sus contemplaciones, tanto como la fortuna de su léxico y expresión. Resuena entonces el imperativo evangélico, Lo que de gracia recibisteis, de gracia dadlo.<br /><br />Argentina es Satania. La Judeo-Masonería ha destruido aquí ‘el trono, el altar y las armas;’ y, observando alrededor, no hallamos pares para dar la buena batalla. Hay languidecientes banderas con le Sacré Coeur; mas nadie las enarbola; y Bonchamps no puede ser hallado. Nuestros ojos recorren la lista de nombres: l’Abbé Barruel, Des Mousseaux, Drumont, José María Caro, Alberto Triana, Serra y Caussa, Martínez Zuviría, Sardá, Julio Meinvielle; Delassus; Scio de San Miguel, Torres Amat – las verdaderas Biblias católicas – tantos otros. Como diría el poeta, afuera es Noviembre, hace frío, cae una lluvia vieja y sucia.<br /><br />En condición tal, ahora que es de noche en la Edad de Hierro y vienen por el Cristo con maderos y con llamas, ahora que Cristo está siendo crucificado hasta el fin del mundo, ahora, no es ocasión, nos parece, –es un decir – amigo Beccar Varela, – y tal vez así evitemos la celada tenebrosa de los revolucionarios – se intuye que no es hora de juegos troyanos en las filas del enemigo; mas sí de velar en la Cámara Alta como ‘una hermandad de combatientes dispuestos a la resistencia y a la reconquista, a imitación, por ejemplo, de los héroes vandeanos.’<br /><br /><br />Cordialmente, en Cristo,<br /><br />+ Broussain<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">*</span> Suficientes autores católicos <span style="font-style: italic;">no han descubierto </span>el contrasentido incompatible de denunciar al Judaísmo Talmúdico y Fariseo —condenado por el mismo Señor durante Su Ministerio—, y su conspiración a través de los siglos en búsqueda de destruir todo orden, comenzando por el de la Iglesia de Cristo, con una supuesta “conversión de los Judíos inmediatamente antes o contemporáneamente a la Parusía”. Aunque no es este el lugar en el cual desarrollar una exegesis apropiada, textos como el de San Pablo a los Gálatas se refieren<span style="font-style: italic;"> al Israel de Dios,</span> la Iglesia; “todo Israel será salvo”, esto es, el conjunto de los predestinados entre todos los hombres y pueblos, de toda era. Las promesas mesiánicas hechas al Antiguo Israel eran <span style="font-style: italic;">condicionales</span> a su fe en el Cristo que debía venir; aquellos, en su incredulidad, quedaron excluidos de ellas, que se cumplen así en el Misterio de la Iglesia – y esto es lícito incluso en la tesis afirmativa a un <span style="font-style: italic;">milenario espiritual, </span>que de ningún modo implicaría, por fuerza, la inclusión de los “Judíos” en los beneficios esjatológicos de la Promesa. Por otra parte, ya no hay “Israelitas” que pudiesen reclamar una supuesta herencia abrahámica según la carne, en tanto la composición racial del Judaísmo moderno es múltiple y mezclada, y nada tiene que ver con la etnia “semita”. La falta de claridad en este asunto promueve todo tipo de confusiones entre los Cristianos de buena fe, favoreciendo la acción de la Judeo-Masonería en su gestión para obtener el dominio mundial, que ya alcanzan. Entre sus engendros se halla <span style="font-style: italic;">el “sistema” futurista de interpretación de la Profecía Bíblica, </span>de febril vigencia entre los <span style="font-style: italic;">Evangelicales</span> “Americanos” y sus secuaces en otras partes del globo, quienes, con sus “teorías dispensacionalistas” engañan a muchedumbres de seguidores, con el absurdo sainete de un “rapto de la Iglesia” y el inmediato dominio Judeo-Sionista en toda la tierra. Es fácil comprender el origen de semejantes “sistemas” – la Sinagoga, infiltrada con vehemencia desde antes de fines del siglo pasado, no sólo en la Iglesia Católica, mas en todas las sectas y <span style="font-style: italic;">denominaciones</span> invocadas como Cristianas. Este “Cristianismo Sionista” halla ahora su grandiosidad entre los ingenuos <span style="font-style: italic;">Evangelicales</span> norteamericanos, quienes apoyan con millones de dólares al Estado Sionista Judío, en la expectación de espurios acontecimientos esjatológicos que en sus hueras cabezas han sido y son martillados con persistencia por los falsos profetas. -- Contemplando específicamente el alarde de poder y dominio en toda esfera que el Talmudismo deja ver en nuestras tierras, recordaremos aquí, como al pasar, algunos conceptos de Monseñor Delassus <span style="font-style: italic;">(L'américanisme et la conjuration antichrétienne, </span>Société de Saint-Augustin, Desclée De Brouwer et Cie, Paris, 1899;) «Este pueblo, dispersado por dieciocho siglos, objeto en ellos del desprecio y hostilidad del género humano, llega, luego de cien años, <span style="font-style: italic;">por el hecho de la Revolución Francesa, </span>por un camino que le ha conducido súbitamente, sino al triunfo en el cual sueña, al menos a una situación que, efecto, le concede todo el poder entre las naciones, las más poderosas. Mas, ¿por qué esta autonomía y este poder actuales, luego de tan largo tiempo en servidumbre y humillación? Si les interrogamos, nos dirán, <span style="font-style: italic;">“¡Los tiempos están próximos!” </span>¿Cuáles tiempos? Aquellos de su predominio, de su victoria y dominación sobre todos los pueblos de la tierra. «Los Judíos, dice Monseñor Meurin, arzobispo de Port-Louis, en su libro <span style="font-style: italic;">La Francmasonería, Sinagoga de Satanás,</span> no han comprendido el sentido espiritual de las profecías y figuras de la alianza que Dios había hecho con la nación israelita en la antigüedad. Imaginan que el rey prometido ha de ser uno terrestre, su reino uno de este mundo, y el <span style="font-style: italic;">Kether-Malkhuth </span>[referencia al árbol <span style="font-style: italic;">sefirótico</span> de la Cábala] una corona semejante a aquella de los reyes de las naciones humanas. Para ellos el rey prometido debe ser el rey de todas las naciones; su reino deberá extenderse sobre toda la tierra, su diadema real contener todas las diademas reales, que no serán más que una efusión, una emanación parcial.’ «Leed las profecías, entendedlas en su sentido literal y terrestre [naturalismo,] y tendréis la solución del enigma, la explicación de la actividad febril, hallareis el Sueño del Judaísmo. Ellos [los miembros del Fariseísmo Talmúdico] afirman ser el pueblo destinado por Jehovah a dominar a todas las naciones: las riquezas de la tierra, pues, les pertenecen, y las coronas de los reyes no serán sino emanaciones, dependencias de su Kether-Malkhuth.’ «Consideremos la fuerza inmensa que una idea tal, revelada, majestuosa y arrebatadora, puede infundir en una cáfila como esta, por [cientos] de años, obrando en ellos una tenacidad y una obstinación más que prodigiosa. Para el Judaísmo, la idea de la dominación universal ha llegado a ocupar el lugar de una religión; se ha arraigado en su ánimo, reside allí como petrificada, y es indestructible.’ «El 29 de Junio de 1869, año del Concilio Vaticano I, convocado luego de la publicación del <span style="font-style: italic;">Syllabus,</span> que armoniza los grandes principios de la Fe, conduciéndolos hasta sus últimas consecuencias, se reúne en Leipzig un Concilio del Judaísmo. Se adopta allí, por aclamación, la propuesta del Gran Rabino de Bélgica, Astruc, con estas palabras, “El sínodo reconoce que el <span style="font-style: italic;">avance</span> y la <span style="font-style: italic;">realización</span> de los PRINCIPIOS MODERNOS son la más segura garantía del presente y el porvenir del Judaísmo”. Se observa que estos <span style="font-style: italic;">principios</span> han tenido como primera consecuencia la autonomía y expansión del Judaísmo, y que esta expansión ha sido seguida por su <span style="font-style: italic;">preponderancia…</span> [Visible en] los órganos de Prensa, de la cual son los dueños, y en la legislación que dictan e imponen por medio de las Sociedades Secretas (la Masonería, primordialmente, que es el brazo ejecutor de la Sinagoga) a fin de desarrollar e imponer estos principios…’<br /><br /><span style="font-weight: bold; color: rgb(51, 51, 255);">**</span> En el sentido sensiblemente democratista que Beccar Varela le otorga al nombre, esto es, <span style="font-style: italic;">la participación en el sistema Revolucionario con la intención de influirlo y, en el mejor de los casos, controlarlo</span> – lo cual no emerge —parece— sino como inexperta fantasía ante la inclemente realidad de los hechos, las disposiciones de la Providencia y el Gobierno moral del mundo por parte de Dios, y el acontecer metafísico que acompaña <span style="font-style: italic;">la Cuarta Era,</span> la del Materialismo Ateo y Satánico, según lo explica lúcidamente el Padre Julio Meinvielle, en obra a la que luego acudiremos.CabildoAbiertohttp://www.blogger.com/profile/09902206227437145088noreply@blogger.com9